Vacaciones de ferragosto es una de aquellas pequeñas grandes películas que a veces se cuelan a las carteleras sin hacer mucho ruido y consiguen eco mica en mica gracias a un público entusiasta. En este caso, no ha sido el reclamo del premio colectivo al reparto femenino que la película consiguió al festival de Venecia, sino un humor y una sencillez entrañable la que ha hecho de Vacaciones de Ferragosto una de las sorpresas más agradables del año. Se trata de lo opera prima como director de Gianni di Gregorio, guionista de Gomorra , y que a Vacaciones de Ferragosto también interpreta uno de los papeles protagonistas.
Di Gregorio da vida a un hombre de mediana edad que vive en casa de su madre y que, para resolver sus problemas económicos, accede a cuidar la madre y la tieta de un amigo suyo mientras este marcha de vacaciones. Su médico de cabecera, al ver que ha renunciado a las vacaciones para cuidar tres abuelas, también le pide que se haga cargo de su madre. Y así es como cuatro abuelas de caracteres y talantes muy diferentes acaban conviviendo juntas en una misma casa y bajo la vigilancia de Gianni. Al principio, el hombre vive como una pesada carga ver su casa convertida en un asilo donde él solo tiene que velar por la alimentación, la salud y las curas que requieren estas cuatro ancianas. Pero mica en mica se va dando cuenta que estas abuelas, a pesar del que pueda hacer pensar su edad, no son en absoluto dependientes sino bien al contrario, personas con muchas ganas de vivir y que únicamente reclaman un espacio propio de libertad donde poder decidir y hacer la suya.
La película cuenta con el grandísimo acierto de un reparto integrado por cuatro mujeres que prácticamente se interpretan a ellas mismas y que actúan con mucha improvisación, el que aporta el toque espontáneo y un humor fresco que hace salir del cine con una sonrisa a la cara. Pero más que el buen rato que hace pasar, el más interesante de Vacaciones de Ferragosto es la naturalidad y sencillez con la cual reivindica la autonomía de la gente mayor y la necesidad de garantizarlos el respeto, un trato digno y la libertad para vivir sus vidas.
espaiisidor.blogspot.com
Di Gregorio da vida a un hombre de mediana edad que vive en casa de su madre y que, para resolver sus problemas económicos, accede a cuidar la madre y la tieta de un amigo suyo mientras este marcha de vacaciones. Su médico de cabecera, al ver que ha renunciado a las vacaciones para cuidar tres abuelas, también le pide que se haga cargo de su madre. Y así es como cuatro abuelas de caracteres y talantes muy diferentes acaban conviviendo juntas en una misma casa y bajo la vigilancia de Gianni. Al principio, el hombre vive como una pesada carga ver su casa convertida en un asilo donde él solo tiene que velar por la alimentación, la salud y las curas que requieren estas cuatro ancianas. Pero mica en mica se va dando cuenta que estas abuelas, a pesar del que pueda hacer pensar su edad, no son en absoluto dependientes sino bien al contrario, personas con muchas ganas de vivir y que únicamente reclaman un espacio propio de libertad donde poder decidir y hacer la suya.
La película cuenta con el grandísimo acierto de un reparto integrado por cuatro mujeres que prácticamente se interpretan a ellas mismas y que actúan con mucha improvisación, el que aporta el toque espontáneo y un humor fresco que hace salir del cine con una sonrisa a la cara. Pero más que el buen rato que hace pasar, el más interesante de Vacaciones de Ferragosto es la naturalidad y sencillez con la cual reivindica la autonomía de la gente mayor y la necesidad de garantizarlos el respeto, un trato digno y la libertad para vivir sus vidas.
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