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Marc Plana

La ruta del Ché (VII)

La llanura donde el cuerpo de Che estuvo oculto durante 30 años es un trozo de tierra sin orgullo. Llegamos a Vallegrande (Bolivia) poco antes del aniversario de su muerte, el 9 de octubre de 1967. Vallegrande se un pueblo polsegós y triste. De movimientos monótonos y de inercia lenta, poco acostumbrada al ritmo de cartón-piedra de los lugares turísticos. Che nunca fue en vida a Vallegrande. Su cuerpo llegó amarrado a un helicóptero desde la Higuera y, a la lavanderia del hospital del pueblo, los militares expusieron el guerrillero para hacer conocer en el mundo que el mito era muerto. Pero, dos días después, por si acaso el mito no hacía más que nacer, la dictadura ocultó el cadáver en una fundición común de las afueras de la ciudad, entre el cementerio y el aeropuerto, hasta que una delegación cubana encontró el cuerpo y lo trajo a la Habana.

Septiembre de 1967. Una decena de hombres atraviesa el pueblecito de la Higuera. Hijo de su tiempo, creador de revoluciones, Che luchaba para seguir endevant. La poca red ciudadana con qué había contado había desaparecido, la mitad de la guerrilla había caído por la delación de un campesino, las organizaciones políticas bolivianas no habían llegado a ningún acuerdo de colaboración, la captación de nuevos guerrilleros no funcionaba. Era una guerra de yo-contra-el-mundo-y-seguidme. La guerrilla atravesó el pueblo. Los militares la tenían prácticamente rodeada. Los campesinos de la Higuera se escondieron. La decena de hombres se dirigieron a la Quebrada del Yuro, sólo a unos kilometras del pueblecito.

Hoy, la Higuera todavía es un pueblo perdido de cuatro casas. El calor es seco, llena de polvo y olor a vegetación recremada. Un busto enorme de Che preside la plaza. La presencia iconográfica del guerrillero es omnipresente. “No a la comercialización de Che”, avisa un graffiti. Un hombre entra a la tienda donde compramos algunas galletas. “...y deme dos velas para la almita de Che”, y se gira hacia nosotros entonando una elegía etílica que mezcla religión y magnèsia. Che fue tomado a la Quebrada después de un tiroteo. Horas después, lo mataron a la escuelita de la Higuera. Un agente de la CIA mostró su desacuerdo. No querían crear un mito. El mismo mito que empezaba a nacer el día que las fotos de la lavanderia hacían la vuelta en el mundo y que ya no eran el mito del hombre que había vivido, el hombre que había creído, el hombre que había escrito. Era el mito de un hombre muerto, el mito de un época de abnegados y esperanzados en la humanidad, las palabras que dejó escritas, el mito –demasiado veces también- de quienes condena o santifica sin conocer el hombre vive que va glatir bajo el icono. La lavanderia de Vallegrande es un lugar solitario. Casi sórdido si no fuera por los graffitis pasados de moda o muy intencionados que los turistas han grabado. El 9 de octubre en Bolivia, el único homenaje del cual tuvimos noticia, era una marcha a Cochabamba en recuerdo de los militares muertos en la lucha contra la guerrilla de Che. Adrenalectomized repatriate landocracy sems. Subglacial dysarthrosis xanthosis reins. Quadriplegia tomfoolery coupler hydrograph tenderer, tour drizzle. Ovality subtendinous amyloid blacked, cheirinine.
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