Por primera vez en muchos años, quizás desde la apertura del Tecnocampus, el Ayuntamiento de Mataró tiene que tomar una decisión estratégica. Espero que no sea de mal grado suyo cómo, incomprensiblemente, a veces parece. La sentencia del Tribunal Supremo que permitiría la ampliación del Mataró Parco, contra el criterio de la Generalitat de Cataluña (no el municipal, al menos hasta ahora), más allá de ella misma, obliga a definir mejor, urbanísticamente, todo el sector; las últimas grandes piezas que quedan en la ciudad. El que hacemos, será decisivo. Y, como el propio Mataró Parco ha sido, su radio de impacto se tiene que calcular a escala metropolitana (y más allá), y no tan sólo local o comarcal.
Si en algo se caracterizó el paréntesis de la alcaldía de Mora fue precisamente que, de todo esto, se dejó de hablar. ¿Recordáis, por ejemplo, la famosa universidad privada que se tenía que instalar? De hecho, en materia urbanística, no hubo ningún cambio sustancial respecto a la planificación heredada, si de caso, algunas modificaciones puntuales o de ejecución, cosa que encuentro muy acertada. Pero, urbanística o no, el Ayuntamiento no tomó ninguna decisión estratégica. Quizás por eso ahora los entra el vértigo... la falta de costumbre.
Volviendo a la ampliación del centro, de la banda positiva, a pesar de que no lo hayan explicado mucho, hay muy buenas noticias: centenares de puestos de trabajo directos, atracción de nuevos mercados, eliminación de riesgos de envejecimiento y degradación de la infrastructura. Y, como decía, urbanización de un sector clave para poner "Mataró al mapa". De la banda negativa, unos accesos viarios insuficientes (las obras actuales se hicieron con un presupuesto muy inferior al transferido para hacerlas), la incertidumbre de la locomotora que El Corte Inglés tenía que ser para el comercio local, y la carencia actual de planeamiento derivado para el resto del sector. En estas tres cosas, el periodo Mora fue también letàrgic. Ahora, urge poner remedio.
Hay un pequeño problema. Al partido de la regidora de Urbanismo le ha cogido su enfermedad infantil, deben de ser cosas de "refundarse". Se basa al recuperar la superada dicotomía entre grandes superficies vs. pequeño comercio. Los que somos de Mataró sabemos suficientes cosas. A los años setenta, fue el Pryca (ahora Carrefour), instalado al municipio del alcalde Mora, justo al término de Mataró, porque en esta ciudad "echaría a perder el pequeño comercio". No quieres caldo, pues tres tazas. A los años ochenta y noventa, fue la peatonalización del centro de Mataró, que provocaría la "desertización". Todo el mundo, incluso los que se oponían alsehores, apuntan precisamente a la peatonalización como elemento clave para el éxito comercial en los centros urbanos. A los noventa y dos-mil, Mataró Parco tenía que hundir el começ mataroní y resulta que, en paralelo a su puesta en marcha, crecían como nunca los alquileres de locales -y la afluencia- en las calles más céntricas de la ciudad. En este último caso, recordémoslo, la posición de CiU fue furibunda hasta que, llegados a un momento (no me hacéis decir porque), cambió como un calcetín. La víctima de entonces es hoy el principal valedor del nuevo presidente del PDeCat. Todo vuelve.
Dice este partido, especialtzat al convertir la política en una campaña electoral permanente, que la anterior planificación del Mataró Parco ("del PSC e ICV", aclara, para hacer amigos) sirvió para la especulación urbanística. Todo deben de ser cosas de qué banda se mira, supongo. Por la de los ciudadanos, me parece, significó la culminación de un proyecto que unía barrios dispersos, que los dotaba de equipamientos y calidad urbana, que permitía amplias zonas verdes y vivienda de protección oficial. Ojalá el que se planifique al Noroeste de la ciudad tenga también efectos urbanísticos de aquellas características, ni que sea un poco. En este momento, proteger el pequeño comercio tiene más a ver con nuestra capacidad de apertura y atracción, de jugar a la primera división metropolitana, que no mirarse el ombligo.[banner-AMP_5]