El realizador Jason Reitman (autor de Juno) parece sentirse cómodo en el terreno indefinido entre el drama y la comedia, un espacio tan ambiguo como el protagonista de su nuevo y nada despreciable film Up in the air. Un hombre que se mueve por escenarios impersonales y neutros pero totalmente organizados como aeropuertos y aviones, donde la vida sigue un orden alejado de complicaciones y compromisos, donde todo aquello que es necesaria cabeza en una maleta y donde las cosas que pesan, que hacen daño, que molestan, se pueden dejar en tierra mientras uno se eleva bien arriba y huye hacia un nuevo destino en cualquier otra parte del mundo. Este es el tipo de vida que trae Ryan Bingham, un agresivo ejecutivo a quien George Clooney sabe dotar de elegancia y un necesario y seductor encanto- que viaja de una ciudad a la otra para dar cursos de motivación y crecimiento personal, y que trabaja notificando despidos de plantilla en empresas que lo contratan únicamente para resolver este trámite tan molesto. Porque esta situación no es molesta para un personaje incapaz de empatitzar o estimar, y con pocas ganas de implicarse con nadie, a pesar de tentativas como la que se le presenta en la figura del personaje interpretado por una sólida Vera Farmiga, que por un pequeño momento lo hará tambalear. Reitman, que es poco contundente en la crítica a la ferocidad del mundo empresarial y conservador en el retrato de la familia, sí que lo acierta de pleno con la definición de un tipo contemporáneo que se mueve en no-lugares y que rehuye sentimientos, y que representa un estilo de vida que puede parecer ideal, cómodo y sin problemas, pero que esconde una profunda y rabiosa soledad.