El actor francés Guillaume Canet, conocido por sus papeles a 'La Playa' y 'Vidocq', intenta desarrollar una trayectoria paralela como realizador que ha llegado a un punto álgido con el estreno de 'Pequeñas mentiras sin importancia'. El film, que inauguró con gran éxito el reciente Festival de Cine de Autor de Barcelona, llega a nuestras salas precedida también por el éxito de taquilla en Francia. El director dispone de todos los ingredientes necesarios y aplica todas las fórmulas para hacer funcionar este film, una comedia agredolça coral, heredera directa de films como 'Reencuentro' o 'Los amigos de Peter', si bien más en la forma que en el fondo, sea dicho de paso. 'Pequeñas mentiras sin importancia' presenta un grupo de treinta-y-tantos y todo el catálogo de problemas, crisis, alegrías y desengaños que sufren y comparten mientras pasan quince días de vacaciones a la costa francesa. Siguiendo el formato de película sobre "el verano que cambió nuestras vidas", el desencadenante de la tragedia es el accidente de uno de los miembros de una pandilla de amigos que se ven enfrentados, por diferentes motivos, a sus propias crisis personales y sentimentales. Entre ellos se usan de pañuelos humanos llorándose unos sobre los hombros de los otros –pequeños mouchoirs, pequeños pañuelos, es el título original en francés-, pero siempre con un punto de autoengany al cual hace referencia la traducción castellana del título. La realidad en toda su dureza estalla con el accidente del amigo y es este factor que cambia sus vidas y los hace madurar como personas. Muchos tópicos a ritmo de una gran banda sonora rellena de buenas canciones para un film que, eso sí, consigue su objetivo, dar risa y llorar a partes iguales. Lo hace gracias, sobre todo, a su principal acierto, un reparto de jóvenes prometidas del cine francés, empezando por Marion Cotillard, que aportan credibilidad y frescura a un film que se ve de buen grado pero se olvida con demasiada rapidez.
espaiisidor.blogspot.com
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