La Fundación Unión de Cooperadores se creó en 2005 para fomentar la economía social, de larga tradición en Mataró, y recuperar el patrimonio histórico de Unión de Cooperadores. Pero no ha estado hasta este 2011, seis años más tarde, que el organismo participado por el Ayuntamiento y Unión de Cooperadores no se ha podido constituir legalmente por una serie de problemas administrativos. La Fundación finalmente se pone en marcha y, con ella, se empieza a poner fin a uno de las deudas pendientes de la ciudad: la transferencia a esta sociedad municipal de los inmuebles que habían sido propiedad del mundo cooperativo local y que perdió durante el Franquismo. "Preservar y gestionar este patrimonio, fomentar la economía social y proyectar Mataró como referente en este ámbito, estos son los objetivos de la Fundación", explicó el pasado viernes la regidora de Servicios Centrales, Montse López, que preside el organismo.
Este patrimonio histórico de los cooperadores, adquirido por PUMSA en 1990, se traduce actualmente en cuatro locales a la Plaza de la Muralla, un solar a la calle Palmerola, dos inmuebles en las calles Meléndez Valdés y Cristina respectivamente, y un último local a la Ringlera (fruto de una operación permuta). Los dos primeros casos ya han sido transferidos a la Fundación, y los tres restantes lo serán durante este 2011. El patrimonio histórico se completa con tres inmuebles más que quedan fuera de estas operaciones bisiestas: el Café de Mar, de propiedad municipal y pendiente de convertirse en un centro de difusión del cooperativismo; el Café Nuevo, que pertenece legalmente en el Centro Católico y está pendiente de un proyecto urbanístico al centro de la ciudad; y La Tahona, un inmueble en la calle Montserrat que pertenece a la Alianza.
Todos estos bienes habían sido propiedad de Unión de Cooperadores, creada en 1927 como reflejo de la fortaleza del cooperativismo mataroní en aquellos años. Pero la Guerra Civil y el Franquismo lo cambiaron todo. El patrimonio acabó en manos diversas después de que la Mutua la Alianza, a quien se había cedido todos los inmuebles, haz "movimientos extraños" con él, tal y como lo definió la presidenta de Unión de Cooperadores, Anna Huertos. Con la llegada de la democracia, la ciudad se puso a trabajar para saldar esta deuda histórica y se acordó la adquisición pública de buena parte de estos inmuebles. En base a un acuerdo del Pleno Municipal, PUMSA lo compró en 1990 por un valor calculado en 1,4 millones de euros.
Alquileres para fomentar la economía social
Luego que la Fundación cuente con la propiedad de estos inmuebles, los ofrecerá en alquiler a empresas e iniciativas vinculadas a la economía social. La entidad jurídica de la empresa interesada será uno de los criterios que se establecerán para poder optar a estos locales, así como su adecuación en los objetivos básicos de la fundación, la responsabilidad social que se derive de su actividad o el número de trabajadores que disponga. Los rendimientos que se saquen del alquiler se destinarán integrament a las finalidades de la Fundación. Estas, más allá de poner en valor el patrimonio adquirido, se resumen en la voluntad de consolidar la red de empresas mataronines vinculadas a la economía social e impulsar de nuevas, y proyectar la ciudad como referente en este ámbito, tanto en Cataluña como nivel internacional. Para conseguirlo, se ha elaborado un Plan de gestión que establece objetivos como el asesoramiento a empresas y entidades del mundo cooperativo, la colaboración con el mundo universitario, la convocatoria de una nueva edición de la Beca Joan Peiró o la incorporación de la Fundación a las redes catalanas y europeas de economía social.
Pisos de protección oficial
PUMSA aprovechó la adquisición de algunos de estos locales para construir pisos de protección oficial encima. La empresa municipal los gestionará durante 35 años, y posteriormente traspasará la propiedad a la Fundación Unión de Cooperadores. El regidor de Urbanismo, Ramon Bassas, destacó que todas estos operaciones de PUMSA se han encaminado a "poner el patrimonio al servicio de los objetivos del cooperativismo". El modelo empresarial basado en la economía social es "la mejor manera de resistir en el contexto actual de crisis", según defendió Anna Huertos. La presidenta de Unión de Cooperadores destacó que, si bien el cooperativismo tiene un pasado glorioso a la ciudad, en el presente también se mantiene firme en ámbitos como "los servicios o el comercio".
Este patrimonio histórico de los cooperadores, adquirido por PUMSA en 1990, se traduce actualmente en cuatro locales a la Plaza de la Muralla, un solar a la calle Palmerola, dos inmuebles en las calles Meléndez Valdés y Cristina respectivamente, y un último local a la Ringlera (fruto de una operación permuta). Los dos primeros casos ya han sido transferidos a la Fundación, y los tres restantes lo serán durante este 2011. El patrimonio histórico se completa con tres inmuebles más que quedan fuera de estas operaciones bisiestas: el Café de Mar, de propiedad municipal y pendiente de convertirse en un centro de difusión del cooperativismo; el Café Nuevo, que pertenece legalmente en el Centro Católico y está pendiente de un proyecto urbanístico al centro de la ciudad; y La Tahona, un inmueble en la calle Montserrat que pertenece a la Alianza.
Todos estos bienes habían sido propiedad de Unión de Cooperadores, creada en 1927 como reflejo de la fortaleza del cooperativismo mataroní en aquellos años. Pero la Guerra Civil y el Franquismo lo cambiaron todo. El patrimonio acabó en manos diversas después de que la Mutua la Alianza, a quien se había cedido todos los inmuebles, haz "movimientos extraños" con él, tal y como lo definió la presidenta de Unión de Cooperadores, Anna Huertos. Con la llegada de la democracia, la ciudad se puso a trabajar para saldar esta deuda histórica y se acordó la adquisición pública de buena parte de estos inmuebles. En base a un acuerdo del Pleno Municipal, PUMSA lo compró en 1990 por un valor calculado en 1,4 millones de euros.
Alquileres para fomentar la economía social
Luego que la Fundación cuente con la propiedad de estos inmuebles, los ofrecerá en alquiler a empresas e iniciativas vinculadas a la economía social. La entidad jurídica de la empresa interesada será uno de los criterios que se establecerán para poder optar a estos locales, así como su adecuación en los objetivos básicos de la fundación, la responsabilidad social que se derive de su actividad o el número de trabajadores que disponga. Los rendimientos que se saquen del alquiler se destinarán integrament a las finalidades de la Fundación. Estas, más allá de poner en valor el patrimonio adquirido, se resumen en la voluntad de consolidar la red de empresas mataronines vinculadas a la economía social e impulsar de nuevas, y proyectar la ciudad como referente en este ámbito, tanto en Cataluña como nivel internacional. Para conseguirlo, se ha elaborado un Plan de gestión que establece objetivos como el asesoramiento a empresas y entidades del mundo cooperativo, la colaboración con el mundo universitario, la convocatoria de una nueva edición de la Beca Joan Peiró o la incorporación de la Fundación a las redes catalanas y europeas de economía social.
Pisos de protección oficial
PUMSA aprovechó la adquisición de algunos de estos locales para construir pisos de protección oficial encima. La empresa municipal los gestionará durante 35 años, y posteriormente traspasará la propiedad a la Fundación Unión de Cooperadores. El regidor de Urbanismo, Ramon Bassas, destacó que todas estos operaciones de PUMSA se han encaminado a "poner el patrimonio al servicio de los objetivos del cooperativismo". El modelo empresarial basado en la economía social es "la mejor manera de resistir en el contexto actual de crisis", según defendió Anna Huertos. La presidenta de Unión de Cooperadores destacó que, si bien el cooperativismo tiene un pasado glorioso a la ciudad, en el presente también se mantiene firme en ámbitos como "los servicios o el comercio".