Frescos, joviales y reivindicando una perspectiva lúdica de la música y la vida, Los Delinqüentes sellaron con éxito el Cruce de Culturas. El grupo de Jeréz fue el pasado sábado el grande triunfador de la última noche del festival mataroní, por sobre y todo de unos compañeros de cartel tan míticos como Los Chichos. Ante unas 4.000 personas, Marcos del Ojo 'El canijo' y Diego Pozo, acompañados por guitarra, bajo, batería, percusión y dos coristas-humoristas sobrados de 'gracejo', hicieron gala de su rumba injertada de funk, rock, blues y psicodélica. Una mescla desenfadada, sin complejos, que bebe directamente de grupos como Veneno pero que consigue ser identificable a la primera de cambio. Canciones sinuosas, de estructura poco clara, plagadas de juegos de palabras y giros líricos absurdos que dan a este dúo una personalidad muy marcada que los diferencia de los pobladíssims y pantanosos terrenos del mestizaje musical.
Arrancaron la noche con Antiguo teatro callejero, de su último disco, Bienvenido a la época iconoclasta, y empezaron a asentar las bases del concierto con Somos (laboratorio de ritmos) y los riffs que pueblan Tabanquero. El primer tramo del concierto, pero, pecó de excesivamente plano, con una serie de canciones muy similares entre sí que no acaban de levantar el vol. De animar al personal, pero, ya se encargaban los propios músicos con su particular show: Diego Pozo poniéndose el sujetador que le lanzó una hacen al ritmo de la revivida "Paco paco paco" de Encarnita Polo; y 'El Canijo' reclamante más ruido del público afirmando que "en Madrid llaman mucho más, incluso Cristiano Ronaldo llama más que vosotros".
La música tomó todo el protagonismo en el segundo tramo del concierto, donde cayeron la mayoría de éxitos de la formación gaditana, ejecutados de manera brillante. El enganxosa Primavera trompetera, Cicatrizando, con un espectacular final rellenado de percusiones, Piratas del Estrecho, con El Canijo enarbolant una bandera pirata, y dos de sus grandes himnos, El aire de la callo y A la luz del lorenzo, cantos a la fiesta, al bullici de la calle y a la despreocupación vital. El público mostró su euforia de manera muy diversa, encendiendo bengalas o improvisando un pilar de 3, recordando a todo el mundo que las Santas ya son aquí. El toque amateur e improvisado de la mayoría de los discos de la banda se perdió en un directo muy trabajado y estructurado, de sonido poderoso (hasta tres guitarras a la vegada), pensado para satisfacer auditorios grandes.
Canciones para dar y para vender
Unas horas antes, Los Chichos tuvieron que batallar con un público que los recibió con menos entusiasmo del que seguramente están acostumbrados. había mucho hacen de toda la vida dispuesto a darlo todo, pero otros muchos estaban a la expectativa, despertados la curiosidad por el mito que rodea uno de los grupos españoles más exitosos de los últimos 30 años. El trío, formado por los hermanos Julio y Emilio González, y el hijo de este último, Junior, buscó con insistencia la complicidad con el público, acostumbrados a hacer que miles de personas canten sus canciones de memoria tan sólo haciendo estallar los dedos. Pero el pasado sábado no fue del todo así, cosa que va deslluir un poco el concierto, afectado también por una calidad de sonido mejorable. También se puso de manifiesto que Los Chichos son un grupo de vuelta de todo, que ya hace mucho tiempo que no publican material original y que siguen viviendo de sus viejos éxitos rumberos.
A pesar de reconocer que "no cabían todos" porque tendrían que ser "hasta el día siguiente", tocaron buena parte de sus temas más populares, arrancando la noche con Sea como sea, el retorno de la cual define la lírica que impregna todas sus canciones: "Sea como sea seguiré luchando miedo los míos, seguiré robando si se preciso, y cono estas manos noche y día sacaré adelante a mí familia". Bien pronto cayó Son ilusiones, Amores de compra y abanica y Mujer cruel. El ritmo decayó un poco hacia la mitad del recital, con piezas más lentas y un interludi demasiado largo para presentar los músicos que los acompañaban. En el último tramo, pero, sacaron toda la artillería. Los Delinqüentes subieron al escenario para interpretar con el trío uno de sus mejores temas, Ni más ni menos, que precedió otros himnos como Quiero ser libre, Cachimba, Dime Carmen, No jueges cono mí amor, Abanico conmigo gitana o una celebradíssima El Vaquilla. Al bis, llegó el turno de La historia de Juan Castillo, el delinquent encarcelado que no puede dejar de pensar en sus hijos, desamparats en la calle.
Rumba del Maresme
La última noche del Festival también contó con el grupo maresmenc de Rumba Ay Ay Ay, que abrieron la jornada a ritmo de ventilador y con nuevo disco bajo el brazo, Lo más grande del mundo. Y los encargados de clausurarla fueron 2 Mine Dj, con una selección musical llena de temas populares para un público que tenía todavía muchas ganas de fiesta después del show de Los Delinqüentes.
Arrancaron la noche con Antiguo teatro callejero, de su último disco, Bienvenido a la época iconoclasta, y empezaron a asentar las bases del concierto con Somos (laboratorio de ritmos) y los riffs que pueblan Tabanquero. El primer tramo del concierto, pero, pecó de excesivamente plano, con una serie de canciones muy similares entre sí que no acaban de levantar el vol. De animar al personal, pero, ya se encargaban los propios músicos con su particular show: Diego Pozo poniéndose el sujetador que le lanzó una hacen al ritmo de la revivida "Paco paco paco" de Encarnita Polo; y 'El Canijo' reclamante más ruido del público afirmando que "en Madrid llaman mucho más, incluso Cristiano Ronaldo llama más que vosotros".
La música tomó todo el protagonismo en el segundo tramo del concierto, donde cayeron la mayoría de éxitos de la formación gaditana, ejecutados de manera brillante. El enganxosa Primavera trompetera, Cicatrizando, con un espectacular final rellenado de percusiones, Piratas del Estrecho, con El Canijo enarbolant una bandera pirata, y dos de sus grandes himnos, El aire de la callo y A la luz del lorenzo, cantos a la fiesta, al bullici de la calle y a la despreocupación vital. El público mostró su euforia de manera muy diversa, encendiendo bengalas o improvisando un pilar de 3, recordando a todo el mundo que las Santas ya son aquí. El toque amateur e improvisado de la mayoría de los discos de la banda se perdió en un directo muy trabajado y estructurado, de sonido poderoso (hasta tres guitarras a la vegada), pensado para satisfacer auditorios grandes.
Canciones para dar y para vender
Unas horas antes, Los Chichos tuvieron que batallar con un público que los recibió con menos entusiasmo del que seguramente están acostumbrados. había mucho hacen de toda la vida dispuesto a darlo todo, pero otros muchos estaban a la expectativa, despertados la curiosidad por el mito que rodea uno de los grupos españoles más exitosos de los últimos 30 años. El trío, formado por los hermanos Julio y Emilio González, y el hijo de este último, Junior, buscó con insistencia la complicidad con el público, acostumbrados a hacer que miles de personas canten sus canciones de memoria tan sólo haciendo estallar los dedos. Pero el pasado sábado no fue del todo así, cosa que va deslluir un poco el concierto, afectado también por una calidad de sonido mejorable. También se puso de manifiesto que Los Chichos son un grupo de vuelta de todo, que ya hace mucho tiempo que no publican material original y que siguen viviendo de sus viejos éxitos rumberos.
A pesar de reconocer que "no cabían todos" porque tendrían que ser "hasta el día siguiente", tocaron buena parte de sus temas más populares, arrancando la noche con Sea como sea, el retorno de la cual define la lírica que impregna todas sus canciones: "Sea como sea seguiré luchando miedo los míos, seguiré robando si se preciso, y cono estas manos noche y día sacaré adelante a mí familia". Bien pronto cayó Son ilusiones, Amores de compra y abanica y Mujer cruel. El ritmo decayó un poco hacia la mitad del recital, con piezas más lentas y un interludi demasiado largo para presentar los músicos que los acompañaban. En el último tramo, pero, sacaron toda la artillería. Los Delinqüentes subieron al escenario para interpretar con el trío uno de sus mejores temas, Ni más ni menos, que precedió otros himnos como Quiero ser libre, Cachimba, Dime Carmen, No jueges cono mí amor, Abanico conmigo gitana o una celebradíssima El Vaquilla. Al bis, llegó el turno de La historia de Juan Castillo, el delinquent encarcelado que no puede dejar de pensar en sus hijos, desamparats en la calle.
Rumba del Maresme
La última noche del Festival también contó con el grupo maresmenc de Rumba Ay Ay Ay, que abrieron la jornada a ritmo de ventilador y con nuevo disco bajo el brazo, Lo más grande del mundo. Y los encargados de clausurarla fueron 2 Mine Dj, con una selección musical llena de temas populares para un público que tenía todavía muchas ganas de fiesta después del show de Los Delinqüentes.