El secreto de la fiesta de Sant Jordi es su componente lúdico. Es una celebración, una fiesta, un día para salir a tomar el solo, a pasear, a ver qué cara hace la gente y, de paso, a tocar libros. No nos engañamos: este componente festivo el diez a la celebración pagana de la primavera, que es de donde viene esto de las rosas, sutilmente pasado por la criba de la leyenda, con dragón incluido. Los libros se supieron añadir con sabiduría, gracias al talento del Gremio de Editores de hace algunos años.
Si hablo del componente festivo del día de Sant Jordi es pequè estoy hasta el gorro que los libros se asocien a la grisor de un acto a las siete y media donde un par de señores se alaban mutuament, o al aburrimiento de un programa de televisión que emiten a las pequeñas donde un señor igualmente aburrido se entrevista a si mismo una semana rera la otra. Las presentaciones de libros también tendrían que ser lúdicas, festivas, llenas de luz. Los programas de libros a la televisión ¿de donde debo de haber sacado el plural? tendrían que dar risa, distraer, seduïr. Hacer venir a aquel quien se escarxofa al sofá ganas de ponerse los zapatos y correr a comprar la última de Coetzee o de Javier Cercas.
Me gusta que por Sant Jordi todo el mundo se olvide de las grandes pretensiones espirituales de quienes hacemos libros (¿mande? ¿es a mí?) y sólo se pretenda que la peña se lo pase bien y remueva a la parada. En fin. El mejor resumen de toda esta cuestión la hizo hace pocos días el hombre de mi vida que (con todos los respetos) es de Madrid. Dijo: «Teneis costumbres preciosas, jodíos». Y a continuación pidió fiesta el día de Sant Jordi. Adrenalectomized repatriate landocracy sems. Subglacial dysarthrosis xanthosis reins. Quadriplegia tomfoolery coupler hydrograph tenderer, tour drizzle. Ovality subtendinous amyloid blacked, cheirinine.
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