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Joaquim Arenas

Los Pastorcillos de Sala Cabañes

Las representaciones de este año de Los Pastorcillos de Mataró han mostrado una línea artística de regreso a aquello que caracterizaba el contenido, más allá del texto mismo de la obra, que es una magnífica creación de Ramon Pàmies. Y hablamos de regreso, porque los intentos de una pretensa actualización de este espectáculo, los últimos años, habían conseguido desnaturalizar de manera matussera la representación teatral más importante y más aplaudida que se produce en un escenario mataroní a lo largo del año.

Tenemos que celebrar, pues, que la nueva dirección de los Pastorcillos de Mataró haya optado para representar los Pastorcillos de Sala Cabañes con todo el que quiere decir esto. Si bien es cierto que el pretenso toque innovador de los años anteriores no ha sido superado plenamente, a pesar de que marcó de manera negativa, en mi opinión, el gran espectáculo mataroní en muchos aspectos que ya comentamos, en su momento, desde esta sección mismo.

La primera parte que constituye el prólogo de los Pastorcillos, ha mejorado ostensiblemente este año . Aparte de la presencia de demonios, que hay que agradecer para ser, estos personajes, un elemento de la esencia del espectáculo, el movimiento escénico se perfila como un punto cohesionador del momento.

A pesar de aplaudir la resituació de los intervinientes del prólogo de los Pastorcillos, emprendido este año, querríamos remarcar la conveniencia de reponer el brollador en la escena de las ninfas, y la olla grande, “caldera de Pere Botero” al infierno. Y que “la transformación a la vista” del bosque en infierno, tome toda la solidez que tenía y que no reste difuminada por los efectos focales de las nuevas tecnologías.

Pudimos comprobar, presencialmente ,otras mejoras notables todas tendentes a mantener la personalidad de nuestros Pastorcillos. Y, al fin y al cabo, su prestigio en calidad de espectáculo popular y tradicional.

De estos pasos positivos querríamos remarcar algunos : La dicción cuidadosa de los actores, el dominio del espacio escénico que demuestran, la presencia de los ángeles al Nacimiento, la supresión de los soldados a casa del Hijo Pródigo. El tratamiento más esmerado de la escena del Templo... etcétera.

Si bien la parte musical fue aceptable, quizás sería bueno de pensar a reforzar los corazones que, a veces el sonido de los instrumentos apaga, y a volver la música al Non serviam de los demonios, al prólogo.

Desde estas líneas, nos congratulamos del esfuerzo hecho por la dirección y el cuadro escénico de Sala Cabañes, en la puesta en escena de los Pastorcillos de este año. Los felicitamos y nos felicitamos.

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