Los riscos de Bertí separan la meseta del Moianés del Parque natural del Montseny, en el Vallès Oriental. Si subimos en coche por la C-17 los reconoceremos enseguida. Se trata del macizo que se levanta, a mano izquierda, sobre los municipios del Figaró, Tagamanent o Sant Martí de Centelles. Te proponemos subir hasta los riscos desde el municipio del Figaró, situado a pie de la C-17, y que es también una de las entradas del parque natural del Montseny. La ruta, circular, sube a los riscos por Santo Pau de Montmany y baja por el Bache del Bac, y a pesar de que puede parecer muy dura si miramos los riscos desde el pueblo estando, puesto que los veremos muy elevados, un golpe nos ponemos a andar no lo es tanto. Son 500 metros de desnivel y la salida se puede hacer en una mañana, en unas 4 horas. La subida vale la pena porque nos ofrece unas espectaculares vistas del Montseny, el prepirineu y la Mola, en Sant Llorenç del Montón.
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La ventaja de salir del Figaró es que no dependemos de coche para hacer esta salida. Y es que podemos llegar en tren. Eso sí, a pesar de que un golpe llegamos a la estación encontraremos más información de los Riscos de Bertí, para hacer la ruta es imprescindible ir con mapa de la zona para orientarse bien. Desde el Figaró ensartamos un camino que está indicado como la ruta del Santuario de Puiggraciós y la vuelta a los riscos. A la media hora de camino, llegamos a la gran masía de Can Olivos, del siglo XIII, desde donde ya tenemos unas buenas vistas de todos los riscos.
Encontraremos varias bifurcaciones pero seguimos siempre por la pista principal. Al llegar al plan de Rosselló y el cuello de Can Sunyer tomamos el camino de la derecha y llegamos al Plan del Alcalde, donde abandonamos la pista principal que sigue hasta el santuario de Puiggraciós y tumbamos a la derecha para dirigirnos hacia Montmany. Aquí el camino no está tan marcado. Dejamos la pista ancha para andar por un corriol abierto por cazadores que nos acerca, en unos 10 minutos, hasta el pequeño santuario de Santo Pau de Montmany, antigua parroquia rural del Figaró desde el siglo X pero que fue abandonada el 1910 para trasladar el culto religioso al santuario de Puiggraciós. El edificio, gótico, actualmente se encuentra en ruinas. Tiene la entrada tapiada porque amenaza de derrumbarse. Una muestra de su estado ruinoso es la espectacular grieta que parte la fachada principal por la mitad.
Desde el santuario de Montmany, seguimos subiendo ninguno los Riscos siguiendo, ahora, unas marcas de color azul que nos traen hasta el grado de Montmany, por donde subimos en cinco minutos arriba de los riscos por un camino en zig-zag. Un golpe arriba, ya podemos contemplar las fabulosas vistas del nuestro cercando: a una banda, el Montseny, a la otra, Sant Llorenç del Montón con la inconfundible silueta de la Mola, y al norte, y más lejos, el prepirineu. Muy cerca encontramos una mesa de piedra con bancos que nos invita a descansar y comer algo. Ahora el camino sigue por la carena, por un itinerario marcado con señales verdes, dirección a la Trona, con su figura inconfundible sobresaliendo de los riscos.
El camino (GR-5) se encuentra con el sender de pequeño recorrido PR-33 (marcado con señales amarillas y blancas) que baja al Figaró por el Bache del Bac cuando pasamos por la masía de Bellavista, que nos quedará a mano izquierda. Antes de bajar, pero, no podemos marchar sin sacar el hacia la Trona. Acercarnos sólo nos traerá un minuto a pesar de que seguramente el lugar nos atrapará y decidiremos sentar allá un rato para disfrutar del paisaje. Con el recuerdo de las fantásticas vistas que tenemos desde este punto elevado de los riscos emprenderemos la bajada al Figaró por el Bache del Bac. En una hora habremos llegado a la estación.
Pero también será una hora llena de paisajes increíbles. Si los riscos nos han meravellat con sus vistas, el Bache del Bac nos atrapará con su vegetación y zonas sombrías y con el espectacular salto de agua del Prat. Junto a la cascada hay la aguja del Salto y, más abajo, vemos las Dos Hermanas, dos peculiares columnas rocosas formadas a partir de la erosión de calizas de hace 200 millones de años.
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La ventaja de salir del Figaró es que no dependemos de coche para hacer esta salida. Y es que podemos llegar en tren. Eso sí, a pesar de que un golpe llegamos a la estación encontraremos más información de los Riscos de Bertí, para hacer la ruta es imprescindible ir con mapa de la zona para orientarse bien. Desde el Figaró ensartamos un camino que está indicado como la ruta del Santuario de Puiggraciós y la vuelta a los riscos. A la media hora de camino, llegamos a la gran masía de Can Olivos, del siglo XIII, desde donde ya tenemos unas buenas vistas de todos los riscos.
Encontraremos varias bifurcaciones pero seguimos siempre por la pista principal. Al llegar al plan de Rosselló y el cuello de Can Sunyer tomamos el camino de la derecha y llegamos al Plan del Alcalde, donde abandonamos la pista principal que sigue hasta el santuario de Puiggraciós y tumbamos a la derecha para dirigirnos hacia Montmany. Aquí el camino no está tan marcado. Dejamos la pista ancha para andar por un corriol abierto por cazadores que nos acerca, en unos 10 minutos, hasta el pequeño santuario de Santo Pau de Montmany, antigua parroquia rural del Figaró desde el siglo X pero que fue abandonada el 1910 para trasladar el culto religioso al santuario de Puiggraciós. El edificio, gótico, actualmente se encuentra en ruinas. Tiene la entrada tapiada porque amenaza de derrumbarse. Una muestra de su estado ruinoso es la espectacular grieta que parte la fachada principal por la mitad.
Desde el santuario de Montmany, seguimos subiendo ninguno los Riscos siguiendo, ahora, unas marcas de color azul que nos traen hasta el grado de Montmany, por donde subimos en cinco minutos arriba de los riscos por un camino en zig-zag. Un golpe arriba, ya podemos contemplar las fabulosas vistas del nuestro cercando: a una banda, el Montseny, a la otra, Sant Llorenç del Montón con la inconfundible silueta de la Mola, y al norte, y más lejos, el prepirineu. Muy cerca encontramos una mesa de piedra con bancos que nos invita a descansar y comer algo. Ahora el camino sigue por la carena, por un itinerario marcado con señales verdes, dirección a la Trona, con su figura inconfundible sobresaliendo de los riscos.
El camino (GR-5) se encuentra con el sender de pequeño recorrido PR-33 (marcado con señales amarillas y blancas) que baja al Figaró por el Bache del Bac cuando pasamos por la masía de Bellavista, que nos quedará a mano izquierda. Antes de bajar, pero, no podemos marchar sin sacar el hacia la Trona. Acercarnos sólo nos traerá un minuto a pesar de que seguramente el lugar nos atrapará y decidiremos sentar allá un rato para disfrutar del paisaje. Con el recuerdo de las fantásticas vistas que tenemos desde este punto elevado de los riscos emprenderemos la bajada al Figaró por el Bache del Bac. En una hora habremos llegado a la estación.
Pero también será una hora llena de paisajes increíbles. Si los riscos nos han meravellat con sus vistas, el Bache del Bac nos atrapará con su vegetación y zonas sombrías y con el espectacular salto de agua del Prat. Junto a la cascada hay la aguja del Salto y, más abajo, vemos las Dos Hermanas, dos peculiares columnas rocosas formadas a partir de la erosión de calizas de hace 200 millones de años.