El serial de Can Fàbregas, en pleno proceso judicial, ha tenido esta semana un nuevo episodio de carácter político. Los socios del tripartito municipal ha acordado, en una reunión de la comisión de seguimiento del pacto de gobierno, extender la mano al grupo municipal de CiU para hacer piña y mostrar un amplio consenso en la llegada del Corte Inglès en Mataró. Un gesto tímido que ha permitido en el gobierno de evitar tomar otras decisiones más contundentes y necesarias- como por ejemplo una reestructuración del gobierno municipal, cosa que el grupo nacionalista considera imprescindible. Pero aún así, es significativo el gesto del alcalde, que extiende la mano a CIU después de unas semanas en que el PSC se ha dedicado a atacar la oposición por haber puesto palos a las ruedas a la llegada de los grandes almacenes a la ciudad. A destacar que fuera el líder de CIU, Joan Mora, quién tomó la iniciativa de reunirse con el alcalde para plantearle la necesidad de mostrar un amplio consenso ante el Corte Inglés. Que el alcalde haya accedido, por lo tanto, se puede interpretar como la constatación que el gobierno municipal se ve en cierto modo atrapado y que necesita buscar apoyos. El PPC, que inicialmente ha quedado excluido, ve una maniobra para dividir la oposición, que hicieron frente común con una moción conjunta de populares y nacionalistas a favor del Corte Inglès. CiU ha pedido en el gobierno que también se tenga el PPC en cuenta pero el alcalde se ha cerrado en banda porque insisten al pedir su dimisión. Con estas posiciones enrocadas se pierde también la ocasión de un posible consenso político que podría ser positivo para la ciudad en un momento en que la llegada del Corte Inglès está en suspenso. Detrás todo este proceso hay también una clara maniobra política, no aliena a la proximidad de elecciones autonómicas y municipales, que deja entrever que se primen los diferentes intereses partidistas por ante una voluntad real de buscar la solución más efectiva en la situación.
