El fútbol, los fenómenos identitarios, los colores, los oficios y un punto de absurditat vuelven a ser los disparos característicos del último proyecto artístico del mataroní Martí Anson. Repite varios de los elementos que ya usó en su popular cartel-camiseta de Santas 2008 a la exposición "El precio de los colores", que presenta a la galería Toni Tàpies de Barcelona. La exposición tiene dos ejes, el Fútbol Club Barcelona y el Club Deportivo Mataró, dos equipos que "confrontan la identidad local con la global", según explica el artista. Con este proyecto, Anson toma parte de la iniciativa"Fuera de Juego", una exposición conjunta de las galerías que integran el GIC (Galerías Independientes de Cataluña).
Y cómo se plantea esta dualidad local y global? Anson propone un proyecto work in progress, que se va construyendo mientras dura la exposición. Una pared está reservada para el Barça, la otra para el Mataró. El propio artista mataroní se encarga de ir pintando las paredes semana detrás semana, con los colores del Barça y del CE Mataró respectivamente sólo sí estos ganan sus partidos de cada jornada. Si lo pierden, lo hace con los colores de la camiseta del equipo contra el que han jugado. Resultado hasta ahora: la pared del Barça sigue de color azulgrana casi inmaculado (sólo aparecen los colores del Athletic de Bilbao por el empate de hace unas jornadas), mientras que la del CE Mataró, inmerso en una racha nefasta de resultados, es un guirigay de colores (los de clubes como el Montcada, Montañesa y Marianau Pueblecito por ejemplo). "No me esperaba que fueran tan mal, me están donante muchísima trabajo", bromea Anson, que destaca que todo el componente estético de la exposición "viene dado de fuera, fruto de los resultados, sin que yo pueda proponer ninguna cuestión estética o formal".
El artista mataroní no tiene pelos a la lengua a la hora de definir el proyecto de "bastante absurdo", pero "El precio de los colores" tiene un transfons a considerar. Anson contrapone por un lado la cultura local, empequeñecida y con su dosis de fracaso (el mal momento del CE Mataró). Por el otro, la cultura global, representada por un Barça triunfante, con la cual se identifican mucho más los mataronins que no con su club local. Además, reflexiona sobre los citados "precio de los colores", unos colores que conforman los equipos deportivos que representan la ciudad, pero también los símbolos de comunidades y países, y que nunca son gratuitos. "Un golpe nacido, ya no puedes cambiar de colores en ningún caso", destaca Ansón, que ve en el fútbol el exponente más popular, pero no el único, de este hecho. La exposición se complementa con una parodia de diario deportivo llamado "Fumbol", composat por artículos, anuncios, tiras y material de todo tipo, recopilado por el propio artista y que hacen referencia al peso identitario de los colores. Anson ha querido destacar también el apoyo de Pinturas Civit Y Pyma para hacer posible el proyecto.
Pintor de pared
Cómo todos los proyectos del creador mataroní, "El precio de los colores" es poliédrico y toma dimensiones inusitadas. En este caso, Ansón ha constituido legalmente una empresa de pintores de paredes. En cada nueva iniciativa, se adentra en un oficio nuevo. Con "Fitzcarraldo" se pasó 55 días trabajando en la construcción de un velero Stela 34; aprendió a hacer de albañil para reconstruir Can Fàbregas a escala al desierto de Nuevo México; y ahora se pasa al sector del brocha gorda. "Me gusta meterme en cosas que no he hecho nunca, que no sabes como saldrán y que de hecho tienen un cierto riesgo", destaca. El más sorpresivo es que ya lo han contratado para pintar una casa con los colores del equipo de su propietario.
Y cómo se plantea esta dualidad local y global? Anson propone un proyecto work in progress, que se va construyendo mientras dura la exposición. Una pared está reservada para el Barça, la otra para el Mataró. El propio artista mataroní se encarga de ir pintando las paredes semana detrás semana, con los colores del Barça y del CE Mataró respectivamente sólo sí estos ganan sus partidos de cada jornada. Si lo pierden, lo hace con los colores de la camiseta del equipo contra el que han jugado. Resultado hasta ahora: la pared del Barça sigue de color azulgrana casi inmaculado (sólo aparecen los colores del Athletic de Bilbao por el empate de hace unas jornadas), mientras que la del CE Mataró, inmerso en una racha nefasta de resultados, es un guirigay de colores (los de clubes como el Montcada, Montañesa y Marianau Pueblecito por ejemplo). "No me esperaba que fueran tan mal, me están donante muchísima trabajo", bromea Anson, que destaca que todo el componente estético de la exposición "viene dado de fuera, fruto de los resultados, sin que yo pueda proponer ninguna cuestión estética o formal".
El artista mataroní no tiene pelos a la lengua a la hora de definir el proyecto de "bastante absurdo", pero "El precio de los colores" tiene un transfons a considerar. Anson contrapone por un lado la cultura local, empequeñecida y con su dosis de fracaso (el mal momento del CE Mataró). Por el otro, la cultura global, representada por un Barça triunfante, con la cual se identifican mucho más los mataronins que no con su club local. Además, reflexiona sobre los citados "precio de los colores", unos colores que conforman los equipos deportivos que representan la ciudad, pero también los símbolos de comunidades y países, y que nunca son gratuitos. "Un golpe nacido, ya no puedes cambiar de colores en ningún caso", destaca Ansón, que ve en el fútbol el exponente más popular, pero no el único, de este hecho. La exposición se complementa con una parodia de diario deportivo llamado "Fumbol", composat por artículos, anuncios, tiras y material de todo tipo, recopilado por el propio artista y que hacen referencia al peso identitario de los colores. Anson ha querido destacar también el apoyo de Pinturas Civit Y Pyma para hacer posible el proyecto.
Pintor de pared
Cómo todos los proyectos del creador mataroní, "El precio de los colores" es poliédrico y toma dimensiones inusitadas. En este caso, Ansón ha constituido legalmente una empresa de pintores de paredes. En cada nueva iniciativa, se adentra en un oficio nuevo. Con "Fitzcarraldo" se pasó 55 días trabajando en la construcción de un velero Stela 34; aprendió a hacer de albañil para reconstruir Can Fàbregas a escala al desierto de Nuevo México; y ahora se pasa al sector del brocha gorda. "Me gusta meterme en cosas que no he hecho nunca, que no sabes como saldrán y que de hecho tienen un cierto riesgo", destaca. El más sorpresivo es que ya lo han contratado para pintar una casa con los colores del equipo de su propietario.