El debate sobre la legalización del cannabis está más vive que nunca. Uruguay o Colorado (EE.UU.) ya permiten la venta y consumo para usos recreativos (los terapéuticos están aceptados en otros muchos países). En Cataluña el Parlamento debatirá este año la regularización legal del sector, urgido por la presión social que quiere resolver las contradicciones que afectan el cultivo y consumo personal de esta sustancia. Vinculados a este proceso surgen los clubes de cannabis. En Cataluña se contabilizan 400, y 5 de ellos funcionan en Mataró. Son asociaciones sin ánimo de lucro, privadas y restringidas a los socios, que quieren ampararse en la legalidad y evitar la clandestinidad
En una nave industrial del polígono del Plan de en Boet hay la sede de Asin Sativa, uno de los clubes de cannabis mataronins, operativo desde hace un año. Lo forman una gran sala, sofás y mesas, una pantalla gigante, zona de videojuegos, nevera con bebidas y el despacho de la junta. Además de adquirir la marihuana en el dispensario del local y consumirla dentro, los socios quedan para charlar, ver fútbol o películas, jugar a la Playstation o asistir a los conciertos y monólogos promover por el club. "Es el hogar de todos nosotros. Aquí hay todo tipo de gente, desde cardiólogos hasta personas paradas, unidas por el cannabis y por muchas cosas más", explica Ernest Sánchez, secretario de la asociación. Arrancaron con seis personas; hoy son 400 socios.
Bien cerca, al Camino del Medio, hay ACANAMM (Asociación Cannàbica del Maresme), con 500 socios. Traen 3 meses en Mataró, en un espacio más modesto pero similar al de Asin Sativa: amplio y diáfano, con el humo de la marihuana flotante a pesar de los extractores. No hemos tenido ningún problema con la policía ni con nadie", apuntan sus promotores. Es una tarde de lunes y unos 20 socios se reúnen para fumar mientras charlan a los sofas o juegan al futbolín y en el billar. Hace poco el local acogió un concierto del grupo Jaleo Real exclusivamente para socios, "como todo el que se hace en nuestro espacio", aseguran.
Acceso restringido
El acceso a estos clubes es restringido, no se entra sin consentimiento. Son privados, pero no clandestinos, no creen que se tengan que esconder de nada. "Funcionamos según la normativa vigente de la Generalitat y el Ayuntamiento", explican desde otra asociación, Cata2, con local al C/ Torrijos y con 200 socios. "Queremos acercar el mundo del cannabis, sea lúdico o terapéutico, a los usuarios de Mataró y Maresme facilitando un acceso legal y controlado a un producto de calidad", resume uno de los responsables, Xevi Casas. Además, promueven charlas informativas sobre el cannabis, torneos de videojuegos y otras actividades lúdicas.
El funcionamiento de Asin Sativa, ACANAMM o Cata2 sigue el patrón de la mayoría de clubes de cannabis, federados en entidades como CatFAC. Para hacerse socio hay que tener más de 21 años y contar con el aval previo de otro socio. Cada cual paga una cuota al año (unos 20 euros), además de una cuota mensual según la cantidad de cannabis que consuma, que se calcula a partir del coste del cultivo de la marihuana. La producción va a cargo de socios de las mismas entidades y se hace en cantidades limitadas que se destina exclusivamente al consumo de los miembros del club. Los clubes cannàbics se autoabasteixen para garantizar la calidad del cannabis y huir de la compra ilícita. "Se ha acabado ir a buscar al traficante a un callejón oscuro", explican desde Asin Sativa. "Queremos generar un entorno agradable para el consumo y no tener que recurrir al mercado negro", añaden a Cata2.
El marco legal
Toda la producción de cannabis que promueven las asociaciones es para los socios, y no para terceras personas, para evitar que se considere tráfico ilegal. El autoconsum de cannabis al hogar o en el interior de los clubes está permitido, pero el cultivo y el tráfico están perseguidos. El presidente de Asin Sativa, Manuel Jiménez, critica las paradojas legales: "Puedo consumir cannabis pero no cultivarlo; entonces de donde saco el que consumo?". El cultivo lo hacen en un lugar secreto.
Los clubes de cannabis se constituyen en asociaciones sin ánimo de lucro. Después hacen una comunicación previa al servicio de Licencias del Ayuntamiento donde informan que quieren desarrollar una actividad como "asociación sociocultural de fumadores de cannabis", acompañada de un informe técnico del local donde lo ejercerán. El Ayuntamiento comprueba la compatibilidad urbanística y si cumple los requisitos como local de uso asociativo (accesibilidad, ventilación, control de incendios, lavabos...). El consistorio tiene conocimiento de la existencia de 5 clubes de cannabis en Mataró, y 4 de ellos cuentan con su visto bueno (el quinto está en proceso). Fuentes municipales explican que no han recibido ninguna queja ciudadana. Destacan que en todo este proceso en ningún momento se notifica ni se da permiso para la existencia de plantaciones de marihuana.
En una nave industrial del polígono del Plan de en Boet hay la sede de Asin Sativa, uno de los clubes de cannabis mataronins, operativo desde hace un año. Lo forman una gran sala, sofás y mesas, una pantalla gigante, zona de videojuegos, nevera con bebidas y el despacho de la junta. Además de adquirir la marihuana en el dispensario del local y consumirla dentro, los socios quedan para charlar, ver fútbol o películas, jugar a la Playstation o asistir a los conciertos y monólogos promover por el club. "Es el hogar de todos nosotros. Aquí hay todo tipo de gente, desde cardiólogos hasta personas paradas, unidas por el cannabis y por muchas cosas más", explica Ernest Sánchez, secretario de la asociación. Arrancaron con seis personas; hoy son 400 socios.
Bien cerca, al Camino del Medio, hay ACANAMM (Asociación Cannàbica del Maresme), con 500 socios. Traen 3 meses en Mataró, en un espacio más modesto pero similar al de Asin Sativa: amplio y diáfano, con el humo de la marihuana flotante a pesar de los extractores. No hemos tenido ningún problema con la policía ni con nadie", apuntan sus promotores. Es una tarde de lunes y unos 20 socios se reúnen para fumar mientras charlan a los sofas o juegan al futbolín y en el billar. Hace poco el local acogió un concierto del grupo Jaleo Real exclusivamente para socios, "como todo el que se hace en nuestro espacio", aseguran.
Acceso restringido
El acceso a estos clubes es restringido, no se entra sin consentimiento. Son privados, pero no clandestinos, no creen que se tengan que esconder de nada. "Funcionamos según la normativa vigente de la Generalitat y el Ayuntamiento", explican desde otra asociación, Cata2, con local al C/ Torrijos y con 200 socios. "Queremos acercar el mundo del cannabis, sea lúdico o terapéutico, a los usuarios de Mataró y Maresme facilitando un acceso legal y controlado a un producto de calidad", resume uno de los responsables, Xevi Casas. Además, promueven charlas informativas sobre el cannabis, torneos de videojuegos y otras actividades lúdicas.
El funcionamiento de Asin Sativa, ACANAMM o Cata2 sigue el patrón de la mayoría de clubes de cannabis, federados en entidades como CatFAC. Para hacerse socio hay que tener más de 21 años y contar con el aval previo de otro socio. Cada cual paga una cuota al año (unos 20 euros), además de una cuota mensual según la cantidad de cannabis que consuma, que se calcula a partir del coste del cultivo de la marihuana. La producción va a cargo de socios de las mismas entidades y se hace en cantidades limitadas que se destina exclusivamente al consumo de los miembros del club. Los clubes cannàbics se autoabasteixen para garantizar la calidad del cannabis y huir de la compra ilícita. "Se ha acabado ir a buscar al traficante a un callejón oscuro", explican desde Asin Sativa. "Queremos generar un entorno agradable para el consumo y no tener que recurrir al mercado negro", añaden a Cata2.
El marco legal
Toda la producción de cannabis que promueven las asociaciones es para los socios, y no para terceras personas, para evitar que se considere tráfico ilegal. El autoconsum de cannabis al hogar o en el interior de los clubes está permitido, pero el cultivo y el tráfico están perseguidos. El presidente de Asin Sativa, Manuel Jiménez, critica las paradojas legales: "Puedo consumir cannabis pero no cultivarlo; entonces de donde saco el que consumo?". El cultivo lo hacen en un lugar secreto.
Los clubes de cannabis se constituyen en asociaciones sin ánimo de lucro. Después hacen una comunicación previa al servicio de Licencias del Ayuntamiento donde informan que quieren desarrollar una actividad como "asociación sociocultural de fumadores de cannabis", acompañada de un informe técnico del local donde lo ejercerán. El Ayuntamiento comprueba la compatibilidad urbanística y si cumple los requisitos como local de uso asociativo (accesibilidad, ventilación, control de incendios, lavabos...). El consistorio tiene conocimiento de la existencia de 5 clubes de cannabis en Mataró, y 4 de ellos cuentan con su visto bueno (el quinto está en proceso). Fuentes municipales explican que no han recibido ninguna queja ciudadana. Destacan que en todo este proceso en ningún momento se notifica ni se da permiso para la existencia de plantaciones de marihuana.