A comienzos de la década de los años sesenta del siglo pasado se crearon en Mataró muchas nuevas pequeñas empresas dedicadas a la confección de género de punto. Normalmente tenían menos de diez trabajadores, sus artículos eran mayoritariamente de ropa interior, su producción era en cantidades pequeñas y llegaban a ser una especialidad de cada empresa. Al principio, tenían clientes de proximidad, comercios de pequeña dimensión y no disponían de telares propios. Esto hacía que los tejidos para la confección de las piezas tuvieran que comprarlos en los almacenes que se dedicaban a su venta. Cuando había pedidos que precisaban de mucha cantidad de tejido, los mismos fabricantes optaban por comprar la materia directamente a las hilaturas y la llevaban a las empresas de tejer, que cobraban según el peso del género. En aquellos tiempos, en el mercado no existían artículos de género de punto de importación, ya que todos se comercializaban a nivel del Estado, es decir, estaban hechos por empresas del país. Los artículos procedentes de otros países hubieran tenido precios mucho más altos y además había que hacer muchos trámites para poder importar (un agente de aduanas para pedir licencia de importación, el despacho de aduana, el pago de aranceles, etc.). En el año 1960, el cambio del valor de la peseta era muy inferior respecto a las otras monedas y los artículos de importación no podían competir con los precios de nuestro país. Esto hacía que las empresas del género de punto tuvieran mucha demanda dentro de nuestras fronteras.
A finales de los sesenta la población empezó a tener más disponibilidad económica, conseguida en parte haciendo horas extras, también trabajando horas en otras empresas (esta práctica se conocía como "ir a aprovechar", ya que la pluriocupación en teoría no existía). Esto permitía a la población poder hacer más gastos, aumentar su calidad de vida, más consumo, comprar más prendas de ropa y trajes (durante los años cincuenta se veían muchas personas que llevaban los trajes arreglados, incluso con remiendos para ir a trabajar y los hijos a las escuelas). A partir de los sesenta, el hecho de llevar los trajes arreglados y remendados empezó a desaparecer.
Muchas empresas de género de punto incrementaron sus plantillas, dando trabajo a muchas personas inmigrantes venidas de otros puntos del Estado. Se creó más riqueza dentro de la ciudad gracias a la entrada de dinero procedente de otras poblaciones del Estado, por facturaciones de empresas textiles, y al mismo tiempo las demás empresas de los diferentes ramos de la ciudad también incrementaron su actividad: principalmente tintes, talleres mecánicos, talleres auxiliares y transportistas, llevando cajas de género de punto diariamente a Barcelona, a diferentes agencias con destino a otras poblaciones del país. La actividad de las empresas del género de punto estaba entonces en un buen momento de mucha actividad.
Todo el mundo tenía trabajo en Mataró, no había personas en el paro. Durante las horas de trabajo, en las calles de la ciudad no se veía casi a nadie, pues todos estaban trabajando. A lo largo de la semana laboral se tenían que trabajar 48 horas, además de dos horas para recuperar ocho días festivos del año (el total de festivos era de dieciséis días, más dos días de fiestas locales, y las vacaciones eran de quince días en verano). Se tenían que trabajar nueve horas diarias, además de los sábados por la mañana. En aquellos años, los sueldos para las personas que trabajaban en las fábricas eran de unas 600 a 900 pesetas semanales, en función del tipo de trabajo y la responsabilidad.
Las nuevas empresas que tuvieron buen criterio en la producción, la organización y la comercialización consiguieron beneficios. Muchos de estos nuevos empresarios habían comenzado su vida laboral como aprendices en talleres mecánicos de la ciudad y la idea de crear una empresa propia de confección de género de punto les surgió a muchos al ver su funcionamiento y la oportunidad de hacer negocio, cuando por ejemplo estaban reparando máquinas en otras empresas.[banner-AMP_5]
Durante aquellos años los impuestos eran pocos, en comparación con los que tenemos actualmente, ya que no existía ni el IVA. A partir del 1 de julio de 1964 se puso en funcionamiento un nuevo impuesto, con la denominación de "tráfico de empresas (ITE)". Este hecho provocó que se hicieran ventas sin factura, con el fin de ahorrar a los compradores pagar este impuesto del 2,40 % del total de la factura. El impuesto de sociedades tampoco existía, había un impuesto llamado "evolución global". Este salía de una cifra total para cada sector dentro de la misma provincia, fijado por Hacienda de acuerdo con los gremios. El importe se repartía entre todas las empresas del mismo sector, en función del número de trabajadores y el consumo de electricidad. Muchas empresas, para poder ser más rentables, optaron por dar parte de la confección a personas externas, llevando y recogiendo diariamente los sacos de trabajo por las casas. Esto hacía que se tuviera que pagar menos de evolución global, debido a que el personal no figuraba en nómina ni tampoco representaba un gasto de seguridad social, y además la energía eléctrica consumida no era dentro de la empresa. El precio era por el trabajo hecho y este coste resultaba ser muy inferior al de dentro de la empresa. El pago del trabajo que se hacía fuera era semanal y el importe no figuraba contablemente ni representaba ningún gasto registrado. Por contrapartida, se obtenían ingresos por ventas sin factura. La seguridad social se pagaba en función de la base de cotización y de acuerdo con una tabla fija (no sobre el importe de todo el salario). En aquellos años, la base de cotización de los oficiales era de 80 pesetas diarias, mientras que la de los peones era de 60 pesetas. El importe de la seguridad social se pagaba al final de cada mes y era menor en comparación con lo que se paga actualmente. En cuanto a la mano de obra barata, los impuestos eran casi inexistentes y la maquinaria estaba hecha mayoritariamente en talleres mecánicos de Mataró. Parte de la confección se hacía fuera, y las empresas de nueva creación, así como las grandes empresas existentes, aumentaban considerablemente su volumen de ventas y también los beneficios. De esta forma, la ciudad de Mataró se convirtió en una de las ciudades más industriales del país y muchas personas de la comarca se desplazaban diariamente a trabajar a la ciudad.[banner-AMP_6]
Durante la segunda mitad de los años setenta, debido a los cambios políticos, la legalización de los sindicatos y al hecho de tener una inflación descontrolada, muy superior a la de los países de alrededor, automáticamente aumentaron los precios de todos los productos y los convenios laborales se tenían que actualizar de acuerdo al IPC del año anterior. En pocos años, los precios quedaron equilibrados con los precios de otros países.[banner-AMP_7]
Inflación por años:
- 1975 = 14,10%
- 1976 = 19,77%
- 1977 = 26,39%
- 1978 = 16,54%
- 1979 = 15,59%
- 1980 = 15,21%
TOTAL IPC 01/01/1975 a 31/12/1980 = 107,60%
Muchas empresas también implantaron un sistema de primas al personal, para conseguir un aumento de la productividad, principalmente en la sección de confección. Todas las operaciones hechas en esta sección tenían cronometrado el tiempo de producción de cada artículo (tiempo teórico), y este servía para hacer el cálculo de las primas. Este se hacía de la siguiente manera: se comprobaba el tiempo real comparado con la cantidad de todos los modelos hechos durante la semana en el tiempo real por parte de cada operaria, teniendo en cuenta el tiempo cronometrado, con centesimales, y dividido por las horas reales hechas. Entonces, salía un porcentaje que representaba su rendimiento, con una escala del 80% al 140%. Cada porcentaje tenía su valor-precio. Entonces, cuanto más alto era el rendimiento, más elevado era el precio por hora de prima. El total de horas hechas durante la semana por el precio según el rendimiento/hora era entonces la prima que recibía el personal.[banner-AMP_8]
Entonces, las empresas más grandes desviaron parte de su confección a otros puntos del Estado o incluso a otros países, para obtener costos más económicos en comparación con la confección hecha en Mataró. Por ejemplo, se iban a regiones del sur del país o a Marruecos. Esta solución no fue del todo buena, ya que no se podían controlar los trabajos y sus calidades en la confección, además de los gastos de transporte y el coste laboral por el seguimiento.[banner-AMP_9]
El 1 de enero de 1986 entró en funcionamiento el IVA, de un 12% sobre el total de la factura, y esto también provocó un aumento del precio de venta al público de todos los productos, con la correspondiente inflación. A finales de los ochenta y hasta finales de los noventa, debido a que las fábricas tenían mucha producción, el mercado se vio saturado de artículos, también por las importaciones hechas por parte de los grandes mayoristas y almacenes de artículos procedentes de países asiáticos, con un coste mucho más bajo. Todo ello provocó una bajada muy considerable en la demanda a las empresas de confección de género de punto.[banner-AMP_10]
El 1 de enero de 2002 entró en circulación el euro y el cambio de las pesetas a esta nueva moneda provocó una inflación en ese año del 4%. Para poder continuar subsistiendo, las empresas más grandes tuvieron que hacer nuevos diseños para conseguir más mercado, y así la buena época continuó, pero a costa de menos margen para los fabricantes. Estas empresas, para seguir siendo competitivas, tuvieron la necesidad de renovar la maquinaria, automatizarse, informatizarse y organizar de nuevo todo el proceso productivo con el fin de reducir los costos y tener los precios de venta más ajustados.[banner-AMP_11]
Las empresas pequeñas fueron las más afectadas: muchas, su confección era según pedidos recibidos, otras trabajaban para empresas más grandes, la fabricación se hacía según pedido recibido y la confección en pocas unidades del mismo artículo. Todo ello hacía que el coste de producción fuera elevado y la rentabilidad del pedido era escasa o nula, sin poder tener los márgenes suficientes que compensaran todos los gastos. Sin tener ninguna posibilidad futura para poder competir con las grandes empresas de los países asiáticos, se vieron obligadas a cerrar. La mayoría indemnizaron a su personal, que era escaso, pero en las más grandes muchos trabajadores tuvieron que cobrar la indemnización por cierre del fondo de garantía. Las importaciones de países asiáticos llegaron a ser generales y muchas de las empresas más grandes también tuvieron que cerrar, provocando que en Mataró la cifra del paro fuera muy elevada en comparación con la de otras poblaciones.[banner-AMP_12]
¿Puede Mataró volver a ser una ciudad del género de punto?
Actualmente es imposible poder competir con precios de los géneros procedentes de otros países, principalmente los asiáticos, y la venta por internet sale a precios más económicos. Las grandes galerías, áreas comerciales y grandes almacenes tienen empresas proveedoras de sus propias marcas, mientras que la fabricación la tienen en países asiáticos. Si se crean nuevas empresas de confección de género de punto, tendrán que hacerlo estas grandes empresas o multinacionales, para poder sobrevivir y llegar a ser rentables. Se debe fabricar una calidad superior, estar muy robotizada para conseguir producciones a costos muy reducidos, tener unos mejores diseños propios personalizados, una mejor presentación y una imagen de calidad, reconocida a nivel mundial, para poder estar por encima de todos los artículos existentes en los mercados "low cost" y de venta "online" procedentes de la importación de otros países con precios muy bajos. Actualmente, las nuevas generaciones hacen sus compras por internet y esto hace que cada vez existan menos tiendas y comercios en las ciudades destinados a la venta de artículos textiles.[banner-AMP_13]