Tengo un amigo que antes de presentarse a las elecciones me dijo –hace años– que si llegaba a regidor renunciaría al sueldo. Yo le contesté que no lo dijera esto, porque cuando seria al poder se daría cuenta que le habrían pasado las ganas de no querer cobrar. O si lo decía, le caerían sus compañeros de gremio encima.
Ya sé que no se trae la reducción de políticos, cargos electos, quiero decir, pero no sería una mala solución. Si en lugar de ir despidiendo gente a la calle, personas que necesitan su salario para vivir, se hubiera empezado de arriba abajo, reduciendo proprocionalment el número de representantes políticos a todas las administraciones, seguro que ya se habrían obtenido muy buenos resultados.
Menos diputados en Madrid y a la comunidad autónoma obligaría a tener que trabajárselo más para llegar a pillar poltrona y rebajaría gastos, aunque según los políticos no sean al por mayor. Quizás se acabaría, también, la figura del electo que juega con su ordenador mientras otros compañeros suyos hablan de cosas que ni le van ni le vienen; si fueran sus condiciones laborales, seguramente, no lo vería del mismo modo.
Si se tiene que recortar la Enseñanza, la Sanidad, la Administración y todo el que es público, que también se acorte el número de cargos del Estado que nos representan, de arriba abajo.
Pero todos sabemos que esto no pasará, la tissora es la arma del político y el rincón oscuro en el cual esconde una cierta incapacidad para arreglar las cosas. Cuando sacan personal es porque es de los otros y acaban colocando los suyos, son las reglas del juego más o menos disfrazadas por la gran hipocresía social.
Y las cosas, nos guste o no, al final se acaban arreglando por sí solas, aunque el político de turno que haya se cuelgue la medalla. Mientras, pero, la grande apretada la sufre el resto, porque ellos continúen yendo a caballo, que es el deporte que en el fondo más los gusta.
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Ya sé que no se trae la reducción de políticos, cargos electos, quiero decir, pero no sería una mala solución. Si en lugar de ir despidiendo gente a la calle, personas que necesitan su salario para vivir, se hubiera empezado de arriba abajo, reduciendo proprocionalment el número de representantes políticos a todas las administraciones, seguro que ya se habrían obtenido muy buenos resultados.
Menos diputados en Madrid y a la comunidad autónoma obligaría a tener que trabajárselo más para llegar a pillar poltrona y rebajaría gastos, aunque según los políticos no sean al por mayor. Quizás se acabaría, también, la figura del electo que juega con su ordenador mientras otros compañeros suyos hablan de cosas que ni le van ni le vienen; si fueran sus condiciones laborales, seguramente, no lo vería del mismo modo.
Si se tiene que recortar la Enseñanza, la Sanidad, la Administración y todo el que es público, que también se acorte el número de cargos del Estado que nos representan, de arriba abajo.
Pero todos sabemos que esto no pasará, la tissora es la arma del político y el rincón oscuro en el cual esconde una cierta incapacidad para arreglar las cosas. Cuando sacan personal es porque es de los otros y acaban colocando los suyos, son las reglas del juego más o menos disfrazadas por la gran hipocresía social.
Y las cosas, nos guste o no, al final se acaban arreglando por sí solas, aunque el político de turno que haya se cuelgue la medalla. Mientras, pero, la grande apretada la sufre el resto, porque ellos continúen yendo a caballo, que es el deporte que en el fondo más los gusta.
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