Una habitación en forma de H2O, la formula del agua que, como si tuviera vida propia, de día se encuentra suspendida en el techo y por la noche baja para hacer el cambio de turno y ser utilizada de nuevo. No hay una sino que hay ocho moléculas de lluvia'. En cada una de ellas se pueden acoger de tres a ocho niños, que pasarán la noche como si estuvieran aislados del mundo. La primera semana que empezó a funcionar, ya durmieron unos 30 niños que estaban de viaje.
Esta obra, mezcla de ingenieria y de arte futurista, se encuentra desde el 18 de febrero en el interior de una de las esferas de la Atomium de Bruselas y ha sido creada por el artista mataronina Alícia Framis. La Esfera de los niños es un proyecto permanente, dedicado al futuro, a los niños, que se presentó junto con la reinauguració de la Atomium, cerrado durante un año y medio para restaurar su malograda estructura. Framis quiso crear un hotel por niños, donde se impartiera pedagogía urbana y se ayudara a integrar a los niños en su ciudad, a aprender desde pequeños las técnicas del reciclaje y de la integración racial a través del autoaprendizaje. Cuando se hace por la noche, los niños tienen la sensación de apoderarse del edificio, explica la mataronina.
Las moléculas de agua' están pintadas de verde y rojo, los colores del interior del Atomium. Incluso hay un lugar para comer, el Pequeño Club Sandwich, unos lavabos y unas duchas. El mobiliario es flexible y permite a los niños dormir en camas de forma ovalada. En esta esfera, pero, sólo hay una prohibición: el acceso de los padres. Y es que en esta esfera sólo pueden entrar los niños; los adultos se tienen que mantener al margen. El niño o niña tiene una gran sensación de independencia puesto que con pocos años tiene la sensación de 'alojarse a un hotelet' de Bruselas, destaca Framis.
Pau y Disney
Enamorada de la arquitectura y exploradora de las nuevas tendencias artísticas, la mataronina conoció el 1994 el símbolo del uso pacífico del átomo en la primera exposición universal de la posguerra y rápidamente se lo hizo suyo. Framís explica que lo apasionan los retos artísticos: La primera vez que entré a la Atomium cogí enseguida los toques modernos y posmodernos, que hacían que la estructura cayera simpática porque era un edificio divertido.
La armonía del conjunto tiene que estar por sobre en todas las esferas para no hacer de la Atomium un jardín temático de Walt Disney. Incluso el más pequeño detalle ha sido cuidado. No me esperaba que el Atomium se moviera igual que un barco y produjera una sensación realmente entraña; la experiencia es increíble, recuerda Framis.
El artista ya había creado otros espacios alternativos y originales con la participación social, como la pieza Bloodsushibank, que se puede ver al Musac de León, una de sus primeras arquitecturas donde la gente puede dar sangre y, al mismo tiempo, tomar sushi. Además, está preparando un monumento por los donantes de órganos en Barcelona. Los vídeos de sus performances de gente petrificada en diferentes instantes de trabajo, a los cuales Framis los denomina huelgas secretas, se exponen a la Tate Moderno de Londres, en el Museo Van Gogh de Amsterdam y, próximamente, en la catedral de Santiago de Compostela.
Esta obra, mezcla de ingenieria y de arte futurista, se encuentra desde el 18 de febrero en el interior de una de las esferas de la Atomium de Bruselas y ha sido creada por el artista mataronina Alícia Framis. La Esfera de los niños es un proyecto permanente, dedicado al futuro, a los niños, que se presentó junto con la reinauguració de la Atomium, cerrado durante un año y medio para restaurar su malograda estructura. Framis quiso crear un hotel por niños, donde se impartiera pedagogía urbana y se ayudara a integrar a los niños en su ciudad, a aprender desde pequeños las técnicas del reciclaje y de la integración racial a través del autoaprendizaje. Cuando se hace por la noche, los niños tienen la sensación de apoderarse del edificio, explica la mataronina.
Las moléculas de agua' están pintadas de verde y rojo, los colores del interior del Atomium. Incluso hay un lugar para comer, el Pequeño Club Sandwich, unos lavabos y unas duchas. El mobiliario es flexible y permite a los niños dormir en camas de forma ovalada. En esta esfera, pero, sólo hay una prohibición: el acceso de los padres. Y es que en esta esfera sólo pueden entrar los niños; los adultos se tienen que mantener al margen. El niño o niña tiene una gran sensación de independencia puesto que con pocos años tiene la sensación de 'alojarse a un hotelet' de Bruselas, destaca Framis.
Pau y Disney
Enamorada de la arquitectura y exploradora de las nuevas tendencias artísticas, la mataronina conoció el 1994 el símbolo del uso pacífico del átomo en la primera exposición universal de la posguerra y rápidamente se lo hizo suyo. Framís explica que lo apasionan los retos artísticos: La primera vez que entré a la Atomium cogí enseguida los toques modernos y posmodernos, que hacían que la estructura cayera simpática porque era un edificio divertido.
La armonía del conjunto tiene que estar por sobre en todas las esferas para no hacer de la Atomium un jardín temático de Walt Disney. Incluso el más pequeño detalle ha sido cuidado. No me esperaba que el Atomium se moviera igual que un barco y produjera una sensación realmente entraña; la experiencia es increíble, recuerda Framis.
El artista ya había creado otros espacios alternativos y originales con la participación social, como la pieza Bloodsushibank, que se puede ver al Musac de León, una de sus primeras arquitecturas donde la gente puede dar sangre y, al mismo tiempo, tomar sushi. Además, está preparando un monumento por los donantes de órganos en Barcelona. Los vídeos de sus performances de gente petrificada en diferentes instantes de trabajo, a los cuales Framis los denomina huelgas secretas, se exponen a la Tate Moderno de Londres, en el Museo Van Gogh de Amsterdam y, próximamente, en la catedral de Santiago de Compostela.