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Judith Vives

Moon, una odisea espacial gana el Sitges 2009

Duncan Jones explota con cierta gracia, pero sin abusar, la circunstancia de ser el hijo de David Bowie en su tarjeta de presentación como director de cine, Moon, con la que se ha impuesto en la reciente edición del festival de cine de Sitges. De entrada, no cuesta mucho ver en Moon un intento de convertir Space Oditty en película. El film contiene prous elementos como para poder hablar de un homenaje al famoso tema de David Bowie, pero también con suficiente entidad propia cómo para considerarla una obra personal que va más allá de la influencia paterna. Personal, y no sin riesgo, el que supone salir adelante una película de ciencia ficción con un único personaje –solvente Sam Rockwell- y unos efectos especiales artesanales que dotan el film de una singular estética retro y la diferencian de las grandes producciones que actualmente se basan en la explotación de los recursos y efectos digitales. Interesante, aun así, es el tema de fondo de la película, el de la clonación y sus implicaciones éticas y existenciales, que Jones toca a partir de la evolución de un personaje aislado en una estación espacial lunar. Las razones de la existencia de esta estación lunar aportan un añadido ecologista a este cuente humanista en clave de ciencia ficción. El film también incluye pequeñas pero simpáticas guinyades de guiño a todo un referente, el 2001 de Kubrick, especialmente con el robot inteligente Gerty, un tipo de Hal 9000 que, cuando llega el momento de la revuelta, también se capaz de mostrar iniciativa propia.