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Judith Vives

Motivación y liderazgo

Clint Eastwood continúa haciendo gala de la sabiduría adquirida y de la envidiable capacidad, que ha ido depurando en los últimos años, de comunicar con ideas muchos sencillas grandes lecciones de vida. En su exceso de convencionalismo y previsibilitat, Invictus no es quizás una de sus mejores películas, y sin duda desllueix junto a su obra anterior, la extraordinaria Grande Torino. Pero aún así enlaza de manera muy coherente con el discurso integrador que define últimamente su filmografía y que parece el resultado de una cierta presa de conciencia social y política. Invictus reconstruye la final del mundial de rugby entre la selección sudafricana y la neozelandesa, un partido trascendental que contribuyó a afianzar el sentimiento de unidad en la Suráfrica puesto-apartheid. Morgan Freeman presta su solvencia habitual para interpretar a Nelson Mandela con algo más que puro mimetismo. No profundiza excesivamente en la persona o la trayectoria política globla del personaje que, todo sea dicho, es mostrado con pocas fisures. Pero no es la intención de Invictus la de hacer una biografía política al uso. Más bien, Eastwood elige Mandela como ejemplo de un tipo de liderazgo sabio e integrador que motiva sin imponer, ayudando a los demés –en este caso, al capítà del equipo de rugby- a encontrar en ellos mismos la fuerza necesaria para hacer realidad un objetivo común positivo y enriquecedor para todo el mundo. Interesante y muy positiva resulta, al mismo tiempo, la visión del deporte como vehículo político, pero sobre todo, como poderosa herramienta para la unidad y la cohesión social.

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