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Judith Vives

Operación fracaso

En un momento en que se imponen los modelos de éxito que promueven programas como Operación Triumfo o Factor X no es de extrañar que Hollywood se haya planteado un remake de Fama, el musical dirigido por Alan Parker que ya dio pie, en ochenta, a una popular serie televisiva. Ahora es el coreógrafo Kevin Tancharoen quién coge la dirección de un film más fiel a la superficialidad de los programas musicales actuales que a la Fama original del 1980. La por el•lícula de Alan Parker, más que un musical, era un ejemplar drama social que reseguía las vidas, inquietudes y problemas de una pandilla de estudiantes de artes escénicas que encontraban –o no- en su actividad artística una salida y un sentido a sus vidas. Pero como una gran final de Operación Triumfo o un lujoso videoclip de la MTV, la nueva versión de Fama se centra en la música, los bailes, los vestidos y el espectáculo, dejando completamente de banda el retrato social y el trasfondo de los personajes, definidos con una notoria desgana. El film presenta graves problemas de narración y una nulo•la entidad dramática, que disimula y rebaja las problemáticas de los jóvenes hasta traerlas a un nivel de simplicidad alarmante, y que resulta, en el planteamiento y resolución de algunos conflictos, tremendamente reaccionaria. Y ni siquiera la música –una mala actualización de la composición original de Michale Gore- ni las coreografías –copias baratas del maestro Bob Fosse- consiguen salvar el remake de Fama de su estrepitoso fracaso.