Parece que Ron Howard ha tomado buena nota de las críticas que generó su esperada versión cinematográfica del éxito editorial Lo Código DaVinci , cosa que le ha permitido corregir algún error en la nueva adaptación que firma de una novela de Dan Brown. Se agradece, por lo tanto, que Ángeles y demonios sea, como mínimo, una película bastante más entretenida, además ritmo y acción, que su predecesora. Poca cosa más se puede decir de una película que, más allá de esto, resulta una nueva constatación de la actitud burocrática con la cual Ron Howard afronta sus proyectos cinematográficos, siempre tan insípidos e impersonales. El realizador opta por una adaptación bastante literal de la novela de Dan Brown, sin ningún esfuerzo para hacerse suya una historia que, probablemente desde su origen ya sufre de numerosas incoherencias que la hacen fuerza inverosímil. Su protagonista, Tom Hanks, también parece poco motivado por una por ellícula que, no obstante, le ha supuesto un sueldo nada despreciable. Sólo Ewan McGregor, con su solvencia habitual, parece creerse su personaje, clave en una trama que abre el debate siempre fascinante de la confrontación entre ciencia y religión. Pero ni siquiera aquí, guionistas y director han sabido o querido aprovechado el potencial de un material del cual se habría podido sacar mucho más zumo. Huyendo de toda polémica para llegar de forma amable a todos los públicos, Ángeles y demonios queda reducida a historieta de intriga entretenida y ligera, pero vacía de todo contenido, superficial, sin compromiso y oblidable. Ni siquiera la visión de la siempre espléndida Roma y las iglesias donde tiene lugar gran parte de la trama sirve de consuelo, puesto que las dificultades para rodar acciones truculentes como las que se muestran al film han obligado a recurrir a decorados y cromes forzados. Al fin y al cabo, una película con muy poco ángel y de mil demonios.
espaiisidor.blogspot.com
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