Desde cuando tenemos internet en casa nuestra? Cuántos canales de televisión y radio podemos ver y escuchar? Cuánta inmigración extracomunitaria había hace veintiséis años? Las nuevas generaciones no tienen nada a decir sobre los textos fundacionales de nuestra sociedad? Y si tienen algo a decir, que cambiarían? Qué sacarían? Qué añadirían? Si el aeropuerto se tiene que hacer más grande, por qué no lo podemos hacer? Y el puerto? Quién somos? Qué somos?
Sólo son unas cuántas preguntas, pero ya se ve que las cosas han cambiado desde 1979. Han aparecido nuevos problemas, que ni siquiera llegaban a imaginarnos entonces. Todo cambia y nosotros, como sociedad, tenemos que dar respuestas y soluciones a las preguntas y problemas que se nos plantean y que nos haga sentir cómodas en la España plural.
Por eso necesitamos un nuevo Estatuto, nuestro Estatuto, o más bien, un Estatuto donde la mayoría de los catalanes y catalanas nos sentimos identificados.
Parece que por parte de los partidos políticos que están participando en la redacción del texto no todo son flores y violas. Hay unos que no ven necesario hacer un nuevo Estatuto: son "los conservadores" (que no se mueva nada, ya estamos bien como estamos, ahora y siempre). Hay otros que perdieron su oportunidad y no pueden soportar que los nuevos hagan su trabajo. Hay partidos que sí creen que se tiene que cambiar el Estatuto, y además, lo hacen. Aunque por el camino tengan que hacer equilibrios y cesiones para conseguir el máximo consenso. Así están las cosas.
Necesitamos un nuevo Estatuto. Ahora se han dado las condiciones políticas para hacerlo posible. Pero me gustaría dejar constancia de una obviedad: el Estatuto se tiene que aprobar en el Parlamento de Cataluña, se tiene que aprobar en el Congreso de los Diputados y al Senado y después tiene que recibir el visto bueno de las ciudadanas y ciudadanos de Cataluña en un Referéndum. Ya hace falta que hagan bien los deberes nuestros políticos porque somos nosotros, los ciudadanos, los que tenemos la última palabra.
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