Crisis, del griego krinein. Significa escoger, juzgar, separar, decidir. Crisis como momento de flexión, decisión, que señala una bifurcación.
A lo largo de la historia se han vivido muchas situaciones de cambio en el sistema de valores, giros políticos, económicos y sociales. En momentos como estos, surgen alternativas creativas encaminadas a adaptarnos a la nueva coyuntura. Hablar de cambio de paradigma, actualmente, todavía parece precipitado. Aún así, el cierto es que se están llevando a cabo nuevos planteamientos. Hay quién dice, pero, que simplemente se devuelve a antiguas prácticas y usos que en otros momentos se presentaban como la única alternativa posible.
Este es el caso de la apuesta por el local, por el comercio de proximidad, por los productos hechos por el vecino o por el intercambio en especies. Cada cual con aquello que sabe hacer mejor. Las grandes superficies tienen de todo y de más: fabricado aquí, allá, por máquinas, por personas, transportadas en barco, avión, camión o carro echado por caballos. Tienen bolsas de lechuga plastificada y carne de grandes explotaciones ganaderas, galletas que se podrían elaborar aquí pero que se han hecho a tres mil kilómetros de distancia. En Mataró (y Maresme) tenemos labradores que cultivan lechugas, frutas, hortalizas; obradores donde hacen pan, galletas, magdalenas y todo tipos de delicias dulces y saladas; se elaboran embutidos, quesos. La lista podría seguir.
Desde el Consejo Comarcal del Maresme se ha querido potenciar la producción y el comercio de proximidad: se ha elaborado un censo con los productores de la comarca y se ha editado un catálogo de los productos de la tierra y de artesanía alimentaria. Que la administración potencïi este tipo de iniciativas se tiene que aplaudir. Ahora nos toca a nosotros rematar el trabajo, a los consumidores y consumidoras, apostando por aquello que nos es me es cercano. Para reactivar la economía local, para potenciar el producto de temporada, para proteger el medio ambiente mediante los circuitos cortos de distribución, para apoyar a los productores de la zona.
A lo largo de la historia se han vivido muchas situaciones de cambio en el sistema de valores, giros políticos, económicos y sociales. En momentos como estos, surgen alternativas creativas encaminadas a adaptarnos a la nueva coyuntura. Hablar de cambio de paradigma, actualmente, todavía parece precipitado. Aún así, el cierto es que se están llevando a cabo nuevos planteamientos. Hay quién dice, pero, que simplemente se devuelve a antiguas prácticas y usos que en otros momentos se presentaban como la única alternativa posible.
Este es el caso de la apuesta por el local, por el comercio de proximidad, por los productos hechos por el vecino o por el intercambio en especies. Cada cual con aquello que sabe hacer mejor. Las grandes superficies tienen de todo y de más: fabricado aquí, allá, por máquinas, por personas, transportadas en barco, avión, camión o carro echado por caballos. Tienen bolsas de lechuga plastificada y carne de grandes explotaciones ganaderas, galletas que se podrían elaborar aquí pero que se han hecho a tres mil kilómetros de distancia. En Mataró (y Maresme) tenemos labradores que cultivan lechugas, frutas, hortalizas; obradores donde hacen pan, galletas, magdalenas y todo tipos de delicias dulces y saladas; se elaboran embutidos, quesos. La lista podría seguir.
Desde el Consejo Comarcal del Maresme se ha querido potenciar la producción y el comercio de proximidad: se ha elaborado un censo con los productores de la comarca y se ha editado un catálogo de los productos de la tierra y de artesanía alimentaria. Que la administración potencïi este tipo de iniciativas se tiene que aplaudir. Ahora nos toca a nosotros rematar el trabajo, a los consumidores y consumidoras, apostando por aquello que nos es me es cercano. Para reactivar la economía local, para potenciar el producto de temporada, para proteger el medio ambiente mediante los circuitos cortos de distribución, para apoyar a los productores de la zona.