El actual momento de crisis financiera que ha parado la construcción, y la concesión de créditos a familias que tenían la intención de adquirir una vivienda nueva, está provocando que los ahorros de los que podían disponer estas familias se inviertan en la rehabilitación o reforma de su antigua vivienda.
Se trata de una gran oportunidad para revitalizar los cascos urbanos consolidados, que durante los años de la expansión inmobiliaria se han ido despoblando y degradando por falta de una inversión que iba dirigida, en gran medida, a las nuevas urbanizaciones y edificios de nueva planta.
Una gran oportunidad que no se tiene que perder y que hace falta que no repita errores del pasado en la perspectiva de cambio global que se nos acerca. El sector de la construcción ha sido, y es todavía, uno de los que más incidencia ha tenido en el derroche de energías y materiales y por lo tanto, en la emisión de contaminados y el cambio climático.
Es por eso que se completamente necesario un cambio de mentalidad tanto de los profesionales, que tendrán que priorizar aspectos medioambientales en el diseño y la construcción, como de los usuarios que serán responsables del uso que hagan.
Pero, del mismo modo, se hace indispensable la complicidad del poderes públicos, que tendrán que actuar en consecuencia en las políticas urbanísticas que promuevan a partir de ahora. En este sentido se tendría que empezar a pasar página de los edificios icono, desarraigados del clima y la tradición constructiva del territorio y que se han demostrado como auténticos agujeros negros energéticos.
Se trata de una gran oportunidad para revitalizar los cascos urbanos consolidados, que durante los años de la expansión inmobiliaria se han ido despoblando y degradando por falta de una inversión que iba dirigida, en gran medida, a las nuevas urbanizaciones y edificios de nueva planta.
Una gran oportunidad que no se tiene que perder y que hace falta que no repita errores del pasado en la perspectiva de cambio global que se nos acerca. El sector de la construcción ha sido, y es todavía, uno de los que más incidencia ha tenido en el derroche de energías y materiales y por lo tanto, en la emisión de contaminados y el cambio climático.
Es por eso que se completamente necesario un cambio de mentalidad tanto de los profesionales, que tendrán que priorizar aspectos medioambientales en el diseño y la construcción, como de los usuarios que serán responsables del uso que hagan.
Pero, del mismo modo, se hace indispensable la complicidad del poderes públicos, que tendrán que actuar en consecuencia en las políticas urbanísticas que promuevan a partir de ahora. En este sentido se tendría que empezar a pasar página de los edificios icono, desarraigados del clima y la tradición constructiva del territorio y que se han demostrado como auténticos agujeros negros energéticos.