El Monasterio de Montserrat ha inaugurado este martes la restauración de su claustro neoromànic, obra del arquitecto mataroní Josep Puig y Cadafalch, y del atrio de la Basílica de Santa Maria, el patio de entrada al templo por dónde, cada año, pasan más de 2 millones de turistas. Las obras, que se han alargado durante 13 meses, han costado 450.000 euros y han sido financiadas íntegramente por la Diputación de Barcelona. En el caso del claustro –que no es visitable-, los trabajos han consistido al eliminar las humedades, y sustituir y restaurar las vigas de madera afectadas por las termitas. En cuanto al pavimento del atrio, se han eliminado las barreras arquitectónicas de acceso a la basílica con la creación de una rampa central bajo los porches de la planta baja, y se han sustituido las piezas de mármol que estaban en mal estado.
El claustro neoromànic del Monasterio de Montserrat es obra del arquitecto Josep Puig y Cadafalch, que fue presidente de la Mancomunidad de Cataluña entre los años 1917 y 1924, y del cual en 2017 se conmemoraba el 150è aniversario de su nacimiento en Mataró y el centenario de su toma de posesión como presidente de la Mancomunidad. Este claustro, que fue construido el 1925, se encuentra situado a la parte interior del monasterio y no es visitable. Está formado por dos pisos de arcos de ladrillo sostenidos por columnas de piedra que sirve de comunicación entre las diversas dependencias del monasterio.
El arquitecto responsable de las obras, Josep Maria Sala, ha explicado que el 70% de las vigas estaban en mal estado, y ha dicho que una de las principales dificultades ha sido la de intentar hacer las obras sin perjudicar la vida monástica. Sala ha detallado que se ha buscado una solución para reforzar las vigas y no tenerlas que cambiar, puesto que era partidario de conservar la obra de Puig y Cadafalch y también evitar entorpecer la vida monástica. "Los monjes pasan por aquí tres golpes al día para ir hacer las comidas, son gente tranquila y hacer las obras era caótico", ha explicado.