Este escrito no pretende hacer ningún tipo de aportación histórica, strictu sensu , sería una temeridad por parte de quien subscribe estas rayas. El lector encontrará sólo la aportación de unos hechos recogidos en la tradición oral y alguno también poco conocido recogido de relatos que hacen referencia a las Santas.
De toda la vida, he sentido a decir que a la calle de en Pujol de Mataró había la casa de las Santas. En los medios en los cuales esta circunstancia se producía, la afirmación se hacía con firmeza, quizás el deseo superaba la realidad. El hecho, pero, se que se decía. También me llegó por vía oral, no sé qué fiabilidad podía tener la noticia, que cuando se hicieron las obras del nuevo edificio de la Caixa Laietana, que da en la calle de en Pujol, se encontró los restos de una villa romana. Cosa, que si hubiera sido cierta, daría algún fundamento a la tesis que la calle de en Pujol se considerara el lugar donde había la mansión de las mártires.
Personas muy vinculadas en la iglesia y que sufrieron al ver destrozado o incendiado el patrimonio religioso de la ciudad al començ de la guerra civil explicaban, como aquel que relata un hecho prodigioso, que una de las piezas codiciadas por los incendiarios de la Basílica de Santa Maria eran las reliquias de las Santas que se guardan, hoy todavía, dentro de una urna de plata, sobre un tabernacle también forrado del mismo metal. Estas reliquias, según los relatores que pude escuchar, se escondieron a la funeraria de la calle de la Coma, en medio de baúles y cajas de muertos. Cuando esta empresa funeraria fue objeto de un cacheo por parte de milicianos que buscaban el tesoro deseado, a pesar de que removieron de arriba abajo la sala donde se habían escondido las reliquias, incluso teniéndolas al alcance, no las pudieron reconocer. Insisto, todo lo comentado hasta aquí procede de la vox populi.
Por el que hace las reliquias de santa Juliana y santa Semproniana la primera noticia que se tiene fecha al siglo XI cuando el monasterio de Sant Cugat del Vallès, denominado de San Pedro Octavià, entregó varios restos de santos para la consagración de la iglesia del monasterio de santo Esteve de Banyoles, entre estos restos constan las de nuestras Santas. En el año 1099, será en el mismo monasterio de San Pedro Octavià, que con ocasión de la consagración de un altar en Santa Maria, también están depositadas reliquias de las Santas entre las otros mártires, según consta en el acta de consagración. Las referencias a las reliquias de las Santas se repiten en documentos posteriores, según reseña Devotioteca en los suyo glog.
Atendida la posible vinculación de las mártires discípulas de santo Cugat con la ciudad de Mataró, según relata la obra histórica del fraile mínimo, hijo de Blandas, Joan Gaspar Roig y Gelpí los mataronins, por medio de su Consejo , en 1682 habían pedido al monasterio de Sant Cugat, que guardaba los restos de Juliana y Semproniana, que las entregaran en la capital del Maresme, que las consideraba hijas relevantes de la ciudad, con objeto de poder venerarlas, para decirlo de alguna manera, casa suya mismo. No fue hasta el s. XVIII, que se consiguió el traslado de una parte de las reliquias en Mataró en una procesión que atravesó la cordillera litoral por Parpés.
A raíz de la desamortización de los bienes eclesiásticos, en 1835, el monasterio ubicado al actual Sant Cugat fue clausurado y los restos de nuestras mártires, que todavía había, se trasladaron a Mataró. Las nuevas reliquias fueron depositadas al altar mayor de la iglesia parroquial de Santa Maria junto con las que habían llegado en 1772.
De toda la vida, he sentido a decir que a la calle de en Pujol de Mataró había la casa de las Santas. En los medios en los cuales esta circunstancia se producía, la afirmación se hacía con firmeza, quizás el deseo superaba la realidad. El hecho, pero, se que se decía. También me llegó por vía oral, no sé qué fiabilidad podía tener la noticia, que cuando se hicieron las obras del nuevo edificio de la Caixa Laietana, que da en la calle de en Pujol, se encontró los restos de una villa romana. Cosa, que si hubiera sido cierta, daría algún fundamento a la tesis que la calle de en Pujol se considerara el lugar donde había la mansión de las mártires.
Personas muy vinculadas en la iglesia y que sufrieron al ver destrozado o incendiado el patrimonio religioso de la ciudad al començ de la guerra civil explicaban, como aquel que relata un hecho prodigioso, que una de las piezas codiciadas por los incendiarios de la Basílica de Santa Maria eran las reliquias de las Santas que se guardan, hoy todavía, dentro de una urna de plata, sobre un tabernacle también forrado del mismo metal. Estas reliquias, según los relatores que pude escuchar, se escondieron a la funeraria de la calle de la Coma, en medio de baúles y cajas de muertos. Cuando esta empresa funeraria fue objeto de un cacheo por parte de milicianos que buscaban el tesoro deseado, a pesar de que removieron de arriba abajo la sala donde se habían escondido las reliquias, incluso teniéndolas al alcance, no las pudieron reconocer. Insisto, todo lo comentado hasta aquí procede de la vox populi.
Por el que hace las reliquias de santa Juliana y santa Semproniana la primera noticia que se tiene fecha al siglo XI cuando el monasterio de Sant Cugat del Vallès, denominado de San Pedro Octavià, entregó varios restos de santos para la consagración de la iglesia del monasterio de santo Esteve de Banyoles, entre estos restos constan las de nuestras Santas. En el año 1099, será en el mismo monasterio de San Pedro Octavià, que con ocasión de la consagración de un altar en Santa Maria, también están depositadas reliquias de las Santas entre las otros mártires, según consta en el acta de consagración. Las referencias a las reliquias de las Santas se repiten en documentos posteriores, según reseña Devotioteca en los suyo glog.
Atendida la posible vinculación de las mártires discípulas de santo Cugat con la ciudad de Mataró, según relata la obra histórica del fraile mínimo, hijo de Blandas, Joan Gaspar Roig y Gelpí los mataronins, por medio de su Consejo , en 1682 habían pedido al monasterio de Sant Cugat, que guardaba los restos de Juliana y Semproniana, que las entregaran en la capital del Maresme, que las consideraba hijas relevantes de la ciudad, con objeto de poder venerarlas, para decirlo de alguna manera, casa suya mismo. No fue hasta el s. XVIII, que se consiguió el traslado de una parte de las reliquias en Mataró en una procesión que atravesó la cordillera litoral por Parpés.
A raíz de la desamortización de los bienes eclesiásticos, en 1835, el monasterio ubicado al actual Sant Cugat fue clausurado y los restos de nuestras mártires, que todavía había, se trasladaron a Mataró. Las nuevas reliquias fueron depositadas al altar mayor de la iglesia parroquial de Santa Maria junto con las que habían llegado en 1772.