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Un trabajador se fuma un cigarrillo en la calle

Vern Bueno

‘Sólo los más osados s’han atrevido a prohibir fumar a sus bares’

El humo sigue presente a la mayoría de bares y restaurantes de la ciudad a pesar de la entrada en vigor de la nueva ley contra el tabaco.

Dos semanas después de la entrada en vigor de la Ley reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos de tabaco, el pasado 1 de enero, el humo de los pitillos sigue presente en la mayoría de bares y restaurantes de la ciudad. Según datos del Gremio de Hostelería y Turismo de Mataró y el Maresme, se puede seguir fumando en el 82% de los bares y restaurantes asociados al gremio. Para los establecimientos de menos de 100m2, los propietarios de los cuales pueden elegir si está permitido o no fumar, “es cómo si la ley no se hubiera aplicado, porque todo sigue casi igual”, explica el director del Gremio, Josep Lluís Martí.

La clave, según Martí, es que a pesar de que inicialmente se había anunciado que los menores de 16 años no podrían entrar a los establecimientos donde se permitiera fumar (hecho que tenía que implicar que muchos bares optaran para ser espacios libres de humo), finalmente el Ministerio de Sanidad y Consumo ha permitido que puedan acceder en iguales condiciones que antes. “Se entra en una contradicción flagrante, puesto que los menores sí tienen prohibida la entrada en las zonas reservadas para fumadores a los establecimientos mayores de 100m2”, asegura Martí. En estas condiciones, el director del gremio dice que “sólo los más osados” se han atrevido a prohibir el tabaco a sus establecimientos, “y todos ellos se lo toman como una aventura llena de incertidumbres”.

Refugio para fumadores
“Si prohíbo fumar a mi bar, cierro las puertas en dos días”, constata Maria Luisa Cárdenas, propietaria de la Innobar, un establecimiento donde, según ella, los trabajadores buscan “un refugio” donde tomar un café y fumarse un pitillo después de una larga jornada laboral sin tabaco, y que además los fin de semana se llena de jóvenes que salen de fiesta. Cárdenas asegura que “desde el pasado 1 de enero la facturación de la máquina de tabaco ha subido”. Sala Clap, pared por pared con la Innobar han optado para dejar libre de humo el vestíbulo y la sala grande sepultada y habilitar para fumadores la terraza y la sala de arriba. De momento, el primer fin de semana del año pudieron comprobar que la sala de bajo “no se llenó hasta más tarde del qué es habitual, mientras que la de arriba estuvo llena a reventar toda la noche”, tal y cómo constata Sandra Solé, encargada de sala. La diferencia entre las dos salas era enorme; así lo asegura en Marçal Vaquero, camarero del Clap: “El pasado fin de semana trabajé en la sala de bajo y el cambio respecto a otras noches fue espectacular, ya no me picaban los ojos, no se me cargó el pecho, la ropa no me hacía pudor e incluso me cansé menos”. Según en Marçal, “los camareros que son fumadores también prefieren esta nueva situación”.

Espacios sin humo
Uno de los establecimientos clásicos de la ciudad, la Granja Caralt, se ha sacado casi todo el humo de sobre; han reservado de manera provisional las tres mesas de la entrada para fumadores, mientras que a las restantes 24 han desaparecido los ceniceros. “Creemos que nuestra clientela se merece un local sin humo”, dice la Nati Martínez, copropietaria del local. Según ella, la medida está teniendo “una muy buena aceptación”, hasta el punto que los clientes habituales fumadores “prefieren aguantarse en ninguna parte de utilizar las mesas de la entrada”. El hecho de tener mucha repostería expuesta y la gran presencia de niños entre la clientela los ha animado a hacer de la Granja Caralt un local libre de humo. Bien cerca, en la plaza del Ayuntamiento, el Café Latino es otro de los pocos bares de Mataró donde se ha prohibido fumar. La Hanan Elmoudem, trabajadora del local, dice que tanto ella como los clientes no fumadores están “contentísimos” con la medida. No obstante, durante esta primera semana ha observado como algunos clientes marchan cuando ven que no se puede fumar y otros se toman el café a velocidad récord antes de tocar el dos con el pitillo a punto de encender. “Incluso he visto clientes de toda la vida saliendo otros bares”, asegura.

Incertidumbre
El restaurante Sangiovese, en la calle Sant Josep, tiene más de 100m2, así que se ha tenido que habilitar una sala para fumadores. Las obras de acondicionament (cerrar la sala porque el humo no llegue al resto de dependencias), todavía restan pendientes, y está para ver si las llevarán a cabo. El propietario del establecimiento, en Juan Arriaza, afirma que los hace “miedo” lleva a cabo “una inversión muy fuerte” que al final no los sirva de nada ante un eventual endurecimiento de la ley. “Quién nos dice que de aquí uno o dos años no se prohíba fumar a todos los recintos cerrados? De qué utilidad nos serán las obras, entonces?” se pregunta Arriaza, molesto para tener que hacer obras al restaurante tanto sólo seis meses después de su inauguración.

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