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El regidor Oriol Batista estuvo presente a l´acto.

T. Rodon

Treinta años con ICASS al recuerdo

La residencia de Abuelos de la Avenida Gatassa celebra tres décadas con el orgullo de hacer un buen trabajo

Por Esteve Santamaría hoy lunes, día 17, es especial. La residencia ICASS, donde vive des desde que el centro se fundó, en 1976, celebra el trigésimo aniversario. Él ya hace días que lo espera. “Aquí vivo muy bien y me cuidan perfectamente; espero estar muchos más años”, dice satisfecho. A sus 102 años, Santamaría ha visto crecer la residencia y ha visto pasar a todo tipo de amigos y compañeros. Como su mujer, que se murió después de trece años a ICASS. Aún así, este montserratí está “orgulloso” de poder disfrutar de la residencia y, siempre que puede, come un poco de requesón para recordar el producto más venerado de su infancia.

Mientras tanto, en la sala polivalente, Araceli Subías descansa a primera fila de la platea, en espera de que el homenaje a sus amigos empiece. Como miembro del consejo asesor y del consejo de gobierno, han sido meses intensos para perfilar el aniversario de ICASS, situada a la Avenida Gatassa. Araceli, la “relaciones públicas”de la residencia, tiene 84 años pero su energía es admirable. “Quién me cuidará mejor que aquí? ICASS me lo ha dado todo desde que me jubilé y se merece que ahora yo trabaje por ella”, dice satisfecha. A su lado, su marido, José Baeta, de 91 años, se muestra cofoi del tiempo que ha pasado a la residencia. “Mejor que en casa. Sort he tenido de poder venir aquí”, exclama.

Cómo ellos dos, la sala polivalente de la residencia está llena de gente que no se quiere perder el homenaje a los trabajadores que se han jubilado durante los treinta años de la residencia. De hecho, hoy el centro está inmerso en las celebraciones para recordar tres “largas décadas” pero hace una semana que vive días especiales, según Baeta: “Se nota que la gente respira aires diferentes; esto es bueno para romper la dinámica y la monotonía”.

Con todo, la residencia ha programado una serie de actas, que pondrán su punto y final el próximo miércoles, día 19, con una misa y una comida de gala. De hecho, los actos ya empezaron la semana pasada, con el acto principal que tuvo lugar el pasado viernes, día 14. La presidenta del centro, Margarita Porqueras, cree que la efeméride llega en un muy buen momento: “Somos un centro dinámico y que busca tener un trato muy personal”.

Un reflejo de los cambios sociales
Cada día la residencia ICASS ve pasar medio millar de personas entre residentes –más de trescientos-, trabajadores y visitantes. La actividad es “frenética”, según Porqueres, y “muestra el trasiego diario en el que vivimos”. Según coincide todo el mundo, pero, no siempre ha sido así.

Cuando la residencia se fundó, en 1976, España vivía sensaciones de cambio y los centros por la gente mayor proliferaban en todo el territorio. Eran los últimos intentos del franquismo para extender la sensación que era un régimen de cariz social. ICASS se creó por la “terquedad” de Mataró, fruto de una donación privada de Jaume Terrades –entonces ciudadano de México-, de la cesión de los terrenos por parte de Caja Laietana y de la financiación del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. “Al principio la residencia estaba rodeada de campos de cultivo; ahora miras al lado y está todo urbanizado. Todo cambia”, reflexiona Porqueras. La residencia fue de las primeras de Cataluña, puesto que a mitades de la década de los setenta sólo Terrassa, Santa Coloma de Gramenet, Sant Llorenç Savall, Girona y Palau de Plegamans tenían.

Con la democracia llegó la descentralización política. Así, ICASS cambió de manso y la Generalitat se hizo cargo. Los cambios, pero, según la presidenta, no se han notado: “Todas las administraciones nos han tratado muy bien. El único cambio que hemos cogido es que antes el trato era más personal, ahora todo es más complicado”.

El envejecimiento de la sociedad ha obligado a cambiar la concepción de la residencia a medida que pasaban los años. Si en un principio sólo se permitía la entrada a la gente “sana”, en los últimos años se ha optado por un modelo mixto. De hecho, el debate ha continuado hasta nuestros días. “Es bueno que haya un modelo mixto, entre enfermos y sanos; se respira un ambiente diferente que si se opta por uno de los dos caminos”, opina Porqueras, quienes el próximo año dejará su silla para jubilarse.

A pesar de todo, en los días de celebraciones, acostumbran a abundar los momentos por el recuerdo y la nostalgia. Por eso, el “Rincón de las donaciones” –situado a la planta baja y que acoge varias donaciones, desde un piano a un sofá- es lugar de parada obligada. Cómo recuerda Santamaría, pero, el “ más importante que podemos hacer es dar nuestro esfuerzo por un lugar que nos ha cuidado y que nos ha hecho pasar con alegría los últimos compases de nuestra vida”.

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