Con la celebración de los 30 años de la muerte de Franco, también podemos empezar a hacer balance de la generación en el poder. Se trata de una generación con los resentimientos, las frustraciones y las ocultaciones derivadas del franquismo. En Cataluña aquello que se ha denominado la sociovergència. Los éxitos son bastante elocuentes, unos éxitos que no hay que apuntar únicamente a la acción de gobierno, sino sobre todo al gran cambio económico y tecnológico que ha hecho posible el cambio social y cultural. Pero me propongo simplemente dibujar algunas pinceladas sobre esta generación. Estas son algunas de sus características:
- La dificultad para reivindicar un discurso moral, un sentido moral de la existencia. La generación postfranquista o de mayo del 68 y sus herederos asimilan el concepto moral a una determinado tipo de pensamiento basado en la coacción individual y la represión. Durante la guerra de Irak, en cambio, se sintió mucho la palabra inmoral. Se hace difícil construir un edificio moral porque en muchos ámbitos la asimilación entre moral y discurso religioso represor es indestriable.
- La dificultad para pensar las dimensiones más internas, personales del sujeto más allá de mecanismos conductistas o mecanicistas del comportamiento humano, o únicamente como resultado de factores sociales.
- La dificultad de darse cuenta que las industrias de la cultura comunicación incluida- son permanentes discursos morales que conforman el que Roland Barthes denominaba mitos, y que no son nada más que aquello que todo el mundo da por evidente, el estado natural de las cosas, sin ninguna necesidad de demostrarlo o de argumentarlo. Es habitual que a las secciones de deportes se haga referencias a morales mucho más rígidas que las religiosas. El equipo del Barça ha presentado como máximo aval su espíritu de sacrificio, o bien hará falta resignación ante el adversario que nos ha tocado. La idea de combatir un mundo la cultura del no tanto de moda ahora- es más grande que el de la creación de puntos de referencia. Al Corazón de la Ciutat: no estés por los hijos, olvídate. Ocúpate sólo de tú mismo!.
- La dificultad para poder afirmar sin tapujos que la condición humana no es buena por naturaleza, cosa que ahora descubrimos astorats con los fenómenos de acoso escolar. Curiosamente el cristianismo tenía la teoría del pecado original pero la generación del 68 no entendió nada y pensó que se trataba de una mala teoría agrícola una manzana mala- cuando, de hecho, el único que afirmaba es que, en potencia, todos los seres humanos traemos la bestia que hace posible Auswitch inscrita en nuestros propios genes.
- Ante la bondad natural, la generación que desde hace años ocupa lugares de responsabilidad y se perpetúa en lugares de poder invisible consejos de administración-, ha sido incapaz de un discurso preciso y claro en términos de convivencia, civismo y educación. En el debate político, sus fantasmas estructuran grandes espacios de ideología, aquellos tópicos que tanto gusta a los periodistas.
De este modo, temas como los de la sexualidad y la afectividad y su relación con los poderes públicos o el presente debate sobre la educación, venden viciados en su origen por incapacidades de toda una generación.
- El mito de la libertad y la no influencia sobre los hijos: nosotros no damos pautas, cuando sean grandes ya escogerán. La incapacidad para establecer criterios no proviene de la crisis de las ideologías ni de valores. En la mayoría de los casos se trata de un verdadera incapacidad individual para aceptar que en el ser humano hay partes directivas que toda nuestra inteligencia reflexiva va encaminada a una mejora de la propia condición humana, a una optimización de nosotros mismos.
- Dejamos de banda las dificultades para aceptar el padre. Se trata de una generación que vive en una adolescencia y que combate todavía con el padre, la autoridad, quien establece la orden. En este sentido, seguramente sin quererlo, Montserrat Tura se está convirtiéndose en la mejor pedagoga para toda una generación. O cuando se intenta poner orden el merder con que se ha convertido el día a día en la ciudad de Barcelona, Imma Mayol declara que se trata de una demostración del capitalismo neoliberal. (Tengo que decir que con seis años no he podido ir nunca a jugar con mis hijos en una pequeña plaza que hay junto a casa: a pesar de estar prohibido siempre está pleno de perros de los peligrosos sin ligar, y la zona de juegos es un auténtico estercolero). Ahora bien, todavía tenemos que votar negativamente cuando se presenta una moción de apoyo a las fuerzas armadas. Los temores del ciudadano que vive solo no se contemplan. La importancia es la definición del grupo, un grupo socialmente avanzado.
- Quienes hemos sido educados por los miembros de la generación que luchó contra el franquismo conocemos, también, el rechazo, casi el asco que toda una generación ha mostrado por la individualidad y por la subjetividad, asimilada al individualismo. El gregarisme trae al rechazo del pensamiento propio, prefabricado por los líderes de opinión de turno, demasiado a menudo en manso de directores de cine o cantantes pagados por multinacionales. La reivindicación de la individualidad es algo que quienes dicen que estuvieron en mayo del 68 sólo han entendido cuando han visto que esto se traducía en crecimiento de hipotecas y de volumen de negocio.
- Y el que es más grave, y que pagaremos de forma grave: la asimilación de religión a represión ha traído a la desaparición del interés por las dimensiones más auténticamente espirituales de la condición humana y su afán de trascenderse, de superar un presente que siempre, para toda criatura humana, en algún momento u otro aparece como fuente de límites, y por lo tanto, de auténtico sufrimiento. Me lo decía una amiga mía, alta directiva del MACBA: cuánta cultura sin experiencia humana que la sostenga! Cuánta retórica artística sin la más mínima investigación de móns internos y externos.
- El más cercano a la herencia de la cultura que dejarán los luchadores del franquismo es el discurso televisivo: un discurso donde se mezcla la muerte por Sida con un anuncio de comprendidas con alas, los muertos de Irak con la Loto 6/49, y donde todo tiene el mismo valor. Se cargaron los grandes metadiscursos, consiguieron que a través de la ironía y la libertad de expresión nos lo pudiéramos cargar todo, incluso las instituciones y los valores que podían catalitzar experiencias que ahora quedan disgregadas. Lo decía Popper: todos somos relativistas hasta que tenemos que coger un avión. Entonces aseguramos que el avión no se estrellará.
El más curioso de todo, pero, es que se trata de una generación sin alternativa o con alternativas sin futuro, -dejando al margen los vendedores de utopías todos ellos con plaza fija en las administraciones públicas-. Porque, a pesar de que una generación es mucho más que un grupo político, es cierto que esta generación ha pivotat en torno al Partido de los Socialistas de Cataluña. La paradoja es la escasa influencia que en términos de hábitos culturales y de líneas de pensamiento generan el resto de partidos catalanes. Después de una generación antifranquista tendrá que nacer una de nueva. Y parece que únicamente hay potencia ideológica, capacidad para sintonizar con los diferentes núcleos generadores de pensamiento y cultura, capacidad de influencia real en los diferentes ámbitos sociales para marcar los disparos distintivos de una nueva generación en el espectro que gira en torno al mismo partido.
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- La dificultad para pensar las dimensiones más internas, personales del sujeto más allá de mecanismos conductistas o mecanicistas del comportamiento humano, o únicamente como resultado de factores sociales.
- La dificultad de darse cuenta que las industrias de la cultura comunicación incluida- son permanentes discursos morales que conforman el que Roland Barthes denominaba mitos, y que no son nada más que aquello que todo el mundo da por evidente, el estado natural de las cosas, sin ninguna necesidad de demostrarlo o de argumentarlo. Es habitual que a las secciones de deportes se haga referencias a morales mucho más rígidas que las religiosas. El equipo del Barça ha presentado como máximo aval su espíritu de sacrificio, o bien hará falta resignación ante el adversario que nos ha tocado. La idea de combatir un mundo la cultura del no tanto de moda ahora- es más grande que el de la creación de puntos de referencia. Al Corazón de la Ciutat: no estés por los hijos, olvídate. Ocúpate sólo de tú mismo!.
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- Ante la bondad natural, la generación que desde hace años ocupa lugares de responsabilidad y se perpetúa en lugares de poder invisible consejos de administración-, ha sido incapaz de un discurso preciso y claro en términos de convivencia, civismo y educación. En el debate político, sus fantasmas estructuran grandes espacios de ideología, aquellos tópicos que tanto gusta a los periodistas.
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- El más cercano a la herencia de la cultura que dejarán los luchadores del franquismo es el discurso televisivo: un discurso donde se mezcla la muerte por Sida con un anuncio de comprendidas con alas, los muertos de Irak con la Loto 6/49, y donde todo tiene el mismo valor. Se cargaron los grandes metadiscursos, consiguieron que a través de la ironía y la libertad de expresión nos lo pudiéramos cargar todo, incluso las instituciones y los valores que podían catalitzar experiencias que ahora quedan disgregadas. Lo decía Popper: todos somos relativistas hasta que tenemos que coger un avión. Entonces aseguramos que el avión no se estrellará.
El más curioso de todo, pero, es que se trata de una generación sin alternativa o con alternativas sin futuro, -dejando al margen los vendedores de utopías todos ellos con plaza fija en las administraciones públicas-. Porque, a pesar de que una generación es mucho más que un grupo político, es cierto que esta generación ha pivotat en torno al Partido de los Socialistas de Cataluña. La paradoja es la escasa influencia que en términos de hábitos culturales y de líneas de pensamiento generan el resto de partidos catalanes. Después de una generación antifranquista tendrá que nacer una de nueva. Y parece que únicamente hay potencia ideológica, capacidad para sintonizar con los diferentes núcleos generadores de pensamiento y cultura, capacidad de influencia real en los diferentes ámbitos sociales para marcar los disparos distintivos de una nueva generación en el espectro que gira en torno al mismo partido.
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