A menudo se asocian los castillos con grandes construcciones de época medieval, cargadas de elementos militares y que forman parte de grandes epopeyas o leyendas ancestrales. Con matices, pero nada más lejos de la realidad. No obstante, también hay castillos pequeños (castellets) que se han erigido para definir límites territoriales, para ser una columna más de un extenso dominio territorial. Castells que por su peculiaridad presentan disparos distintivos y diferenciadores de las grandes construcciones feudales. Menos espectacularidad, pero más detallisme y quizás también, más encanto.
encontramos un buen ejemplo en el pueblo Castellet i la Gornal, en la comarca de la Alt Penedès. Un municipio de 1.522 habitantes que se llega a través de la carretera BV-2116, un camino muy habilitado, tortuoso y con un paisaje pintoresco. El pueblo está ubicado junto al pantano de Foix, inaugurado en 1928. Debido al elevado nivel del agua que ha registrado la zona, se ha creado un paisaje diverso, con muchas especies acuáticas y pájaros de todas las características. Pues en medio de este paisaje se encuentra el castillo de Castellet, una fortificación del siglo X y conservado en perfecto estado después de las últimas restauraciones.
Construido con el nuevo de castillo de Santo Esteve, servía de fortaleza para delimitar la Marca Hispánica con Al-Andalus. A pesar de ser de dimensiones bastante reducidas, el castillo no ha hecho gala de su nombre a lo largo de la historia. Ha recibido guerras y alteraciones de la posesión por las diferentes sagas de señores feudales y ha tenido una gran importancia estratégica hasta el siglo XVI, cuando quedó en un estado ruinoso. El año 1925 fue adquirido por el señor Peray, quién decidió reconstruirlo y usarlo como mansión. Aún así, no ha sido hasta el año 2001 que se ha rehabilitado totalmente, obras que han ido a cargo de la Fundación Castellet de Foix.
Después de una visita obligada al castillo de Castellet, hay que ir también hasta la iglesia de Sant Pere, de origen románico y todo apunta que del siglo XII. Una iglesia sencilla pero, ubicada en el entorno, adquiere una aureola especial.
Este, pues, es un viaje sencillo y rápido pero, precisamente, por eso, nos puede ayudar a entender un ambiente y una manera de vivir. Castellet vivía aislado de cualquier civilización y, a pesar de esto y sus diminutas dimensiones, adquirió una importancia capital. Es un viaje al pasado y también a la sencillez medieval. Si es que esta existía.
encontramos un buen ejemplo en el pueblo Castellet i la Gornal, en la comarca de la Alt Penedès. Un municipio de 1.522 habitantes que se llega a través de la carretera BV-2116, un camino muy habilitado, tortuoso y con un paisaje pintoresco. El pueblo está ubicado junto al pantano de Foix, inaugurado en 1928. Debido al elevado nivel del agua que ha registrado la zona, se ha creado un paisaje diverso, con muchas especies acuáticas y pájaros de todas las características. Pues en medio de este paisaje se encuentra el castillo de Castellet, una fortificación del siglo X y conservado en perfecto estado después de las últimas restauraciones.
Construido con el nuevo de castillo de Santo Esteve, servía de fortaleza para delimitar la Marca Hispánica con Al-Andalus. A pesar de ser de dimensiones bastante reducidas, el castillo no ha hecho gala de su nombre a lo largo de la historia. Ha recibido guerras y alteraciones de la posesión por las diferentes sagas de señores feudales y ha tenido una gran importancia estratégica hasta el siglo XVI, cuando quedó en un estado ruinoso. El año 1925 fue adquirido por el señor Peray, quién decidió reconstruirlo y usarlo como mansión. Aún así, no ha sido hasta el año 2001 que se ha rehabilitado totalmente, obras que han ido a cargo de la Fundación Castellet de Foix.
Después de una visita obligada al castillo de Castellet, hay que ir también hasta la iglesia de Sant Pere, de origen románico y todo apunta que del siglo XII. Una iglesia sencilla pero, ubicada en el entorno, adquiere una aureola especial.
Este, pues, es un viaje sencillo y rápido pero, precisamente, por eso, nos puede ayudar a entender un ambiente y una manera de vivir. Castellet vivía aislado de cualquier civilización y, a pesar de esto y sus diminutas dimensiones, adquirió una importancia capital. Es un viaje al pasado y también a la sencillez medieval. Si es que esta existía.