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En Joan y Mercedes, al campo de refugiados. Foto: Cedida

Vern Bueno Casas

Un trabajo de investigación trae dos estudiantes mataronins a los campos de refugiados

Joan Simó y Mercedes Sánchez, alumnos de Bachillerato de Santa Anna, impulsan a los campos griegos la campaña 'Limpiamos la guerra'

Poco se lo podían pensar en Joan Simó y Mercedes Sánchez que, a sus 17 años y estudiando Bachillerato, acabarían viajando varias veces a los campos de refugiados de Grecia e impulsando una campaña solidaria. "No teníamos previsto paso ir, pero todo va ir muy rápido", explica Simó. Él y su compañera decidieron dedicar el trabajo de investigación, proyecto de investigación obligatorio para todo alumno de bachillerato, al fenómeno de los refugiados. El que tenía que ser un simple trabajo académico se ha convertido en el proyecto "Limpiamos la guerra" que ha hecho que estos dos estudiantes mataronins se involucraran de pleno al intentar mejorar las condiciones de vida de las personas atrapadas en los campos griegos.

"Primero queríamos traer antisépticos, de aquí el nombre de la campaña, pero el contacto con la empresa no funcionó y lo reorientamos"

Un cúmulo de circunstancias posibilitó el primer viaje en Grecia, el mes de junio pasado. Por un lado, el enlace que los hizo una trabajadora de las Escuelas Pías que había ejercido de voluntaria; por la otra, el padre de Mercedes, médico, que se sumó al proyecto médico solidario promovido por una ONG. En Joan y a Mercedes se desplazaron al campo de Frakapour, cerca de Tesalónica, una de las grandes instalaciones creadas por el gobierno griego después del desmantelamiento de campos como Eko. En primera instancia trajeron ropa y también material para la escuela del campo, como por ejemplo pizarras y letras de juguete. Bien pronto, pero, encontraron que había necesitados más urgentes.

"Durante la semana en que el padre de Mercedes estuvo haciendo de médico, se detectaron muchos casos de niños con diarrea, debido a los problemas higiénicos del campo", explica en Joan. Poquíssimes duchas para 600 personas y wáteres sin fosa séptica, entre otros problemas, generaban graves focos de infección. Los dos mataronins se centraron al intentar traer al campo antisépticos para intentar paliar esta situación, pero los contactos con empresas distribuidoras de estos jabones resultaron muy frustrantes. "Tuvimos que reorientar nuestro objetivo", destaca.

"Con la cantidad de porquería y de vidrios rotos que hay al campo, un buen par de zapatos resulta imprescindible".

El nombre de la campaña, 'Limpiamos la guerra", viene de esta primera intención, pero el trabajo de en Joan y Mercedes se ha acabado centrando al paliar otra necesidad, la carencia de zapatos. Varias ONG lo habían intentado previamente, como por ejemplo un grupo de voluntarias españolas que trajeron calzado. "Con toda la buena fe del mundo, pero eran zapatos de segunda ma, o bien no eran tallas adecuadas por los niños... si no lo organizas bien no funciona". Los dos mataronins se pusieron a recaudar dinero, dando vida a la parte "práctica" de su trabajo de investigación. Elaborando unas chapas con la ayuda de un compañero del bachillerato artístico, haciendo charlas por los diferentes cursos de Santa Anna y otras campañas, han llegado a conseguir 5.000 euros, que destinarán integrament a comprar zapatos para los refugiados del campo. "Todo el dinero son para el calzado, el resto de gastos nos las pagaremos nosotros", apunta Simó. Entre ellas el viaje hasta Grecia en furgoneta, donde también traerán cinco maletas facturadas con ropa. Los zapatos, pero, las comprarán en el país heleno, puesto que los saldrá más económico que no traerlas desde Cataluña. "Con la cantidad de porquería y vidrios rotos que hay al campo de Frakapour, que no es más que una nave industrial abandonada con centenares de personas viviendo como pueden, unos zapatos en condiciones son imprescindibles", relata el estudiante. El trabajo con 'Limpiamos la guerra' tendrá que ser metódica para evitar errores previos otros ONG, y habrá que tomar nota previamente del pie que calzan cada uno de los 600 refugiados del campo.

Una lección vital

El proyecto está siendo toda una lección por estos dos estudiantes mataronins, que nunca habrían esperado que el trabajo de investigación de bachillerato los supusiera una experiencia tan profunda como esta. Simó reconoce que han aprendido muchísimo. "Hay cosas que te quedan marcadas por siempre jamás, como un hombre que hemos conocido que es viudo y que trae con él sus cinco hijos y los seis de su hermano que ha muerto a la guerra de Siria", relata Simó, que lamenta las condiciones del campo de refugiados de Frakapour. "Comer tienen, pero es tan calórico como poco nutritivo, y las personas con problemas digestivos lo pasan fatal. Yo que soy celiaco me moriría allá". Uno de los niños con quienes suelen hablar es diabético y se tiene que enfrentar cada mañana a un almuerzo de zumo de naranja envasado, cruasán industrial y dàtils. Las condiciones de vida son muy precarias, con temperaturas muy altas en verano, hasta 40 grados, y bordeando los 0 grados en invierno, difíciles de soportar para los que viven en tiendas fuera de las naves industriales del campo. Las instalaciones, además, se encuentran además de dos horas a pie de Tesalónica, así que a pesar de que los refugiados tienen libertad de movimientos, en realidad se sienten encarcelados.[banner-AMP_5]

En Joan y Mercedes han creado una web, netegemlaguerra.com, que contiene toda la información sobre el proyecto y que van actualizando con las últimas novedades. Además, se pueden hacer donaciones online. El eslogan que han escogido, "Tú puedes hacer un cambio en la vida de una persona hoy".

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