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Ramon Bassas

Viladomat: son oportunas las oportunidades?

La prensa local se hace eco, esta semana, de la asignación a la ciudad de Manresa de veinte lienzos de grande tamany, restaurados, del pintor Antoni Viladomat. Viladomat es el pintor barroco catalán más importante, quizás, a pesar de que hay que recordar que se trata de un periodo que se ha denominado la Decadencia y que nuestro país no disfrutó entonces precisamente de demasiado buena pintura, comparándolo con el resto de España. Es todo otro tema, pero no me estoy de decir también que probablemente la Decadencia sea muy discutible, a tenor del que decía el historiador García Espuche (miráis aquí). El que tenemos, tanto en pintura como en literatura, es ausencia de producción culta. Viladomat, pues, brillaría. No sé si por mérito de él o por demérito otros, o por las dos cosas, pero tiene un nombre. Los cuadros de los que hablábamos, que guarnían el convento de Sant Francesc en Barcelona, ya derruido, son seguramente del mejor que podemos ver del autor, junto con los frescos de la capilla de a Dolors de Santa Maria de Mataró.

De aquí que, la Cup, propusiera al pleno municipal que, ahora que el MNAC quiere airearlos de su almacén, vinieran a nuestra ciudad. La cuestión es que el Ayuntamiento se lo ha estudiado, ha encargado un informe, y ha descartado que vengan, tanto por el "discurso museístico" de la institución que lo tendría que acoger como por la carencia de recursos (especialmente de espacio) para acogerlo.

Cómo es obvio, ya hay mucha gente que ha salido a romperse las vestiduras. Si no fuera porque creo que tienen bastante razón, el discurso autoflagel·lador que tanto nos gusta hacer siempre sobre que la ciudad de los renacuajos "no sabe aprovechar oportunidades", me la haría dar ipso facto a la nueva directora del Museo de Mataró, firmando del informe denegatorio. El amigo Carles Spa, en cambio, cree que la decissió municipal es correcta y opina que vale más la pena ser firme en la esratègia elegida en ninguna parte de meravellar-se ante algunas "oportunidades" sobrevenidas. Habla, por ejemplo, del Museo Bassat, pero podríamos añadir el Festival Shakespeare (clausurado por el anterior gobierno a cambio de abocar más dinero a música comercial de la fiesta mayor), o la controvertida Fiesta del Cielo. O El Corte Inglés, por quien la Cup y también el anterior gobierno, habitual de las manifestaciones en contra, no debía de ser una oportunidad tan interesante como los lienzos de Viladomat, a pesar de que generaba 1.000 puestos de trabajo. En fin.

"Pájaro mando o ciento volando"

La polémica me lleva en un debate que me parece, pues, más interesando que ella misma. Hablo de la tensión entre la urgencia y la planificación, entre el "pájaro mando" o "ciento volando", entre aprovechar o esperar. Ciertamente, el caso que nos ocupa es goloso. El Barroco en Mataró fue importante. Barrocos son los tres sienes más relevantes: la Basílica de Santa Maria y las iglesias de santo Josep y Santa Anna. Lo son muchas casas, con sus fachadas no nada monumentales o sus cerraduras conmemorativas de los bandos de la Guerra de Sucesión, en la que participamos también de muy barroca manera. Y otras muchas cosas que ahora me dejo. Lo es, ya lo hemos dicho, la capilla de Dolors, pero también la de Roser, vecina. Y el propio Viladomat, casado con una hija de la familia propietaria de Las Esmandies, un casal que todavía se conserva. La tentación de hacer "un discurso", y algunas cosas más, es sugerente. La tentación de relligar este periodo con el resto de la historia local, bimil·lenària, con yacimientos y muestras bien a la vista, todavía lo es más. Por eso digo que los que se blasmen tienen bastante razón. Por eso y porque las "oportunidades" se tienen que entender como complementarias a una estrategia, que tiene que ser basta flexible si quiere que las primeras le den éxito. Las estrategias de las administraciones, a parecer mío, sería mejor que se centraran más en el contenedor que en el contenido, en la predisposición para las oportunidades y la creatividad más que en su sustitución. Por esta razón, de entrada, tendrían que ser bienvenidas las oportunidades ¿Veinte cuadros de Viladomat no dotarían de más sentido, de más contexto, de más "discurso", a la pandilla de quartos públicos que se dedican a la restauración de Santa Maria, por ejemplo?

Aún así, entiendo también la posición contraria. Veinte cuadros de grandes dimensiones necesitan de un espacio inmenso. Que habría que encontrar, adaptar, mantener y gestionar. Y pagarlo, esclar. En realidad, sería mucho más barato rehacer un convento, llenarlo de frailes y colgar las obras con la seguridad que serán muy mantenidas. Pero cómo que hay crisis de vocaciones, hay que pagar todo esto a precio de funcionario. Encabat, habría que mirar de amortizar la inversión haciendo que pase gente, diría. Otro problema evidente. Por ejemplo, siempre que he ido a Venecia a ver Santa Maria dei Miracoli, una de las mejores capillas del mundo, no he habido de hacer cola...

En fin, creo que el debate no es si es bueno o doliendo sino, más bien como siempre, qué nos conviene más.[banner-AMP_5]

¿Podríamos seguir la polémica con estos términos, analizando pros y contras sin apriorismos, o preferiremos llorar y llamar por las oportunidades perdidas mientras pasan ante nosotros sin que nos damos cuenta las oportunidades para los optimistas?