Con el verano llegan las vacaciones, el descanso y, teóricamente, la desconexión. Pero para muchos trabajadores catalanes, desconectar del trabajo durante el periodo vacacional sigue siendo una meta difícil de alcanzar. A pesar de las leyes vigentes que garantizan el derecho a la desconexión digital, los datos muestran que este derecho se aplica de manera irregular y que la cultura de la disponibilidad constante continúa muy arraigada en el entorno laboral catalán.
Según una encuesta de Randstad realizada en julio de 2025, solo el 47% de los catalanes consigue desconectar del trabajo de forma inmediata al comenzar sus vacaciones. El resto, un 53%, necesita varios días o, incluso, una semana o más para poder desconectar mentalmente de sus obligaciones laborales. En concreto, un 34,3% afirma que necesita algunos días, pero menos de una semana, mientras que un 18,2% asegura que necesita al menos una semana para lograrlo.
Este fenómeno no es exclusivo de Cataluña. En el conjunto del Estado, casi el 55% de los trabajadores afirma que le cuesta desconectar, y un preocupante 4,5% confiesa que ni siquiera después de dos semanas de vacaciones logra liberarse mentalmente del trabajo. En un contexto en el que el bienestar emocional y la salud mental son cada vez más relevantes, estas cifras ponen de manifiesto la creciente dificultad de separar vida profesional y personal.
Un derecho que no se cumple
La legislación española reconoce, desde 2018, el derecho a la desconexión digital fuera del horario laboral, mediante la Ley Orgánica 3/2018 de protección de datos personales. Esta normativa fue reforzada en 2021 con la Ley 10/2021 del trabajo a distancia, que prevé sanciones para las empresas que la incumplen. No obstante, su aplicación efectiva está lejos de ser una realidad.
Según la misma encuesta de Randstad, casi 7 de cada 10 trabajadores en Cataluña admiten recibir comunicaciones laborales fuera del horario establecido. Solo un 28,7% asegura no recibir nunca este tipo de interrupciones. Un 31,7% afirma recibirlas de vez en cuando, un 25,3% raramente, un 9,4% a menudo y un 4,8% de manera constante. Esto significa que un 14,2% de los trabajadores catalanes convive habitualmente con interrupciones digitales, una cifra superior a la media estatal (12,4%).[banner-AMP_5]
Estas comunicaciones se producen tanto durante la semana laboral como durante los periodos de descanso. Un informe reciente elaborado por InfoJobs alerta de que el 63% de los trabajadores españoles sigue respondiendo llamadas, correos electrónicos o mensajes laborales durante las vacaciones. Esta cifra ha aumentado en comparación con años anteriores (era del 59% en 2024 y del 62% en 2023), lo que evidencia una tendencia preocupante: desconectar cuesta cada vez más.[banner-AMP_6]
Una cultura de la hiperconexión
¿Por qué nos cuesta tanto desconectar? Las causas son múltiples. Según el estudio de InfoJobs, el sentimiento de obligación es el principal motivo por el que muchos trabajadores continúan disponibles durante las vacaciones, con un 41% de los encuestados señalando esta razón. En segundo lugar está la presión del puesto de trabajo (32%), que genera una sensación de responsabilidad constante, incluso fuera de la oficina.[banner-AMP_7]
Esta cultura de la hiperconexión —donde estar disponible se entiende como un signo de compromiso— acaba teniendo un coste personal y emocional elevado. La dificultad para desconectar se traduce en estrés crónico, baja calidad del descanso e incluso en problemas de salud mental. Además, dificulta la conciliación familiar y desvirtúa el sentido mismo de las vacaciones. Paradójicamente, las empresas no parecen ponerle remedio. Dos de cada tres trabajadores afirman que su empresa no aplica medidas efectivas para favorecer la desconexión digital, a pesar de que la normativa les obliga a hacerlo. En muchos casos, no hay protocolos claros, ni límites establecidos, ni una cultura organizativa que respete realmente el tiempo personal de los trabajadores.[banner-AMP_8]
Vacaciones que no son vacaciones
Según el Observatorio Nacional del Turismo Emisor (ObservaTUR), el 94% de los españoles prevé viajar este verano, con una duración media de la estancia de entre una semana y quince días. Pero, tal y como indican los datos, eso no implica necesariamente desconexión real. Es más, cada vez son más los que viajan con el portátil o el teléfono del trabajo en la maleta, responden correos desde la playa o atienden llamadas en mitad de una excursión.[banner-AMP_9]
Este comportamiento no solo afecta al individuo, sino también a su productividad futura. Diversos estudios demuestran que el descanso real —con desconexión total— es esencial para recuperar energía, mejorar la concentración y reducir el riesgo de sufrir “burnout” o agotamiento profesional.
Se necesita un cambio cultural y empresarial
Para que desconectar sea realmente posible, no basta con tener derecho a hacerlo: se necesitan cambios en la cultura laboral y una aplicación efectiva de las normativas. Las empresas deben asumir un papel activo en la promoción del descanso y deben garantizar que sus empleados puedan desconectar sin culpa ni repercusiones. Algunas iniciativas que pueden contribuir a ello son: establecer protocolos claros de comunicación fuera de horario, designar suplentes durante las vacaciones, limitar el uso de canales corporativos fuera del horario laboral o fomentar una cultura de respeto por el tiempo personal.[banner-AMP_10]
Las vacaciones son un derecho, pero también una necesidad. Y para ser útiles, deben servir para descansar de verdad. Desconectar no es un privilegio, sino una condición imprescindible para poder seguir trabajando con salud y garantías.
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