Cuando el ingeniero suizo George de Mestral regresó de un paseo por los Alpes en 1941 con los pantalones llenos de flores de cardo enganchadas, difícilmente podía imaginar que acababa de toparse con una de las ideas más brillantes y universales del siglo XX. Aquellas pequeñas bardanas, compuestas de diminutos ganchos naturales, le inspiraron lo que hoy conocemos como la marca Velcro®, el sistema de cierre de gancho y bucle que revolucionó la manera de fijar, sujetar y abrir objetos de todo tipo. Su historia europea comenzaría años después en el Maresme, cuando la primera planta de Velcro Europe se estableció en Argentona, tejiendo desde entonces un vínculo duradero entre el invento suizo y la comarca.
Una idea que se engancha
De Mestral, movido por la curiosidad científica, examinó las flores al microscopio y descubrió que estaban cubiertas de pequeños ganchos capaces de aferrarse con facilidad a cualquier superficie textil o peluda. Fascinado por aquel mecanismo natural, quiso reproducirlo de manera artificial.
George de Mestral, el inventor del sistema de cierre de la marca Velcro®
Durante casi una década experimentó con tejidos y fibras hasta que, en Lyon (Francia), encontró en la poliamida (nylon) el material ideal para obtener la combinación de resistencia y flexibilidad que buscaba. Para conseguir la forma de los ganchos, incluso inventó una máquina inspirada en las rasuradoras de barbería, capaz de cortar con precisión los bucles y transformarlos en ganchos.
En 1954, George de Mestral comenzó los trámites para patentar este sistema de cierre reutilizable, una patente que se le concedería en 1959. Bautizó su empresa con un nombre que combinaba dos palabras francesas: velours (terciopelo) y crochet (gancho). Así nacía el sistema de cierre de la marca Velcro®, un invento que pronto se extendería por todo el mundo.
Aparentemente simple pero muy complejo: el sistema de cierre de la marca Velcro® es todo un invento
De Suiza a Argentona
Solo cinco años después, en 1959, la historia del sistema de cierre de la marca Velcro® dio un giro inesperado hacia el Maresme. La primera fábrica europea de la compañía se instaló en Argentona, que entonces vivía un momento de esplendor industrial. La comarca, con una sólida tradición textil y una mano de obra cualificada, era un enclave ideal para empresas internacionales.
Desde aquella pequeña planta maresmenca, Velcro Europe comenzó a fabricar y distribuir los sistemas de gancho y bucle para todo el mercado europeo. Con los años, las instalaciones se ampliaron y modernizaron, trasladándose a una gran nave en las afueras de Argentona pero siempre manteniendo el vínculo con el territorio y con una generación de trabajadores que han crecido con la marca.
La sede de Velcro Europe en Argentona. Foto: Velcro Europe
Una huella industrial en el Maresme
Hoy, Velcro Europe sigue arraigada en Argentona, donde mantiene una actividad industrial constante y un papel relevante dentro del tejido económico comarcal. Se trata de una de las empresas con más peso del sector textil en el Maresme y un referente de continuidad en una comarca que ha visto desaparecer buena parte de sus fábricas históricas.
Su presencia es también una muestra de cómo el Maresme supo evolucionar de una economía agraria a una de base industrial y tecnológica, sin perder el carácter local ni la capacidad de adaptarse a los tiempos. El caso del cierre Velcro® es un ejemplo claro: un producto nacido de la naturaleza, desarrollado con ingenio y consolidado gracias a la tradición textil maresmenca.
Un sistema que ha llegado a la luna
Desde los zapatos de los niños hasta los uniformes médicos, pasando por los trajes de los astronautas o los equipos industriales, el sistema de cierre de la marca Velcro® ha llegado a todas partes con su combinación perfecta de simplicidad (¡aparente!) y eficacia. Los sistemas de gancho y bucle no solo han hecho muy fáciles tareas cotidianas como calzarse unos zapatos o cerrar una mochila; también han tenido un papel clave en aplicaciones tan espectaculares como la conquista del espacio.
El sistema de cierre de la marca Velcro® llegó a la luna como parte del uniforme de los astronautas
Durante las misiones Apolo, los astronautas estadounidenses llevaron el cierre Velcro® en sus trajes y equipos para asegurar instrumentos y fijar objetos dentro de las naves espaciales, e incluso en la superficie lunar, los primeros pasos de Neil Armstrong y Buzz Aldrin contaron con fragmentos de este mecanismo que ayudaban a organizar y mantener el equipo.
Además, sus usos se han extendido a sectores muy diversos: automoción, calzado y vestimenta, equipos médicos, embalaje e incluso aplicaciones industriales que requieren resistencia a altas temperaturas o materiales reciclados, demostrando que un invento nacido casi por casualidad de un paseo por los Alpes hace más de 80 años sigue enganchando y adaptándose a las necesidades modernas.
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