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Salva Fernández

10 años sin Francesc Rimblas

El 4 de marzo se cumple una década del adiós del único presidente amarillo-y-negro escogido a las urnas

El día 3 de marzo de 2002, el CE Mataró ganaba por 3-2 al Calahorra. Este triunfo situaba el conjunto amarillo-y-negro, dirigido por Joan Villano, en la tercera posición de la Segunda B, a sólo un punto del Español segundo. Zona de promoción de ascenso a Segunda A. Era la mejor temporada de la historia de la entidad. La madrugada de aquel domingo al lunes día 4, el presidente Francesc Rimblas moría de manera repentina golpeando el fútbol catalán. Aquel año, el conjunto mataroní acabó octavo. Diez años después de la muerte de uno de los presidentes más estimados por la demasiada amarillo-y-negra el equipo se encuentra en Segunda Catalana, tres categorías por debajo de aquel histórico conjunto.

"Fue una época muy exitosa; el club cambió mucho y tenía éxitos deportivos con Rimblas como principal culpable: sabía escoger a las personas adecuadas". Óscar Hernández, uno de los jugadores destacados del Mataró durante el mandato de Rimblas, recuerda el presidente como una "persona de trato muy fácil" que "dirigía el club escuchando todo el mundo y dialogante; no era un presidente como los de la época, y esto calaba entre la plantilla". Su hijo y también jugador del CE Mataró en una época posterior, Kiku Rimblas, remarca que el ex-presidente "vivía por el fútbol; él era feliz dedicando la vida en el Mataró y estando fuera todos los fines de semana; sin esto no hubiera podido vivir". El mismo hijo recuerda como "se animó a ser presidente después del vacío de poder que se produjo al club y como luchó con dureza; el día que ganaba las elecciones el Mataró ganaba en casa, y tengo la imagen grabada de él bajando la rampa de entrada al campo con los brazos arriba; supe que lo había conseguido". Por Kiku Rimblas, que encara hoy nunca nadie "haya venido a hablarme mal de mi padre" significa "no que lo hiciera todo perfecto, pero sí que tenía un talante idóneo por el cargo que ocupaba".

Kiku jugaba a la Gramanet B, rival del Mataró aquella temporada a Segunda B, y recuerda "disfrutar como pocos con el equipo que tenían". "Era uno equipara, formado gracias al acierto de traer a Villano, un entrenador con muchos contactos", afirma. Hernández recuerda que el equipo "jugaba muy bien" y que la muerte de Rimblas "fue un choque por toda la entidad; no sé si no conseguimos el sueño por eso, pero es cierto que se perdió un encanto y una dinámica buena que parecía no acabar nunca". Con Rimblas como presidente (1998) el equipo subió a Segunda B por primera vez en su historia, se mantuvo con Creixell de entrenador y estuvo dos temporadas más con Villano, antes del descenso definitivo la 2003-2004.

Jordi Rabassa, periodista de TV Mataró y uno de los que más ha seguido la trayectoria de la entidad en las últimas décadas, remarca que no se puede olvidar la tarea del triunvirat Rafa Campos, Josep Flores y Joaquim Sauras antes de la llegada de Rimblas, un equipo directivo que hizo renacer y recuperar la entidad durante los años noventa y que puso en marcha la maquinaria que continuaría con éxito su succesor. "El disparo distintivo de Rimblas fue que era el primero y único presidente del Mataró escogido democráticamente, legitimidad que sólo él puede hacer gala". "Su muerte marcó un punto de inflexión negativo por el equipo y la historia del club; se malvivió las dos siguientes hasta descender, y excepto la Copa Federación, la trayectoria del Mataró ha sido un tipo de  descenso a los infiernos que sólo ahora parece frenarse".

Lamenta, además, que su ausencia haya provocado a veces ataques gratuitos "para justificar fracasos posteriores o para ser usado como arma arrojadiza contra las directivas de turno; esconderse detrás el mito es rentable; el que se sabe seguro es que no puede defenderse ni de los resentidos ni de los portaplatets". "Por Rabassa es "difícil establecer causa-efecto entre la muerte de Rimblas y la trayectoria del club, puesto que hay factores emocionales que no se pueden contabilizar, como el azar". Eso sí, el periodista está claro: "los hechos son incontestables; el Mataró nunca ha sido tanto arriba como aquel domingo, 3 de marzo de 2002".

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