El pasado 9 de octubre falleció a los ochenta y dos años Mariano Roy Vidal, uno de los mejores futbolistas de la historia del Club Esportiu Mataró. Nacido en nuestra ciudad el 3 de abril de 1943, comenzó a jugar al fútbol con la Penya Marina y en el fútbol base de la Penya X (1957-1961), club en el que destacó mucho, lo que le llevó a jugar con la Selección Catalana juvenil. En 1961 ingresó en el CD Mataró, destacando también en Tercera División, lo que le llevó a fichar por el FC Barcelona en 1963. En el club azulgrana jugó durante la temporada 1963-1964, concretamente en el CD Condal (1963-1964), que entonces era el equipo filial de la entidad y finalizó la temporada octavo en Tercera División. Según consta en el registro oficial del club, aquella campaña Roy disputó un partido amistoso con el primer equipo del Barça, su querido Barça, concretamente el 3 de septiembre de 1963 contra la Gramenet, jugando como titular y anotando un gol. El partido finalizó con 3-4 a favor de los culés, que jugaron con Alavedra, Rayas, Ferrer, Gràcia, Marañón, Mur, Roy, Cubilla, Villaverde, Sánchez y Rifé, con Cardona y Morchón en el banquillo.
Después de una temporada en el club azulgrana, en 1964 Mariano Roy volvió a su ciudad, de la que siempre fue un gran enamorado, como también lo fue de su querido CD Mataró (ahora CE Mataró), club del que fue socio hasta su fallecimiento. En la temporada 1964-1965, con el equipo en Tercera División, se proclamó campeón del Trofeo Moscardó, ganando la final al Balaguer, en uno de los momentos más importantes de la historia del club.
El año del servicio militar fue destinado a Menorca, donde jugó en la UD Mahón, equipo en el que coincidió con jugadores como Bustillo y Planas, que después jugaron en Primera División, en el Barça y en el Zaragoza respectivamente. Aquella temporada 1965-1966 está considerada como la mejor de la historia del fútbol menorquín, ya que el equipo de Maó acabó la liga como primer clasificado e invicto, y disputó la fase de ascenso a Segunda División, aunque la perdió ante el Xerez. Aquel año, sin embargo, siempre ha quedado en el recuerdo de los aficionados más veteranos de la isla de Menorca.
Una vez licenciado, Roy volvió a su ciudad, disputando una temporada más con el CD Mataró (1966-1967), en la que fue el jugador que más partidos disputó con el equipo (36, anotando 9 goles). Durante las diversas temporadas que jugó allí, en el club amarillo y negro compartió vestuario con jugadores como Meya, Benages, Celaya, Soto, Esindi, Xirau, Mañosa, Tosca, Lagunas, Visa, Villanueva, Villa, Roca, Rodon, Polo, Jurado, Estrems, Martínez, etc., bajo las órdenes de entrenadores como Nicola, Martí, Hospital, Falguera o Xirau.
En 1967 fichó por el CD Blanes, donde jugó durante nueve temporadas y consiguió un histórico ascenso a Preferente. El 25 de julio de 1976 recibió un homenaje por parte del club, disputándose un amistoso contra un combinado de veteranos del FC Barcelona. Aquel día, además, recibió la Medalla a la Lealtad Deportiva de la Federación Catalana de Fútbol. Un merecido reconocimiento.[banner-AMP_5]
Roy fue un futbolista de gran calidad técnica, jugando normalmente como extremo derecho, aunque en la Penya X y en el Blanes lo hizo también como delantero centro. Estamos indudablemente ante uno de los grandes jugadores de fútbol que ha dado nuestra ciudad, uno de los pocos que llegó a la élite a pesar de no haber podido triunfar con el primer equipo del FC Barcelona, quizá la espina que le quedó clavada en su carrera deportiva. Porque además, un rasgo definitorio de Roy fue su amor por los colores azulgranas, tal y como se puso de manifiesto en su funeral, que comenzó precisamente con los acordes del “Cant del Barça”. Una bandera azulgrana y una senyera cubrían el féretro, como no podía ser de otra manera.[banner-AMP_6]
Una vez retirado, Mariano jugó para los veteranos de la Alarona durante algunos años, pero lo que fue una auténtica pasión para nuestro protagonista fue la Penya Laru, que consideraba su segunda casa, un lugar donde pasó algunos de los mejores momentos de su vida junto a los grandes amigos que hizo allí. Allí fundó un equipo que llevaba el nombre de “Barca” (escrito así), que duró mientras en la peña hubo liga de fútbol 11. Primero como jugador y después como seguidor, nunca se perdió un partido de ese equipo. Sin duda, la Penya Laru representó para Roy un espacio fundamental y muy importante en su vida, una gran familia.[banner-AMP_7]
Pero si hay una característica que definía a Mariano Roy, más allá de sus destacadas virtudes futbolísticas, era su sentido del humor y su bondad, que mantuvo hasta el último momento, incluso en los más complicados, pues había luchado incansablemente contra diversas enfermedades. El día de su funeral fue un comentario recurrente entre los asistentes, que llenaron por completo el tanatorio de nuestra ciudad, abarrotado como las gradas del campo del Mataró en las tardes de fútbol de los años sesenta en que Roy era protagonista habitual. Persona bromista, siempre de buen humor, se caracterizó por hacer la vida más agradable a aquellas personas que la compartieron con él: su esposa Carmina, sus hijos David, Eva y Marc, sus nietos (Pol, Paula, Oriol, Berta, Álex, Jana y Ona), familiares, amigos y compañeros.[banner-AMP_8]
Trabajador durante años en la sección de afinado de la empresa Albo S.A., en este punto permítanme una breve nota personal: el padre de quien firma este artículo trabajó con él en la empresa a principios de los años setenta y recuerda con cariño cómo de vez en cuando los trabajadores organizaban partidos con barbacoa en los que, con camiseta amarilla y negra o azulgrana, Mariano Roy seguía demostrando su calidad. Mi padre, muy joven entonces y con pocos recursos, recuerda cómo él le pagaba la comida que tenía lugar después de los partidos. Josep Patau, también compañero en la misma empresa, recuerda que, cuando se disputaban partidos de solteros contra casados, siempre ganaban los solteros cuando Roy lo era. Cuando se casó, y por tanto pasó a jugar con los casados, los solteros ya no volvieron a ganar. Ya jubilado, como muchos otros compañeros, participaba en los tradicionales encuentros de exempleados de Albo por la festividad de San Eloy (1 de diciembre), patrón de los trabajadores del metal. Mariano se encargaba siempre de llamar por teléfono, libreta en mano, a todos y cada uno de sus antiguos compañeros para convocarlos al almuerzo anual.[banner-AMP_9]
Encontré en el funeral, entre mucha otra gente conocida, al amigo Kiku Rimblas, otro jugador histórico del CE Mataró, muy afectado por la triste pérdida. La muerte de Mariano le hizo recordar inevitablemente a su padre, el querido presidente Francesc Rimblas, con quien eran inseparables. Kiku, emocionado, creo que acertó al definirme perfectamente a Mariano Roy: “una de las mejores personas que he conocido, un gran mataronense, un gran socio del CE Mataró... en definitiva, uno de los grandes”. Poco más podemos añadir. Descanse en paz.[banner-AMP_10]