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V. B.

Euforia vikinga a La Llàntia

120 minutos de nervios y tensión, problemas técnicos y lluvia desembocan en una fiesta del madridismo al barrio mataroní por la consecución de la ‘undécima'

La Llàntia es el corazón mataroní del madridismo. En la calle Galicia, arteria de este barrio que cuelga de un cerro a unos 100 metros de altura, nacido fruto de la gran oleada migratoria procedente del sur de España en 50 y 60, hay el gran templo viking local, la Peña Madridista Iluro. Fundada en 1982, es una de las peñas del Real Madrid más activas de fuera de la capital. Quién la preside, Eusebio Salguero, es probablemente el único mataroní que tiene el teléfono móvil del presidente de su estimado club y uno de los hombres más poderosos del Estado, "don" Florentino Pérez, con quien se suele intercambiar mensajes. La peña es hoy a cinco minutos de la plaza de Italia, suyo de las celebraciones madridistas en Mataró desde que se creó la Vía Europa, que precisamente sirvió para tejer la Llàntia -hasta entonces un barrio aislado- al conjunto de la ciudad. Un nervio que ha hecho todavía más estrechados los vínculos del barrio con el madridismo.

Eusebio no está; ha viajado a Milà a ver in situ la final de la Champions League entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid, disputada ayer sábado. Pero lo ha dejado todo preparado en Mataró, como ya hizo hace casi 20 años por la 'séptima' y después por la 'octava', la 'novena' y la 'décima'. De nuevo la Peña ha promovido la instalación de una pantalla gigante (grande de verdad, de 5x9 metros) a la calle Galicia. Todo está organizado a la perfección: el vial cortado al tránsito, los bares de los entornos con barra a la calle, despachando con un único sistema de tickets bocadillos y cervezas y combinados a precios populares (que han causado estragos en alguno un madridista que parece haberse invertido mucho en su particular calentamiento previo); e incluso hay un par de cabinas de lavabos públicos a la misma calle. Cuando falta media hora para el inicio del partido, centenares de 'merengues' se muerden las uñas ante la gran pantalla. Todo en orden.

Fatídicos problemas técnicos
Todo? No! Porque de repente, la pantalla –que dicen que cuesta 1.000 euros la hora de alquiler- empieza a fallar. Se pierde la señal y sólo se mantiene la audio de Antena 3 con Esteva, Pedrerol, Guti y compañía. Decenas de personas se arremolinan alrededor de la mesa de control donde un técnico intenta arreglar el desastre. Cantan Andrea Bocelli y Alicia Keys a la ceremonia previa, se los siente pero no se los ve. Arranca el partido y tono sigue igual. El horror. Muchos asistentes optan para marchar o buscar refugio en el interior de los bares, completamente abarrotados. Otros se quedan, todavía esperanzados. "Si Eusebio fuera aquí jodería el informático a raya, ya te lo digo yo!", dice un parroquià. Y al minuto 14, llega el gol de Sergio Ramos. De nuevo se escucha, narrado por Esteva, pero no se ve (tampoco, por lo tanto, el probable fuera de juego). Es igual, la euforia se desata. "Así lo vivían nuestros abuelos cuando tenían que escuchar finales de las Copas de Europa por la radio!" se exclama un madridista recordando el Real Madrid de los 60. Dos jóvenes encienden bengalas rojas.

Y a la cabeza de pocos minutos, milagro! La pantalla vuelve a la vida, a pesar de que estropeada: sólo funciona en tres cuartas partes, la inferior sigue estropeada. Tocará imaginarse las jugadas por aquella banda. "No atacáis por aquí, coi, que no vemos nada!", exclama más de ud. Los madridistas entomen ahora todos los problemas con humor, su equipo llega a la media parte ganando y la Atleti no muestra signos de reacción. El blanco es el color uniforme en la calle Galicia: sólo una camiseta rojiblanca portada por un niño con ojos llorosos a la media parte. Un valiente en tierra hostil, donde los gritos de "pu... indio el que no boto" son constantes. Un niño que ve, pero, como el panorama se cambia del todo al segundo tiempo. Pepe comete penal sobre Fernando Torres. Griezmann lo envía al larguero. La fiesta blanca para celebrar el error, que parece profundizar todavía más la fama de la Atleti de 'pupas', se va aigualint por instantes con los de Simeone creando cada vez más peligro, hasta convertirse en un funeral viking al minuto 78, con el gol del empate de Carrasco. En la calle Galicia también hay lugar para la crítica al equipo: a Zidane, para ser incapaz de enderezar el rumbo del equipo, y también a Cristiano Ronaldo, el gran astro blanco ayer desaparecido. "No está jugando, Cristiano no está jugando!" se tira a cantar un joven que luce la camiseta de Marcelo. 

Y encima, llueve
Las nubes de tormenta se cruzan en el camino de los madridistas. No es ninguna metáfora: cuando se cumplen los 90 minutos reglamentarios, empieza a llover a La Llàntia. Sólo faltaba esto. Nueva desbandada en busca de un refugio donde ver la prórroga, a pesar de que muchos valientes deciden quedarse. La lluvia amaina pero el bochorno se hace cada vez más insoportable y contribuye a tensar todavía más el ambiente. El mismo pasa al estadio de San Siro, donde el inusitado calor y humedad milanesa dejan los jugadores físicamente tocadíssims. Milà,  la sede de equipos históricos venidos a menos como el AC Milan y el Inter, que entre los dos suman las mismas Copas de Europa, 10, que el Madrid... hasta ayer. Porque la prórroga, una batalla de resistencia que acaba en mesas, puerta a la tanda de penaltis. Y la mal llamada "lotería" se acaba cuando Juanfran envía su chut al palo y Cristiano Ronaldo, el desaparecido, se lo manega para acabar aconteciendo el héroe anotando el suyo y dando la 'undécima' al Real Madrid. Se desgarra la camiseta, marca musculatura, y La Llàntia también revienta sus costuras. Explosión de alegría y fiesta vikinga desbocada en una noche que acaba siendo muy larga a los barrios altos de la ciudad. 

 

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