La UD Molinos tiene 51 años. hace casi una década estuvo a punto de desaparecer. Se quedó sin equipos de base y sólo tenía un amateurl. Hasta que exjugadors intentaron reanimar la entidad y su fuerza permitió que al 2015 se estrenara césped artificial. El club vive ahora una segunda juventud con 17 clubes y una apuesta importante en fútbol femenino.
"Intentamos reavivar el club hace ocho años y empezamos con menos de 50 nanos, ahora somos casi 300", explica el coordinador Juan Antonio Caballero.
La idea del club es clara: "queremos ofrecer fútbol formativo, aquí todo el mundo puede jugar sea más bono o menos malo". Desde Molinos se considera que entrar en una cursa para 'fichar' jugadores para estar una categoría arriba o abajo no tiene sentido. "Somos una familia, con una de las cuotas más bajas de la ciudad, la idea es que primero aprendan a jugar a fútbol, que después aprendan a jugar con compañeros, y más adelante ante otros rivales, no a la inversa", desgrana Luís Fernández, coordinador deportivo, que añade: "claro que gusta competir y ganar, pero no a cualquier precio".
Por ellos, un modelo donde se cogen jugadores para competir a una categoría elevada "desdibuja el alma de un club". "Realmente compensa dejar de jugar con los amigos para ir a competir a un lugar donde quizás el próximo año ya no vales? No es nuestra manera de entender el fútbol formativo".
Admiten que esto es difícil cuando vienen otros clubes y se llevan los mejores jugadores, pero también hay una satisfacción mayor cuando de manera orgánica "una buena fornada asciende a Primera, cómo ha pasado con el juvenil". Por eso, tienen claro que a pesar de que todavía hay margen para crecer (de escuela a alevín), no buscan ampliar sin control el que consideran es una familia donde todo el mundo se conoce y se apoya.