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Cugat Comas

¿Por qué es tan buena la Juliana, la bebida de Les Santes de Mataró?

Manolo Prados y Olga Gutiérrez, fruteros de toda la vida, se encargan de preparar el granizado de fresa y el zumo de naranja que combinados con los licores y el cava convierten el elixir de Les Santes en irresistible

 

El titular de esta pieza es, seguramente, una pregunta que miles de mataronenses se han hecho alguna vez: ¿por qué está tan buena la Juliana? La bebida de Les Santes, asociada al Ball de Requisits, es una especie de elixir que convierte la noche del 28 de julio en una de las preferidas por los mataronenses. Que, sobre todo comparada con la Nit Boja, esta jornada de Les Santes todavía sea bastante desconocida también influye, pero volvamos a la pregunta compartida. Porque basta con coger un vaso de Juliana recién servida, degustarla y repetir: ¿cómo puede estar tan buena?

Nunca estaremos lo suficientemente agradecidos al grupo de buenos amigos -y de paladar fino, ¿por qué no decirlo?- que antes de Les Santes de 1995 idearon la idea de crear una bebida de Les Santes. Tres décadas después no se puede entender la Fiesta Mayor sin el sabor único de esta bebida, que mantiene el hechizo y la excepcionalidad del 28 de julio aunque, cuando cumplió 18 años, se celebrara su mayoría de edad haciendo pública la receta. El invento es bueno, el cuidado que se tuvo durante años con las barras de voluntariado también fue notable y solo la perpetración -nunca se ha aclarado el ánimo de Cultura por aquel episodio ignominioso- con supuestos criterios sanitarios de una versión embotellada que fue mala y casi infecciosa hizo tambalearse el idilio con la Juliana. Eso fue en 2018. Un desastre, y al año siguiente empezó una nueva etapa para la bebida. Una etapa en la que, año tras año, podemos seguir tomando el vaso de plástico lleno de Juliana y exclamar con placer: ¿por qué está tan buena?

  • La receta de la Juliana:
    La Juliana es la clásica bebida de Les Santes, mantenida en secreto durante muchos años hasta que en 2015 se destapó su fórmula. La bebida que se podía probar en el Ball dels Requisits durante dos décadas, ahora también se puede disfrutar en casa. La bebida, presentada en sociedad en 1995 en un acto en la plaza grande, cuenta con los siguientes ingredientes: granizado de fresa, zumo de naranja, ginebra, ron, vodka y cava. Todo, servido muy frío, añadiendo el cava al final para no perder las burbujas.


Dos fruteros y un encargo

En 2019 el Ayuntamiento decide cambiar el modelo de barras de lo que llama “productos emblemáticos” y lo abre a las entidades locales, que pueden concursar. Manuel Prados, que para todo el mundo es ‘en Manolo’, y Olga Gutiérrez, de la frutería ‘Manolo i Olga’ son gente de hermandad y se ofrecen a la cofradía de él, la de Jesús Captiu, para intentar optar al concurso de la sandía de las sardanas del 27. Si somos fruteros y conocemos el oficio —piensan ellos— podemos ganar y hacerlo bien. Pero si iban a por sandías, del concurso salen con un encargo diferente: tendrán que hacer Juliana. Y de entrada, lo reconocen, no saben ni qué es.

“No teníamos ni idea, no la conocíamos”, explica Manolo. “Nos dieron la receta y desde Cultura nos dijeron que intentáramos hacerla de forma asequible, un poco de cualquier manera. Así que un día la hicimos tal y como nos dijeron”. Hay que imaginarse a Manolo, Olga y familiares y amigos de la cofradía reunidos. Hacen la mezcla, la prueban y el resultado, dicho suavemente, no les convence nada. “Nos sorprendió, ¿eso era la Juliana? Habíamos seguido los pasos con los productos sugeridos y no nos parecía gran cosa”, explica. Entonces surgió el oficio y el conocimiento. “Vimos que si queríamos que estuviera buena nosotros, que lo que sabemos es de fruta, teníamos que velar porque las fresas del granizado y las naranjas del zumo fueran buenas”, recuerda. Y dicho y hecho. Ni caso a las ideas de atajar. Granizado de fresas naturales y zumo de naranjas exprimidas. Otra vez la mezcla y... no se sabe si dijeron ‘¡Eureka!’ como aquel inventor de la penicilina pero ambos coinciden en dos cosas: “Desde el primer sorbo ya vimos que aquello era otra cosa... y además de tanto probar acabamos bien contentos”, recuerdan entre risas.[banner-AMP_5]

Preparando la mezcla de la Juliana. Foto: R. Gallofré


“¡Está buena!”

Els Requisits de 2019 se celebraban en la plaza de Santa Anna, donde vuelven este año. Son, esas, Les Santes en las que los Focs se retrasan 24 horas y no se disparan el día de Les Santes, sino el 28, que se celebra —digámoslo claro— Sant Cugat. Eso retrasa un poco el Ball, que espera al final de los Focs, abajo en la playa. Cuando se acerca la hora, va apareciendo gente en la barra y en la cola de los tiques, donde Olga, como siempre, lleva el control de todo. La gente, sin embargo, está escéptica. Se acuerdan del brebaje con nombre de Juliana del año anterior. Compran un tique por persona y esperan a que la preparen. Así fue: cuando se sirvió el primer vaso, se creó un silencio expectante. Un joven afortunado la probó igual que Astèrix suele ser el primero en cada cómic que bebe poción mágica de Panoràmix. Con ansia y euforia, tras el primer sorbo, exclamó “¡está buena!” y la concurrencia dio el veredicto por bueno.[banner-AMP_6]

Los voluntarios de la Hermandad empiezan a llenar vasos a gran ritmo, incluso algunos de los amigos creadores de la receta se acercan a Olga y la felicitan. Todo aquel que tenía un tique, una vez probado el primer vaso, corre a comprar más. La Juliana del Captiu está buenísima y Manolo y Olga respiran aliviados.

El trabajo detrás de una buena Juliana

La Hermandad de Jesús Captiu ha ganado cada año que ha habido barra de Juliana desde entonces. Y sus voluntarios, con Manolo y Olga al frente, se han convertido ya en unos expertos en una especie de producción industrial (por cantidades) de Juliana artesana (por calidad). Cuando faltan meses para Les Santes, en su local ya empiezan los preparativos. “Como conozco el oficio y los proveedores, aprovechamos cuando hay mucho producto para cogerlo, como por ejemplo con las fresas de este año que vienen de Calella. Si me llaman diciendo que hay mucha, tenemos que correr y venir aquí para limpiarla y hacer el granizado. Eso no se puede hacer de un día para otro”, explica Manolo. Cuando llegan las naranjas, tres cuartos de lo mismo.[banner-AMP_7]

Más de un mes antes de la Fiesta Mayor, ya nos enseñan cómo tienen todo el granizado del año hecho. Claro, hecho en temporada de fresas. De hecho, preparan con cálculo y proporciones todo el proceso. Obviamente, el día 28 de julio son decenas las personas involucradas desde primera hora de la mañana hasta la madrugada. Como la Juliana debe estar fresca, se vela en todo momento para que esté en neveras o congeladores. La mezcla está hecha y, como manda la receta, el cava se sirve in situ. En el Parc o, este año, en Santa Anna. Mientras los mataronenses disfrutan y miran al cielo preguntándose por qué está tan buena, hay trabajadores de la entidad abrigados dentro de camiones refrigerados velando para que no deje de salir. Se hacen cientos de litros.[banner-AMP_8]

El granissat de la Juliana se hace con fresas del Maresme


Pero un día de junio, en su local, ya puede haber una actividad frenética. Un proceso por el que se desviven. Un ejemplo de voluntariado por la fiesta ya que, no hace falta decirlo, pero ellos no ven ni un duro. El poco margen que hay –porque la Juliana, bien hecha como la hacen, es cara– es para la Germandat. Olga es quien lo controla todo. Para preparar el granissat se cogen las fresas, se cortan, se ponen en remojo para limpiar, se enjuagan y se trituran. Aquí, el jugo que sale ya está buenísimo. Pero aún no es granissat: hay que triturar el hielo y el azúcar.[banner-AMP_9]

En paralelo exprimen las naranjas, que igual que las fresas también han sido seleccionadas de buenos proveedores. Huelen de maravilla. Antes de verter el zumo va la mezcla de licores. Todas las proporciones se miran con cuidado, porque esta –dicen– es la clave de la Juliana. La proporción de ron, vodka y ginebra y para dentro. Solo falta el zumo. Una vez se tiene, ya está el preparado o concentrado de Juliana. Solo le falta el cava que, como ya hemos dicho, no se añade hasta el momento de servir. Hay dos congeladores llenos de Juliana preparada en el local de Manolo desde semanas antes de Les Santes. Es como un paraíso que debe mantenerse cerrado y refrigerado hasta el día señalado. El espectáculo de olores, colores y sabores es sensacional y se acerca a la respuesta buscada: por eso está tan buena la Juliana.[banner-AMP_10]

Manolo i Olga brindant amb Juliana. Foto. R. Gallofré

Una reivindicación: que la Juliana aparezca en el programa


Manolo y Olga van atareados pero lo hacen con convicción. El resto de amigos y hermanos del Captiu que los ayudan, también. Está bien saberlo para comportarse con agradecimiento el día 28, con cada vaso. Más allá de eso, además, cada año han intentado mejorar el producto y la organización. Dos fruteros con ganas de hacerlo mejor es una garantía excelente. También es cosa suya haber ‘parido’ la ‘Julianeta’, que es la versión sin alcohol del invento. Por supuesto que sí.[banner-AMP_11]

Eso sí, hay algo que no consiguen. Creen que, con la importancia que –lo ven cada vez que la sirven– tiene la Juliana para la gente, su nombre debería salir en el programa. “No entiendo por qué si el acto del día 24 se llama Havaneres i rom cremat y el del 27 se llama Sardanes i Xindriada, el del 28 no puede llamarse Requisits de Festa Major i Juliana, de verdad que no lo entiendo”, se queja Manolo. Y la queja, con un vaso de Juliana en la mano, parece más que legítima. Solo por el hecho de que sigan haciéndola ellos durante años, ya merece la pena hablar con quien redacta el programa de actos.[banner-AMP_12]

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