Dormir bien no es solo una cuestión de comodidad, sino una necesidad vital para el buen funcionamiento del cuerpo y la mente. El descanso nocturno regula procesos esenciales como el sistema inmunitario, la memoria, el estado de ánimo e incluso el metabolismo. Cuando este descanso se ve alterado —como ocurre a menudo durante las noches de verano, con temperaturas elevadas y humedad pegajosa—, nuestro organismo entra en una especie de estrés silencioso que puede afectar a la salud a corto y largo plazo. La falta de sueño se asocia a una menor capacidad de concentración, irritabilidad, debilidad general y aumento del riesgo de patologías como la hipertensión o la diabetes.
Con la llegada de la canícula, que concentra los días y sobre todo las noches más cálidas del año, las llamadas “noches tropicales” (cuando la temperatura no baja de los 20 °C) pueden convertir la cama en un horno y el descanso en una misión imposible. Por eso, en pleno agosto, hay que tomar conciencia de la importancia de adaptar nuestros hábitos y el entorno del dormitorio para garantizar una noche de sueño reparador, a pesar del calor persistente.
Cuando llegan las noches de verano más sofocantes, dormir bien puede convertirse en un auténtico reto. Con la canícula en su apogeo y las temperaturas mínimas que a menudo superan los 24 °C, muchos sufren insomnio, se despiertan sudados a medianoche o se ven obligados a dormir con las ventanas abiertas y ventiladores a toda potencia. Pero, a pesar de este panorama, es posible descansar sin sufrir el calor —y sin disparar la factura de la luz— si se aplican algunos cambios sencillos y estratégicos en casa.
Consejos para poder dormir
Ventilar en el momento justo
Uno de los primeros errores habituales es ventilar durante el día, cuando el calor es más intenso. La clave es hacerlo a primera hora de la mañana o al atardecer, cuando la temperatura exterior empieza a bajar. Abrir ventanas y puertas en puntos opuestos de la vivienda durante unos minutos permite crear corrientes de aire cruzadas que renuevan el aire y ayudan a disipar el calor acumulado.
Ropa de cama ligera y... fría
La elección de tejidos puede marcar la diferencia. Las sábanas de algodón o lino, más transpirables, ayudan a reducir la sensación de calor. También se recomienda retirar cojines decorativos, mantas y alfombras, que retienen el calor ambiental. Un truco casero pero efectivo es poner la funda de la almohada en el congelador durante 30 minutos antes de ir a dormir: este gesto sencillo aporta un alivio inmediato al contacto con la cabeza.
Ventiladores bien colocados y con “efecto aire fresco”
Aunque no enfríen, los ventiladores son grandes aliados si se utilizan correctamente. Colocar delante un bol con hielo o una botella de agua congelada genera una sensación de frescor adicional. También es útil orientarlos hacia el techo o hacia una ventana para favorecer la circulación natural del aire. Si se usa durante la noche, es mejor optar por modelos silenciosos o con modo nocturno para evitar ruidos molestos.
Aire acondicionado: sí, pero con cabeza
El aire acondicionado puede ser muy efectivo, pero un uso inadecuado puede provocar resfriados o un consumo energético excesivo. Encenderlo entre 30 y 60 minutos antes de ir a dormir y mantenerlo entre 20 °C y 23 °C es suficiente para conseguir un ambiente agradable. Evitar dejarlo encendido toda la noche ayuda a prevenir un exceso de frío e irritaciones de garganta. Si el aparato lo permite, el modo “sleep” ajusta la temperatura gradualmente durante la noche para evitar cambios bruscos.
Dispositivos inteligentes para un confort eficiente
Los termostatos inteligentes y los sensores de temperatura en el dormitorio permiten controlar con precisión cómo evoluciona el calor durante la noche. Estos dispositivos, conectados con ventiladores o aires acondicionados inteligentes, se pueden gestionar con asistentes de voz o aplicaciones móviles. Esto permite crear rutinas personalizadas que enciendan los aparatos solo cuando sea necesario, manteniendo la frescura sin malgastar energía.
Automatización para dormir mejor y gastar menos
Los temporizadores y los enchufes inteligentes son herramientas muy útiles para programar cuándo deben encenderse y apagarse los dispositivos de climatización. Esta automatización nocturna permite dormir fresco durante las primeras horas, y evitar una caída brusca de temperatura de madrugada. Además, ayuda a mantener a raya el consumo energético, evitando sorpresas desagradables en la factura de la luz.
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