Todos lo hacen, pero casi nadie lo comenta. Al menos, públicamente. En privado es otra cosa. La frecuencia con la que vamos al baño —o, dicho más claro, “hacemos caca”— puede decir mucho sobre nuestra salud digestiva y general. Pero... ¿cuántas veces es realmente saludable hacerlo? ¿Existe un “número ideal”? Los expertos coinciden en que no hay una cifra mágica para todos: lo que es normal para una persona puede no serlo para otra. Un estudio publicado en la Scandinavian Journal of Gastroenterology concluyó que el 98% de la población sana evacúa entre tres veces al día y tres veces a la semana. Este es el rango que la comunidad médica considera normal. En otras palabras, ir al baño todos los días no es imprescindible para estar sano, y tampoco es anómalo hacerlo más de una vez al día si es habitual y no genera molestias.
La variabilidad responde a múltiples factores: la dieta, la hidratación, la actividad física, la edad, las hormonas e incluso la genética. Cada uno de estos elementos puede influir en la frecuencia y la consistencia de las heces.
Cuando menos es menos: el estreñimiento
Hacer menos de tres deposiciones a la semana puede indicar estreñimiento, sobre todo si se acompaña de dolor, sensación de evacuación incompleta o heces duras. Las causas más comunes son una dieta baja en fibra, beber poca agua o un estilo de vida sedentario. También pueden influir algunos medicamentos o enfermedades como el hipotiroidismo. A largo plazo, el estreñimiento crónico puede causar complicaciones como hemorroides, fisuras anales o impactación fecal. Para prevenirlo, los especialistas recomiendan comer más fibra (fruta, verduras, cereales integrales y legumbres), beber al menos dos litros de agua al día y mantenerse activo regularmente.
Cuando demasiado es demasiado: la diarrea
En el otro extremo se encuentra la diarrea, que indica que las heces se desplazan demasiado rápido por el colon y no se absorbe suficiente agua. Puede ser causada por infecciones, intolerancias alimentarias o enfermedades inflamatorias intestinales como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa. Si dura pocos días, normalmente es leve y autolimitada. Pero si persiste más de dos semanas o se acompaña de sangre, pérdida de peso o dolor abdominal intenso, se debe consultar a un médico. La deshidratación es uno de los riesgos más inmediatos en estos casos.
Factores que influyen en la regularidad intestinal
- La edad. Con los años, el movimiento del colon se ralentiza y muchos medicamentos pueden alterar la motilidad intestinal, aumentando la probabilidad de estreñimiento.
- La dieta. La fibra es clave para mantener un tránsito regular. Los expertos recomiendan unos 25-30 gramos diarios.
- La hidratación. El intestino grueso reabsorbe agua; por lo tanto, si no bebemos suficiente, las heces se endurecen y evacuar resulta más difícil.
- La actividad física. Hacer ejercicio estimula el movimiento intestinal. Incluso caminar a diario puede marcar la diferencia.
- Las hormonas. En las mujeres, las fluctuaciones hormonales —especialmente de progesterona y estrógenos— pueden alterar el ritmo intestinal, sobre todo durante el ciclo menstrual.
Escuchar al cuerpo y respetar el ritmo
Una clave esencial para un intestino saludable es no ignorar las ganas de ir al baño. Retrasar la defecación de manera habitual puede provocar estreñimiento y alterar el reflejo natural del cuerpo. También es útil ir al baño cada día a la misma hora, especialmente después de las comidas, para entrenar el cuerpo a mantener una regularidad constante. Los cambios puntuales no son motivo de alarma, pero sí lo son las alteraciones persistentes. Si notas cambios drásticos en la frecuencia, presencia de sangre en las heces, dolor abdominal intenso o pérdida de peso inexplicada, es recomendable consultar a un digestólogo.
Lo que importa no es tanto cuántas veces haces caca, sino cómo y con qué comodidad lo haces. Si tu patrón es regular, no tienes molestias y las heces tienen una consistencia saludable (ni demasiado duras ni demasiado líquidas), probablemente tu intestino funciona bien. La ciencia lo deja claro: ir al baño entre tres veces al día y tres veces a la semana es perfectamente normal. Y la mejor recomendación: cuida tu alimentación, hidrátate, muévete y, sobre todo, escucha a tu cuerpo: él sabe cuándo es hora de ir al baño.
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