La cúrcuma, conocida científicamente como Curcuma longa, es una raíz de un intenso color amarillo que ha sido utilizada durante miles de años tanto en la cocina como en la medicina tradicional asiática, especialmente en sistemas como el ayurveda y la medicina tradicional china.
Su principal compuesto activo, la curcumina, ha captado el interés de la ciencia moderna gracias a sus destacadas propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. De hecho, diversos estudios han puesto de relieve su eficacia potencial en el tratamiento y prevención de diversas enfermedades crónicas como la artritis, la diabetes tipo 2 o incluso las enfermedades neurodegenerativas.
Entre los beneficios más notables de la cúrcuma, destacan los siguientes:
- Reducción de la inflamación crónica, especialmente en afecciones como la artritis reumatoide.
- Protección celular gracias a su acción antioxidante, que ayuda a combatir el estrés oxidativo causado por los radicales libres.
- Mejora de la salud cerebral, ya que la curcumina podría incrementar los niveles de BDNF (un factor neurotrófico clave), lo cual podría ayudar a prevenir trastornos como el Alzheimer.
- Refuerzo del sistema inmunológico por sus propiedades antimicrobianas.
- Mejora del sistema digestivo, ayudando a aliviar trastornos como la indigestión o el colon irritable.
- Efectos cardioprotectores, mejorando la función endotelial de los vasos sanguíneos.
- Ayuda en el control de la glucosa en sangre, lo cual puede ser útil para personas con diabetes tipo 2.
- Posibles efectos anticancerígenos, aún en estudio, pero con resultados preliminares prometedores.
En cuanto a su consumo, la cúrcuma es muy versátil. Puede incorporarse en forma de polvo en platos como arroces, guisos o sopas; tomarse como infusión (especialmente en la conocida “leche dorada” con cúrcuma y leche vegetal); añadirse fresca a ensaladas o batidos; o bien en formato de suplemento en cápsulas, especialmente en concentraciones elevadas de curcumina.
Cómo aumentar su eficacia
Una recomendación clave para aumentar su eficacia es combinarla con pimienta negra, ya que la piperina que contiene mejora mucho su absorción. También puede aplicarse tópicamente, por ejemplo, como mascarilla facial mezclada con miel u aceite de coco, aprovechando sus efectos calmantes y regeneradores sobre la piel.
A pesar de sus múltiples beneficios, hay que recordar que la cúrcuma no es un remedio milagroso y no debe sustituir ningún tratamiento médico. Como con cualquier complemento alimenticio, su uso debe estar supervisado por un profesional sanitario, especialmente en personas con enfermedades preexistentes o que estén tomando medicación.
En definitiva, la cúrcuma es un claro ejemplo de cómo un ingrediente natural puede tener un papel relevante en la promoción de la salud, siempre que se utilice con conocimiento y dentro de un estilo de vida saludable.
Fuente: www.infobae.com
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