Aunque el papel higiénico se ha convertido en un elemento esencial de la higiene diaria en Occidente, especialmente visible en episodios como las compras compulsivas de la pandemia, cada vez más personas se plantean alternativas más sostenibles y saludables. Una de estas alternativas, con raíces en Asia, es el uso de inodoros con chorro de agua, también conocidos como washlets o inodoros inteligentes, una costumbre arraigada desde hace décadas en Japón.
Estos sistemas de limpieza personal utilizan un chorro de agua para la higiene íntima, sustituyendo así el papel higiénico. Su tecnología ha evolucionado hasta ofrecer funcionalidades avanzadas, como control de temperatura del agua, secado con aire caliente, tapa automática e incluso sistemas de autolimpieza. La comodidad y la sensación de limpieza son algunos de los aspectos más valorados por los usuarios de estas innovaciones.
Su llegada a Europa y América del Norte ha sido progresiva, pero la tendencia ha cobrado fuerza gracias a la difusión a través de las redes sociales y a una creciente conciencia ambiental y sanitaria. Hoteles de grandes ciudades como Londres, París o Múnich ya han incorporado estos inodoros en sus instalaciones como símbolo de modernidad y confort.
Más limpios, más sanos y más ecológicos
Varios estudios y especialistas en dermatología coinciden en afirmar que el uso de agua para la limpieza personal es más eficaz que el papel higiénico. Esta práctica permite eliminar mejor las bacterias y los restos orgánicos, además de reducir la irritación cutánea y prevenir infecciones, especialmente en personas con piel sensible o con problemas médicos específicos.
Desde una perspectiva medioambiental, el impacto también es notable. La fabricación y consumo masivo de papel higiénico implica un gran gasto de celulosa, agua y energía, así como la generación de residuos. Los inodoros con chorro de agua, aunque necesitan electricidad y agua para su funcionamiento, presentan un balance más sostenible a largo plazo, ya que reducen de manera significativa el consumo de papel.
La barrera del precio y el hábito cultural
A pesar de sus evidentes ventajas, la implantación de estos inodoros en Occidente sigue siendo limitada. El precio es uno de los principales obstáculos: la instalación de un inodoro inteligente puede partir de los 1.200 euros y llegar a cifras de entre 3.000 y 7.000 euros, según las prestaciones.
Además, el cambio de hábitos culturales es lento. El papel higiénico forma parte de un ritual cotidiano profundamente arraigado en las sociedades occidentales, y muchos consumidores todavía perciben estos sistemas como exóticos o innecesarios.
Aun así, con la progresiva reducción de costes y una mayor concienciación medioambiental y sanitaria, todo indica que los inodoros con chorro de agua podrían acabar ganándose un lugar destacado en los baños de Europa en los próximos años.
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