Cada vez más personas mayores de 60 años buscan actividades físicas que les ayuden a mantenerse activas, equilibradas y con buena salud mental. Caminar o nadar han sido, tradicionalmente, dos de las prácticas más recomendadas a cualquier edad. Sin embargo, en los últimos años, los expertos coinciden en que el yoga puede aportar beneficios aún más completos para la salud global en esta etapa de la vida.
El yoga es una actividad que no requiere experiencia previa ni una gran condición física, y solo se necesita una esterilla para empezar. Se trata de un ejercicio suave y respetuoso con el cuerpo, que trabaja la fuerza, la flexibilidad, el equilibrio y la respiración, y que, al mismo tiempo, contribuye a reducir el estrés y calmar la mente.
Además, es una práctica adaptable a cualquier edad y condición, siempre que las posturas y ritmos se ajusten a las necesidades de cada persona. En el caso de las personas mayores, la práctica regular de yoga ayuda a contrarrestar los efectos naturales del envejecimiento, como la pérdida de masa muscular, la reducción de la densidad ósea y la dificultad para mantener el equilibrio, factores que pueden incrementar el riesgo de caídas.
Problemas habituales a partir de los 60 años
A partir de esta edad, es frecuente experimentar cansancio crónico, dolores articulares, alteraciones del sueño o de la presión arterial, así como una mayor predisposición a padecer enfermedades como la hipertensión o la diabetes. También pueden aparecer cambios en el rendimiento cognitivo, pérdida de memoria o episodios de ansiedad y ánimo bajo.
Ante estas situaciones, el yoga se presenta como una actividad ideal porque combina movimiento consciente, respiración y relajación. Las posturas o asanas permiten mantener la movilidad y fortalecer los músculos de forma progresiva, mientras que los ejercicios de respiración mejoran la oxigenación y reducen la tensión arterial.
Los múltiples beneficios del yoga
El yoga ayuda a mejorar la flexibilidad —una de las capacidades que más se reducen con el paso de los años— y facilita movimientos sencillos del día a día, como agacharse o girar el tronco, reduciendo también el dolor asociado a la artrosis. Además, contribuye a mantener la elasticidad de los tejidos, la coordinación y la postura corporal, aspectos esenciales para prevenir lesiones y caídas.
A nivel mental, la práctica regular favorece la concentración, la memoria y la serenidad emocional, elementos clave para mantener una buena calidad de vida en la etapa de madurez.
Cómo empezar
Los especialistas recomiendan incorporar el yoga de manera progresiva, con ejercicios sencillos y, siempre que sea posible, bajo la guía de un instructor especializado en clases para personas mayores. También es aconsejable consultar al médico antes de comenzar si se padece alguna afección crónica, se ha pasado por una intervención quirúrgica o se sufre dolor persistente.
Con constancia y adaptación, el yoga puede convertirse en una herramienta poderosa para fortalecer el cuerpo y la mente después de los 60 años, mejorando el bienestar físico, emocional y social de una manera suave, segura y natural.
Fuente: www.eleconomista.es/salud-bienestar
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