Capgròs
Cuando vamos al baño, a menudo no prestamos mucha atención al color de la orina. Normalmente es amarilla, de intensidad variable, y en algunos casos puede adquirir un tono ámbar. Aun así, la orina puede ofrecer mucha información sobre nuestro estado de salud, y observar su color sigue siendo un recurso útil, tal como ya hacían los médicos de las civilizaciones antiguas. Desde los babilonios hasta la Edad Media, la uroscopía —el arte de diagnosticar a partir de la orina— era una práctica central. Hoy, aunque los diagnósticos se basan en pruebas analíticas, el color sigue siendo una pista valiosa.
El color normal y qué indica
Según el urólogo Oriol Angerri, jefe de la unidad de litiasis de la Fundació Puigvert, la orina normal es amarilla gracias a la urobilina, un pigmento derivado de la degradación de la hemoglobina. El rango normal oscila entre un amarillo muy claro y un amarillo intenso, que reflejan principalmente el nivel de hidratación: cuanto más oscura, más probable es que falten líquidos. Por eso la primera orina del día suele ser más concentrada, así como la de los días de calor cuando perdemos agua con el sudor.
Beber lo suficiente es esencial, pero sin excesos: una persona sana no necesita más de 3 o 4 litros al día. Los pacientes con predisposición a formar piedras en el riñón, sin embargo, sí deben incrementar la ingesta de agua. Angerri recuerda también la importancia de insistir a las personas mayores que beban, porque pierden la sensación de sed y esto puede derivar en deshidratación o infecciones de orina.
Colores que pueden alertar
La orina puede cambiar de color por motivos muy diversos: desde alimentos o medicamentos hasta patologías. Uno de los colores que más alarma genera es el rojizo o anaranjado, resultado de la hematuria, la presencia de sangre. Las causas más habituales son las infecciones urinarias, los tumores de vejiga o riñón, el paso de una piedra, un ejercicio físico muy intenso o el aumento del tamaño de la próstata. No obstante, en mujeres, pequeños restos de sangre menstrual también pueden dar falsas alarmas.
Otras tonalidades pueden venir determinadas por medicamentos o alimentos ricos en pigmentos. La remolacha, los frutos rojos o ciertos hongos pueden teñir la orina de rosado o rojo. La vitamina B12 en exceso puede dar un amarillo verdoso, mientras que la orina marrón puede aparecer después de comer muchas legumbres, ruibarbo o aloe. Si es marrón oscuro, con color de coñac o coca-cola, puede indicar problemas hepáticos o biliares.
También existen causas muy poco frecuentes que pueden dar colores sorprendentes: infecciones por pseudomonas, que pueden volver la orina verdosa, o síndromes metabólicos raros que pueden hacerla azul. Algunos medicamentos —como la cimetidina, la indometacina o la amitriptilina— también pueden generar tonalidades verdosas o azuladas.
Otros signos a tener en cuenta
Además del color, el olor y la textura pueden ofrecer pistas. Un olor muy intenso suele indicar infección, igual que una orina turbia o muy densa. La presencia de espuma persistente puede ser síntoma de proteinuria, un exceso de proteínas que requiere estudio médico.
¿Cuándo hay que consultar al médico?
Angerri recomienda pedir visita cuando aparecen colores anormales que se mantienen durante varios días, sobre todo el rojo o el marrón oscuro. Si el cambio es causado por alimentos o medicamentos, debería desaparecer en un par de días bebiendo más agua. Si no es así, hay que valorarlo con un profesional.
Observar el color de la orina puede parecer un detalle menor, pero es una herramienta sencilla y accesible para detectar cambios en nuestro organismo. Una pequeña mirada al váter puede ser, a veces, la primera pista de que el cuerpo nos está queriendo decir algo.
Fuente: www.3cat.cat/3catinfo
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