Los niños se pueden contagiar de la viruela del mono. De hecho, todos podemos. Esta no es una dolencia de hombres que tienen sexo con hombres, el colectivo donde hasta ahora se han detectado más casos, ni una dolencia de transmisión sexual. La viruela del mono es una zoonosi (una dolencia que se transmite de animales a seres humanos) poco frecuente en los países europeos y que produce síntomas parecidos a la viruela, a pesar de que menos graves.
Es causada por un virus del género Orthopoxvirus, de la familia Poxviridae, llamado MPXV por las siglas en inglés de monkeypox virus. Los casos se dan sobre todo al África Central y occidental, y los brotes son habituales en países cómo lo Congo o Nigeria. Al resto del mundo, su propagación es esporádica y limitada.
Se transmite por contacto con lesiones de la piel, por gotitas respiratorias –cosa que requiere, por lo tanto, contacto estrechado– por fluidos corporales o por objetos contaminados cómo roba, toallas o enseres para comer.
Síntomas en niños
Son prácticamente los mismos que en los adultos, a excepción de las lesiones genitales, que tienen que ver con la vía de transmisión. En el caso de los niños, se presenta en forma de lesiones cutáneas a la cara, brazos o tronco. En una primera fase causa fiebre, malestar general, dolor muscular, cansancio y dolor de cabeza. Son síntomas que se pueden presentar en diferentes infecciones, pero en el caso de la viruela del mono un alto porcentaje de pacientes los tienen antes o en el mismo momento que se produce la erupción cutánea. Las lesiones cutáneas pasan a ser vesículas (botellas llenas de líquido) al cabo de unos diez días, hasta que se generan las costras.
Es una dolencia molesta y habitualmente leve, pero un porcentaje más reducido de pacientes puede sufrir complicaciones más graves cómo encefalitis, afectación respiratoria (neumonía) o afectación ocular. La mayoría de las personas afectadas se recuperan en un periodo de entre 2 y 4 semanas.
El tratamiento
El tratamiento es mayoritariamente sintomático. Se tiene que mantener una buena higiene de las zonas afectadas, donde se tienen que hacer lavados con jabón frecuentes o inclús con antisépticos tópicos. En aquellas lesiones que presentan sobreinfecció se puede valorar la aplicación de antibióticos tópicos o sistèmics siguiendo las guía actuales. En presencia de inflamación severa se puede valorar además la administración de corticoides. Todo esto, evidentemente y sobre todo, se tiene que consultar con el pediatra.
Los tratamientos antivirales específicos se reservan para complicaciones graves y se tienen que administrar bajo hospitalización. El único antiviral autorizado actualmente por el tratamiento es el Tecovirimat.
Fuentes: hospital.vallhebron.com y criatures.ara.cat.
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