En Tordera, todo el mundo conoce Cal Manyà. Detrás de este nombre popular se encuentra Màquines de cosir Puig, una empresa familiar que ha superado el siglo de vida y que recientemente ha sido reconocida como empresa centenaria. Su trayectoria es un ejemplo de cómo un pequeño taller artesanal puede adaptarse al paso del tiempo y mantenerse como un referente tecnológico e industrial en la comarca del Alt Maresme.
De los herreros a los pioneros de la costura
Los orígenes del negocio se remontan a finales del siglo XIX, cuando el bisabuelo de la familia Puig llegó a Tordera para trabajar en la construcción del ferrocarril. Al finalizar la obra, decidió establecerse allí y abrir un pequeño taller de herrería. Con el tiempo, uno de sus hijos heredó el oficio de cerrajero —origen del sobrenombre Cal Manyà—, y el taller se convirtió en un punto de referencia local para la reparación de bicicletas, la fabricación de herramientas agrícolas y, más adelante, para la introducción de las primeras máquinas de coser.
A principios del siglo XX, la familia Puig empezó a distribuir y reparar máquinas Wertheim, muy demandadas entre las familias campesinas que buscaban agilizar la confección de ropa y tejidos. Ese paso consolidó la empresa dentro del sector textil y marcó el inicio de una tradición que se transmitiría de generación en generación.
La expansión doméstica y la consolidación del negocio
Durante décadas, Cal Manyà vivió una época dorada. La venta y reparación de máquinas de coser domésticas se convirtió en el eje principal del negocio. Era habitual que las jóvenes que se casaban aprendieran a coser su propia ropa, y el taller de Tordera era un punto de encuentro imprescindible para adquirir las herramientas y recibir asesoramiento.
Con la llegada de los años sesenta, la modernización y el aumento del consumo hicieron crecer la demanda, y la empresa amplió su catálogo y servicios. Sin embargo, el mercado doméstico empezó a perder fuerza con el tiempo, y la familia Puig supo anticiparse redirigiendo su actividad hacia la maquinaria textil industrial, aprovechando la potencia del sector en la zona.
Adaptación e innovación frente a la crisis del textil
Cuando la industria textil sufrió las primeras deslocalizaciones y cierres, Màquines de cosir Puig apostó por la innovación y la diversificación. Amplió su área de actuación y empezó a ofrecer servicios técnicos y de mantenimiento a empresas industriales. Esta estrategia les permitió establecer colaboraciones con grandes grupos internacionales como Inditex, con presencia destacada en el municipio.
Con la entrada de la cuarta generación, encabezada por Xavier Puig, la empresa dio un paso adelante en el ámbito tecnológico. Los conocimientos adquiridos en Alemania e Italia se tradujeron en la adopción de sistemas avanzados de costura, como las uniones por ultrasonidos o por cuña caliente, aplicadas a nuevos sectores como la automoción, el neopreno o el plástico industrial. Hoy, Cal Manyà es capaz de diseñar y fabricar máquinas a medida para proyectos de prototipado y producción especializada.
El futuro con el hilo bien tensado
A pesar de su proyección industrial, el establecimiento de la Avinguda Fibracolor conserva la esencia de un taller de proximidad. La reparación y la venta a particulares han vuelto a ganar protagonismo, en un momento en que muchos consumidores prefieren alargar la vida de sus máquinas y ahorrar recursos.
Con más de cien años de historia, Cal Manyà representa la combinación perfecta entre tradición, técnica e innovación. Su trayectoria, desde las casas de campo hasta los talleres de prototipado industrial, demuestra que la perseverancia y la capacidad de adaptación pueden coser el pasado y el futuro con un mismo hilo: el de la pasión por el oficio.
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