Cuando llega diciembre y las luces se encienden por todo el país, el Maresme se prepara para una de las citas más esperadas del calendario: la Feria de Navidad de Sant Vicenç de Montalt, que este año celebra su 13.ª edición. Del 6 al 8 de diciembre, coincidiendo con el Puente de la Purísima, el casco antiguo volverá a llenarse de casetas de madera, artesanía, tradiciones y un ambiente que, según la concejala de Comercio y Turismo, Mònica Comas, es “una Navidad de verdad, de aquella que te abraza, con la esencia de hace 30 o 40 años”.
Días 6, 7 y 8 de diciembre en el casco antiguo de Sant Vicenç de Montalt, de 10 a 21 h el sábado y el domingo, y de 10 a 18 h el lunes
Las 3 Viles suman cerca de 22.000 habitantes: 11.800 en Llavaneres, 6.700 en Sant Vicenç de Montalt y 3.200 en Caldes. En las últimas décadas, su economía ha evolucionado desde una base agrícola y de segunda residencia hacia un modelo más vinculado al turismo, los servicios y la construcción, pero con poca diversificación y dependencia del consumo estacional. El nuevo plan quiere hacer frente a esta fragilidad. “Se trata de mirar más allá del turismo y plantear cómo consolidamos un tejido económico estable, sostenible e integrado en el territorio”, explican fuentes municipales. Para conseguirlo, el documento prevé un diagnóstico socioeconómico profundo, con datos cuantitativos y cualitativos, entrevistas a una cuarentena de agentes económicos y sociales y un análisis DAFO para identificar debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades.
Y es precisamente este calor humano el que ha convertido la feria en un referente indiscutible en el Maresme. Comas lo explica claramente: “Tenemos un entorno fabuloso: la iglesia, la plaza, las calles del casco antiguo… Es un diamante, y eso nos permite hacer una feria única”. No es casual que Sant Vicenç de Montalt haya conseguido consolidarse, como dice la concejala, “como el abeto de Espinavell o el Mercado Medieval de Vic, pero en el Maresme y con nuestra personalidad”.
Un entorno que lo hace todo posible
La Feria de Navidad se extiende por la Plaza del Pueblo, la Plaza de la Iglesia y las calles Mayor y Sant Antoni, generando una atmósfera que enamora a visitantes y vecinos. Las tradicionales casetas de madera son uno de los grandes reclamos, y este año incluso ganan más presencia.
“Hemos incorporado más puestos de madera, desde la iglesia hasta la plaza. Son puestos más exclusivos, con tejado, decoración cuidada y productos cien por cien navideños”, detalla Comas. Entre la oferta se pueden encontrar artesanías, figuras de belén, decoración navideña, regalos originales y elaboraciones gastronómicas tradicionales.
El consistorio y la Asociación de Amigos de la Parroquia han trabajado durante meses para vestir el pueblo de fiesta. “Muchas personas se han volcado de manera desinteresada: han decorado calles, ventanas, han imprimido hojas informativas… Hemos creado una unión muy potente. El Ayuntamiento organiza, pero la feria la hace posible todo el pueblo”, afirma la concejala.
Parte del éxito de la Feria de Navidad es que no se limita a los puestos. Es un programa vivo, participativo y pensado para todas las edades. Entre las tradiciones más arraigadas está la Quina de Navidad, que cada año reúne a cerca de 300 personas en un ambiente de fraternidad. “Es un día muy especial. Hacemos una comida, compartimos momentos y después cantamos villancicos. Todo el mundo participa: comercios, entidades, familias… Son momentos que hacen pueblo y que emocionan”, comenta Comas.
La Fira de Nadal es también una oportunidad para dar impulso al tejido comercial del municipio. Entre el 10 de noviembre y el 8 de diciembre, los comerciantes participan en la campaña de los Xurripunts: por cada compra o consumo en un establecimiento adherido, los clientes obtienen un punto, y al reunir 10 de comercios diferentes, pueden canjearlos por un obsequio exclusivo durante la Feria. “Queremos premiar a la gente que confía en las tiendas del pueblo. La Feria es posible gracias a esta red de complicidades con el comercio y las entidades”, subraya Comas.
Un modelo consolidado que crece cada año
La concejala no esconde el orgullo por el camino recorrido: “Es la 13.ª Feria y estamos muy contentos, tanto de cómo funciona como de cómo la vamos potenciando. Cada año va mejor”. Y es que esta cita ha pasado de ser un evento local a convertirse en una referencia para toda la comarca. ¿El secreto? Una combinación de tradición, entorno y autenticidad. “Esta es una feria con calidez, de esencia pura. Es muy nuestra, muy del pueblo. Cuida los detalles y se nota. Por eso gusta tanto y por eso la gente vuelve”, concluye Comas.
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