Argentona celebra este verano el 25º aniversario de la Garrinada, un hito que va mucho más allá de un simple número redondo. Es la consolidación de un modelo singular, autogestionado y resistente al paso del tiempo, que ha sabido ganarse un lugar indiscutible dentro de la Fiesta Mayor del municipio y, muy probablemente, como la fiesta juvenil más importante de Cataluña fuera del circuito de festivales comerciales. “Cumplir 25 años es un orgullo como Garrinada y como pueblo”, afirma con emoción Marina Alaminos, presidenta de la asociación y portavoz de la asamblea de la Garrinada. No es para menos: desde su creación, la fiesta ha sabido mantener el espíritu fundacional con una vitalidad envidiable, reinventándose año tras año sin perder el alma rebelde y comunitaria que la define.
“La Garrinada nació porque un grupo de jóvenes no estaban contentos con cómo el Ayuntamiento organizaba la Fiesta Mayor. Decidieron: ‘pues hagámosla nosotros’. Y funcionó”, explica Alaminos. Aquella primera chispa encendió un movimiento que se ha perpetuado durante un cuarto de siglo. Lo más impresionante, según ella, es que “la esencia es la misma: los jóvenes organizamos la fiesta porque si no, la harán como no nos gusta”.
Este espíritu se ha transmitido de generación en generación: “Se ha ido pasando, de una escuela a otra. Ha crecido, sí, pero siempre se ha mantenido el corazón del proyecto. Nos lo creemos y lo queremos mucho”. Este sentimiento de pertenencia es clave: la Garrinada no es solo una fiesta, es un espacio de aprendizaje, compromiso y orgullo colectivo.
Autogestión, voluntariado y trabajo en equipo
Con un equipo actual de 20 jóvenes, la organización de la Garrinada se mantiene activa todo el año: “Nos reunimos una vez al mes, trabajamos por comisiones, buscamos ideas, repensamos el formato, renovamos el producto. Es una trabajera brutal, pero la sacamos adelante porque nos lo creemos”. La autogestión es el eje vertebrador del proyecto. La fiesta no tiene ánimo de lucro y se financia principalmente a través del consumo en la barra. “La subvención solo cubre un 10% del presupuesto”, denuncia Alaminos. “Económicamente, sostener un proyecto como este cuesta cada vez más. Los grupos son más caros, la competencia de los festivales es feroz y los ayuntamientos inflan la burbuja de algunos artistas”.
Pero si algo salva cada edición, es el voluntariado: “Cada año contamos con un centenar de voluntarios. Sin ellos no podríamos abrir la fiesta. Vemos que todo el pueblo quiere a la Garrinada y nunca falla esta pata del voluntariado”.
Adaptación y resistencia en tiempos de festivales
Con el crecimiento de la industria de los macrofestivales, la Garrinada ha resistido con orgullo el canto de sirenas del modelo comercial. “Nuestro objetivo no es crecer ni traer gente de Lleida. Hacemos una fiesta para la gente del pueblo, de proximidad, de comarca. No somos un festival ni queremos serlo”, afirma con claridad Marina. Este equilibrio no ha sido fácil. “Hemos sabido adaptarnos. Ahora tenemos un formato más ajustado, con menos problemas de aforo y noches más diversas, sin cabezas de cartel únicos. Buscamos tres grupos por noche, potentes y variados, pero sin perder la esencia”, dice, en referencia al aforo máximo de 4.500 personas y la voluntad de no dejar a nadie fuera.
La fiesta también ha ido cambiando de ubicación, a medida que ha crecido: de la escuela Riudemeia a Les Fonts, y ahora a la escuela Argentona, donde algunos años se ha tenido que cerrar el acceso por seguridad. “Cuando hemos tenido que cerrar, lo hacemos por responsabilidad. No nos gusta que nadie se quede fuera”. Por tener ideas tan claras como estas, la Garrinada sorprende y se renueva cada año, cartel tras cartel.
- Consulta aquí todo lo que hay que saber de la Garrinada 2025.

El valor del relevo generacional
Uno de los grandes retos de la Garrinada ha sido garantizar el relevo generacional, especialmente tras la pandemia. “Aquellos años quemaron un poco la continuidad, y nos estamos recuperando ahora”, reconoce Alaminos. Aun así, la organización apuesta por incorporar jóvenes a partir de los 18 años: “Procuramos que haya jóvenes entre los 18 y los 30 para renovarnos y estar al día en música”. Para muchos jóvenes de Argentona, la Garrinada es su primera fiesta. “Haber crecido sabiendo que Argentona tiene este proyecto y que lo hacen los jóvenes hace que lo queramos mucho”, asegura Marina. Esto se refleja en el impulso continuo de voluntarios que, año tras año, se convierten en los futuros organizadores.
Los actos de conmemoración de los 25 años no se limitan a los días 4, 5 y 6 de agosto. “Lo hemos ido celebrando durante todo el año y en octubre habrá una celebración más seria”, avanza Alaminos. Además, este año se ha presentado un nuevo cabezudo y ha vuelto la Orquestra de la Gran Porca, una formación emblemática con músicos del pueblo.
¿25 años más?
Cuando se le pregunta por el futuro, Marina no duda: “Tenemos ganas de hacer 25 años más”. El camino no será fácil, pero tienen claro que la clave está en mantenerse fieles a la esencia. “La Garrinada no puede ser un festival. Si quisiéramos convertirla, perdería la esencia y no duraría. Sería un fiasco”.
Por eso, su compromiso es firme: “Seguiremos haciendo equilibrios y queremos seguir haciendo la fiesta que hacemos. Y como la hacemos”. Y si el pasado es un indicador, no hay duda de que la Garrinada seguirá siendo un faro para los jóvenes, una celebración auténtica, valiente y querida. Un ejemplo de cómo la organización colectiva y la pasión pueden resistir cualquier tormenta.
Las noticias más importantes de Mataró y Maresme, en tu WhatsApp
- ¡Recibe las noticias destacadas en tu móvil y no te pierdas ninguna novedad!
- Entra en este enlace, haz clic en seguir y activa la campanita
Comentarios (1)