Incluso cuando el verano aprieta y la sequía se deja sentir, hay un árbol que se mantiene en pie, verde y generoso. Se trata del algarrobo (Ceratonia siliqua), una especie mediterránea que en el Maresme encontramos en caminos, márgenes y rincones que a menudo pasan desapercibidos. Pese a haber sido olvidado durante décadas, el algarrobo es hoy más actual que nunca: resistente, sostenible y útil tanto por su sombra como por sus frutos, las algarrobas.
El algarrobo es un árbol perennifolio que puede alcanzar los 10 metros de altura y que se reconoce por su tronco robusto, las hojas gruesas y brillantes y las formas retorcidas que le dan un aire casi escultórico. Sus flores, discretas y agrupadas en racimos, no tienen pétalos, pero dan lugar al fruto más característico: la algarroba, una vaina alargada de color marrón, dulce y nutritiva. Con un sistema radicular profundo, este árbol es capaz de buscar agua en capas muy hondas del suelo, lo que le permite soportar largos periodos de sequía. Esta adaptación lo convierte en un auténtico superviviente mediterráneo, capaz de crecer en terrenos calcáreos, pedregosos o arenosos, y siempre fiel a su hábitat de sol intenso y clima templado.
El algarrobo y el Maresme: un vínculo histórico
La relación del algarrobo con el Maresme es antigua y profunda. En muchos masos y viñas abandonadas todavía encontramos ejemplares que dieron fruto para alimentar animales y familias en tiempos difíciles. En Cabrils, en la urbanización de Montcabrer, se conserva el que se considera el algarrobo más viejo y grande de Cataluña, conocido como el Garrofer de Mataró. Todo un símbolo de resistencia que ha sobrevivido décadas de cambios en el paisaje agrícola y urbano.
- Este árbol era un elemento habitual junto a caminos y masías, no solo por el valor de sus frutos sino también por la sombra espesa que ofrece, un refugio natural para los campesinos que trabajaban bajo el sol.
- Hoy, en pleno debate sobre sostenibilidad y cambio climático, el algarrobo vuelve a ser reivindicado como una especie clave para los jardines mediterráneos y proyectos de reforestación.
Las algarrobas: un fruto con historia y futuro
La algarroba es mucho más que un fruto secundario. Durante siglos, fue un alimento básico en tiempos de escasez y un recurso esencial para la alimentación animal. Además, tiene un papel singular en la historia de la ciencia: el peso constante de las semillas de algarroba, de unos 220 mg cada una, dio lugar al término “quilate”, unidad con la que aún hoy se mide el peso de piedras preciosas. Actualmente, la algarroba vive un renacimiento. Su harina, dulce y sin gluten, es un sustituto natural del cacao cada vez más popular en pastelería y en dietas para personas con diabetes o intolerancias. Además, de ella también se extrae la goma de algarrobo, muy utilizada en la industria alimentaria como espesante y estabilizador. España es el principal productor mundial de esta sustancia, y su demanda sigue creciendo.[banner-AMP_5]
No es extraño, pues, que el precio de la algarroba se haya disparado en los últimos años, hasta el punto de provocar robos en campos y fincas. Un fruto que antes se infravaloraba hoy se ha convertido en un pequeño tesoro agrícola.
Un antídoto contra el calor
Más allá de su valor económico y gastronómico, el algarrobo es un aliado perfecto para el verano mediterráneo. Su copa densa y persistente proporciona una sombra fresca y duradera que lo convierte en un refugio natural. Plantar algarrobos en jardines, plazas y caminos no solo ofrece confort en días calurosos, sino que también contribuye a reducir la temperatura ambiental y mejorar la calidad del aire.[banner-AMP_6]
En el Maresme, donde las olas de calor son cada vez más frecuentes, estos árboles podrían jugar un papel estratégico en la creación de paisajes más sostenibles y resilientes. A diferencia de otras especies ornamentales, el algarrobo requiere muy poca agua y casi ningún mantenimiento, lo que lo hace idóneo para un futuro de recursos hídricos limitados.[banner-AMP_7]
El algarrobo es uno de esos elementos del paisaje mediterráneo que han quedado medio olvidados, pero que contienen una gran sabiduría natural y cultural. Recuperar su cultivo, valorar sus frutos y plantarlo de nuevo en espacios públicos y privados no es solo una manera de preservar el patrimonio, sino también una apuesta por un futuro más verde y sostenible. Cuando paseamos por el Maresme y vemos uno de estos árboles de tronco grueso y ramas retorcidas, conviene detenerse un momento y reconocer todo lo que nos ofrece: sombra eterna, frutos valiosos y una lección de resiliencia mediterránea. El algarrobo, el tesoro verde del Maresme que casi nadie recuerda, nos invita a mirar la naturaleza con otros ojos y a reconciliarnos con nuestro pasado agrícola.[banner-AMP_8]
Las noticias más importantes de Mataró y Maresme, en tu WhatsApp
- Recibe las noticias destacadas en tu móvil ¡y no te pierdas ninguna novedad!
- Entra en este enlace, haz clic en seguir y activa la campanita