El once de febrero de 1873, hace 150 años, después de la abdicación de Amadeo I, en una reunión conjunta del Congreso de los Diputados y del Senado, se acordaba la proclamación de la I República Española, la más olvidada de las dos. Algunos historiadores lo han calificado como la "República de los catalanes". Aguantó hasta el 29 de diciembre de 1874, cuando el pronunciamiento del general Martínez-Campos dio inicio a la Restauración borbónica.

De este fracaso rotundo surgiría por parte de la burguesía, décadas más tarde, el catalanismo autonomista de la Liga como reacción al persistente decadentisme español. Efectivamente, el general reusenc Joan Prim se posó al frente de la oleada patriótica que desencadenó la primera guerra africana (1859-1860). Con la batalla de Castillejos, Delgado ganó la popularidad que le permitió expulsar a Borbones de España después de la revolución "Gloriosa" de 1868, y ante los casos de cleptocràcia de la monarquía, Delgado intentó la implantación de una dinastía más liberal, previamente votada por el Parlamento. Su alternativa no duró ni tres años, y un complot de intereses convergentes de "africanistes" y terratenientes cubanos esclavistas acabó con su asesinato, a la calle del Turco, a Madrid.

La inestabilidad política durante el año y medio republicano fue la característica principal. Se sucedieron cuatro presidentes, todos ellos del Partido Republicano Democrático Federal (dos catalanes, Estanislau Figueras y Francesc Pi y Ballico), hasta que el golpe de estado del general Pavía del 3 de enero de 1874 puso fin a la República Federal, que había sido proclamada el mes de junio de 1873. Entonces, se dio a la instauración de una República Unitaria bajo la dictadura del general Serrano, líder del conservador Partido Constitucional. El periodo estuvo marcado por tres conflictos armados simultáneos: la tercera guerra carlista, el levantamiento cantonal y la Guerra de los Diez Años a Cuba.

Bono y que los republicanos federales disfrutaban de una gran mayoría a las Cortes Constituyentes, de hecho, estaban divididos en tres grupos: a) los "intransigentes", la 'izquierda', que querían construir la República Federal de bajo (los municipios) arriba (el poder legislativo y el judicial) y defendían la introducción de reformas sociales que mejoraran las condiciones de vida de la clase obrera. Había también los b) 'centristas', el grupo minoritario republicano, encabezados por Pi y Ballico, que defendían una construcción republicana de arriba abajo, es decir, primero había que elaborar la Constitución y después proceder a la formación de los lados o estados federados. Finalmente, había c) 'los moderados', la derecha, al frente de la cual había Castelar y Salmerón. Estos rechazaban la conversión de las Cortes en un poder revolucionario y constituían el grupo más numeroso de la Cámara. Tenían como modelo la República francesa. Pi y Ballico y los intransigentes, por el contrario, tenían como modelos Suiza y los Estados Unidos. Abogaban por la separación de la Iglesia y el Estado, la abolición de la esclavitud y las reformas en favor de las mujeres y los niños trabajadores.

Josep Abadal fue el primer alcalde republicano de Mataró, entre los años 1873 y 1874. Fue escogido por sufragio universal, pero su aventura a la alcaldía fue efímera, como lo fue la I República Española. Después del golpe de estado del General Pavía, Josep García Oliver, de la coalición monárquica liberal, fue nombrado provisionalmente alcalde, cargo que ya había ocupado del 1870 al 1872. Para entender esta evolución trepidante, hay que empezar por el llamado Sexenio Democrático (1868-1874), que se inició el septiembre de 1868.
Los trabajos del historiador Francesc Costa Oller ("Josep Gualba, cronista de Mataró (1873-1876)". Mataró, 2012, y "La Prensa a Mataró (1820-1980)". Premio Iluro 1981), nos informan: "desde la perspectiva de las organizaciones políticas la Revolución de Septiembre comporta la posibilidad de actuar con plenitud de derechos para los republicanos y los progresistas, apartados del sistema de poder". En aquella situación excepcional de revuelta contra la monarquía isabelina las fuerzas de derecha e izquierda "aparcan" sus diferencias para actuar conjuntamente. Costa continúa explicando que "la unidad también se patentizó en las elecciones municipales de diciembre formándose candidaturas mixtas a pesar de que los partidos ya manifestaban antagonismos ideológicos en orden a las elecciones constituyentes de enero de 1869. De hecho, la etapa previa a estos comicios es el último momento de la unión entre los dos partidos que habían protagonizado los hechos revolucionarios a Mataró puesto que, por el hecho que las municipales resultaron desfavorables a los progresistas por una diferencia de 7 regidores contra 15 de republicanos, los primeros decidieron de boicotear el resultado no aceptando el cargo. El año 1869 fue fundamental en la dinámica política local dentro de los acontecimientos que sucedían en el país: el desacuerdo hacia la Constitución por parte de los republicanos radicalizó sus posiciones".

En cuanto a las organizaciones políticas, Mataró, de acá 1868 es bipartidista: republicanos y progresistas se reparten el electorado. En cuanto a las otras dos deprisa políticas ("moderados" y carlistas), los "moderados" son los grandes perdedores de septiembre de 1868 y a lo largo del Sexenio desaparecen de la vida política de la ciudad; solo los podemos ver al detrás de alguna campaña de recogida de firmas contra la libertad religiosa que proclamaba la Constitución. "En los años de la Restauración saldrán del letargo para hacerse amos de la representación política" (F.C.O.).
Quién era quién? A grandes rasgos y haciendo reduccionismo, los republicanos vendrían a representar la clase obrera; los liberales, la clase mediana, y los "moderados" y carlistas, los grandes fabricantes y hacendados; tenían como en lo referente a Lluís M. Llauder, el hacendado mataroní que fue varias veces candidato a diputado y que era director del diario de su ideología, La Convicción.
"En el aspecto ideológico, los liberales se mostraban defensores de la Constitución de 1870 denunciando los intentos de boicot que sufría de los sectores radicales. El antirepublicanisme estaba en el centro de la preocupación de los liberales mataronins, que sabían que no había que temer nada de la parte de los carlistas de la ciudad. Tenían en común con los republicanos, aunque en un grado menor, un cierto desprecio por el clero, que consideraban aliado del absolutismo. Y les separaba, incluso, la misma concepción del partido, que, a diferencia del de aquellos, no era de masas, centrándose las actividades en un grupo organizativo reducido. Con la promulgación del texto constitucional el programa liberal se agota y dedicarán todos los esfuerzos a su defensa contra quienes quieren sobrepasar la legalidad avanzada que este documento proclama".
En cuanto a los republicanos, bajo la dominación 'moderada' y 'unionista', estaban organizados en el Comité Democrático de Mataró, que se creó en 1865 y era presidido por el obrero Salvador Palmarola; el escribiente Salvador Gusart era secretario. "De todas maneras, la opinión republicana ya debía de estar organizada porque nos consta que dos años antes habían recibido la visita de Castelar porque hiciera propaganda de su ideología. A raíz de los hechos de septiembre el partido tomó un nuevo impulso, como lo demuestra que sus hombres controlaran la Junta Revolucionaria. El partido tenía una política acentuadamente de masas y a menudo se realizaban reuniones de militantes de tipo informativo y decisorio, con elecciones internas y análisis de los acontecimientos. Uno de los locales era situado en la calle del Palau, 18, pero las grandes concentraciones eran al teatro de la Calle Nueva. Contaban a Mataró con unos setecientos/ochocientos afiliados, que calculamos tomando como base quienes votaban en las elecciones internas. Esta cifra corresponde al año 1869. En cambio, en las elecciones de 1870 los votantes pasaron escasamente de los trescientos, cosa que insinúa una baja importante de los efectivos. El semanario Crónica Mataronesa, fundado por el impresor Josep Abadal, era republicano y en 1869 fue sustituido por El Eco de la Costa.

En los aspectos ideológicos, los republicanos mataronins hacían sedes los principios generales del partido: reivindicación de la libertad religiosa y de pensamiento, matrimonio civil; separación de la Iglesia y el Estado; la supresión de entidades religiosas, cosa que llevan a cabo desde la Junta Revolucionaria y a través del Ayuntamiento de 1872, que suspende la Juventud Católica; atacan la Constitución porque legitima la monarquía como forma de Estado y defienden la república federal; están a favor del sufragio universal y en contra de los consumos (impuestos indirectos, preconizaban que se grabaran las rentas); apoyan al proteccionismo, etc. Uno de los aspectos más populares de su lucha fue la reivindicación de abolir las quintas, la fatídica contribución de sangre. En este sentido convocaron manifestaciones el mes de marzo de los años 1869 y 1870, a la primera de las cuales asistieron ocho mil personas. Como gobierno municipal los republicanos impusieron en 1869, ante la exigencia gubernamental de veintisiete hombres para la leva, una contribución entre las familias de la ciudad para evitarlo. Se tuvieron en cuenta seis niveles de riqueza, cosa que hizo que las personas que tenían que pagar más protestaran.
Sobre la incidencia de la división de los republicanos entre federales y unitarios, o benévolos e intransigentes, no tenemos paso muchos noticias. Sabemos, pero, que había personas como por ejemplo Joan Fonrodona, líder importante, que mantenían una posición lejana del radicalismo federal. De todas maneras, la mayoría de los republicanos eran de la fracción intransigente y se negaron a jurar la Constitución como miembros del Ayuntamiento.
Los republicanos se consideraban el partido más representativo de la clase obrera. A Mataró los miembros de esta eran quienes formaban el partido y su base electoral a pesar de que, como hemos visto, también tenían la presencia de gente otras clases sociales en los cargos de dirección, sobre todo de menestrales y sectores de pequeños propietarios y fabricantes muy ideologizados, que eran la excepción.
Desde las páginas del Eco de la Costa se trataba a menudo de las acciones reivindicativas de los proletarios y daba noticia de sus sindicatos, que se oponían a las conclusiones del Congreso de Barcelona de la Internacional, de 1870, que decidió que el movimiento obrero tenía que ser apolítico.

El republicano y líder obrero Mauricio Roca escribe a la prensa del partido varios artículos con la intención de luchar contra la apoliticisme y ataca la idea, "que de ponerse en práctica daría miedo resultado el triunfo de los privilegios, de la reacción y lo eterno yugo del salario miedo el capital".
El mes de enero de 1870 se constituyen Las Tres Secciones de Vapor de Mataró, sindicato que reúne los trabajadores del textil. A partir de este momento los trabajadores de los otros ramos se organizan y llegan a la creación de un Consejo Local de la clase obrera. Los métodos violentos promovidos por los internacionalistas de tendencia nihilista también tuvieron un lugar aquellos años, cuando se produjo el primer atentado contra un miembro de la burguesía industrial: el octubre de 1872 Agustí Nebot, de Gracia, intentó matar, disparándole con una pistola, Jaume Baladia y Marfà, de la compañía Baladia y Sala, fábrica de alambradas y tejidos, donde hacía tiempos que se vivía una situación tensa que desembocó en el intento de incendio de diciembre de 1872.
El Ayuntamiento elegido el 1 de febrero de 1872 y destituido por la autoridad militar el 13 de enero de 1874 estuvo configurado así (datos de Francesc Costa): Marià Espín y Santandreu (alcalde, R, propietario), Josep Abadal (alcalde provisional de 1873, R, impresor), Regidores republicanos: Josep Vinyas y Grau (propietario), Francesc Fontanals y Boté (ebanista), Jaume Ros (zapatero), Joan Agustí y Fonrodona (fabricando), Esteve Costa y Costa (ebanista), Josep Barbosa (fabricando), Salvador Gusart y Vila (escribiente), Desideri Oriach y Danza (maderable), Joan Rimbau (propietario), Salvador Ruiz, Jaume Rosell, Vicenç Matas i Bartomeu (tintorero), Ramon Móra (artesano), Oleguer Mustarós, Francesc Serra (jornalero), Marcel·lí Mascaray (sastre), Antoni Dedeu, Ferran Sabé y Ribas.
Una vez consumada el golpe militar, el Ayuntamiento, desde el 13 de enero de 1874 hasta el 4 de marzo de 1875, se conformó con los siguientes integrantes: Josep García Oliver (alcalde, R, fabricante). Regidores liberales: Francesc Cabot y Robes (ebanista), Manuel de Sisternes (hacendado), Miquel Cruxent (comerciante), Josep Vinardell (fábrica de blanqueo), Antoni Fàbregas (comercio de tejido), Joan Camprubí y Casellas (comerciante), Josep Subinyà y Martí (comerciante), Josep Anglès i Salvat (fábrica de vidrio), Josep Massa (comerciante), Joaquim Esquerra i Serra (fábrica de alambradas), Dídac Arenas (fabricante y manescal), Pau Biscarri (sastre), Josep Fabré y Blanch (propietario), Joaquim Ramon y Sala, Peregrino Gallifa y Peris (hacendado), Joaquim Asensio, Josep Arqué, Josep Arenas y Maynou (fabricante de alambradas y tejidos).

El compañero de Marx, Engels, redactó un informe el 1873 para la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT) donde apoyaba a Pi y Ballico, que intentaba una transacción con los "intransigentes". Según Engels, Pi era, de todos los republicanos oficiales, el único socialista que comprendió la necesidad de que la República se apoyara en los obreros, el único que presentó un programa de medidas sociales de inmediata ejecución que eran directamente ventajosas por los obreros. Esto lo imposibilitó la insurrección cantonal. Pi y Ballico, al parecer de Engels fue sustituido por republicanos del tipo Castelar, burgueses sin disfraz, que tenían como principal objetivo torpedear el movimiento obrero, del que antes se habían servido y que ahora los estorbaba.

Después de un siglo y medio de distancia, hay muchos elementos para la reflexión de esta experiencia histórica, y que son de mucha actualidad. El historiador y filósofo José Luis Villacañas enfatiza que España es una nación tardía, no empieza a ser una nación hasta la guerra contra las tropas napoleónicas. Primero, porque la derecha no asume el Estado plurinacional. También, porque España no es un país que tenga suficientes élites integradoras como para tener un proyecto global para la nación. Y no será una nación completa porque le falta reformar la Constitución sin violencia. Y Villacañas me hace venir al jefe una pregunta muy perturbadora: Es Cataluña una nación completa cuando determinados sectores de las élites de la historiografía nacionalista niega y borra de los libros de la historia del antifranquismo a personajes clave como Cipriano García (CCOO), como ha pasado en Terrassa y lo intenta hacer a otros poblaciones con personajes procedentes del movimiento obrero y vecinal a partir de los años sesenta?

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